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martes, 25 de marzo de 2014

" Lástima que sea cura. Sólo por eso merece desprecio "



por Santiago Mata 


Cinco mártires de la guerra civil nacieron un 25 de marzo: un párroco tarraconense, un capuchino leonés, una escolapia cordobesa, un franciscano alavés y un laico valenciano.

Lástima que sea cura. Sólo por eso merece desprecio

Francesc Mercader Randé, de 55 años y natural de Roda de Barà (Tarragona), era párroco de Barberà de la Conca, fue asesinado el 4 de agosto de 1936 en La Secuita (Tarragona) y beatificado en 2013 en Tarragona. 

Sacerdote desde 1908, se ofreció al cardenal Vidal i Barraquer para ir a la parroquia de Barberà de la Conca, que había quedado vacante. Visitar a las familias le costó muchas humillaciones, pero decía: “ya que ellos no vienen, siendo yo el párroco de todos, soy yo quien tengo que ir hacia ellos”. Sus enemigos decían: “después de todo, es un buen hombre, lástima que sea cura. Sólo por eso merece desprecio”. 

Al agravarse la situación en 1936, decía el párroco: “estos son los tiempos de la cosecha. El Señor nos los envía para que recojamos grandes gracias. Barberá cambiará y será piadoso”. 

Al estallar la revolución, el comité le preguntó si quería salvar algo de la iglesia; él recogió el Santísimo. Le aseguraron que no le pasaría nada si se quedaba en la casa rectoral. 

El 22 de julio le obligaron a presenciar la quema de objetos del culto y de la imagen de la Virgen del Rosario, diciendole: “tú has visto y vas viendo como destruimos los altares, pero queremos que notes como trituramos a la Virgen del Rosario”, aunque él replicaba: “¡no, hijos míos, no toqueis a la Virgen del Rosario, que es vuestra patrona! ¡No la estropeeis! ¡Respetadla!”. 

A las 6 de la mañana del 4 de agosto fue detenido en la abadía donde estaba confinado, so pretexto de ir a declarar a Tarragona. 

Salió con los brazos en cruz, rogando que lo mataran en su parroquia y diciendo: “vivo por Cristo y por Él quiero morir”. 

Iba en el coche rezando, con un crucifijo en las manos, y cerca de La Secuita le preguntaron: “¿Qué, ya has rezado suficiente?”. 

Él contestó serenamente que sí, lo bajaron a la carretera y lo mataron.

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