Chile: Soplan vientos distintos
por Hernán Büchi
Nos gusta pensar, especialmente en política, que con sólo expresar nuestra voluntad la realidad seguirá nuestros deseos. Por ello no es extraño que al ver nuevos rostros en los mandos del país algunos quieran concretar sus anhelos, sean o no merecidos.
Pero como bien sabían los antiguos marinos no bastaba que la tripulación cambiara al capitán para poder desviarse a su antojo de la ruta de navegación y acortar el tiempo en el mar. La habilidad para comprender y enfrentar los vientos, las corrientes y sus cambios primaban sobre sus deseos. Los que no lo comprendían alargaban el sufrimiento del viaje o perecían en el mar.
Con los nuevos rostros, los vientos dentro de la Moneda han cambiado pero mucho más importante si queremos llegar a destino es analizar dónde está el país y cómo se mueven las corrientes que nos rodean. El mundo desarrollado ha superado las peores consecuencias de la crisis del 2008 y se recupera. Simultáneamente el mundo en desarrollo modera su crecimiento y el menor precio de las materias primas y financiamiento más caro y más escaso lo está afectando, incluyendo a Chile.
En Latinoamérica los gobiernos que más se han vanagloriado de despreciar su alrededor desafiándolo han sido los más afectados. Argentina y Venezuela comparten una larga historia de decadencia. A mediados del siglo XX eran lejos los más avanzados del continente y superaban a muchos que hoy juegan en la liga de los desarrollados. En la última década se beneficiaron de excelentes precios de sus commodities, lo que les permitió sostener un discurso populista supuestamente a favor de los pobres y contra la desigualdad y perder una gran oportunidad. Hoy, agotada la bonanza, se manifiestan en forma cruel las consecuencias del despilfarro. Los hechos muestran cómo en esos países los más desvalidos son los que más sufren y ni la manipulación de las cifras puede disfrazar esa realidad.
En apariencia hoy están actuando en forma diferente: mientras Maduro insiste en profundizar su error siguiendo el consejo de sus asesores cubanos, la Argentina intenta aceptar que la situación no es buena. Pero la falta de convencimiento para corregir el rumbo se multiplica con la impericia y el resultado es incierto. Propone pagar su deuda con el Club de París pero lo condiciona a inversiones de sus países miembros, sin reconocer todo lo que deberá cambiar para ello.
Chile no ha caído en esos extremos pero también nos ilusionamos con vientos muy favorables que ahora amainan y giran. Desde fines de los 90 nuestra productividad dejó de crecer lo necesario para satisfacer expectativas en aumento. El primer gobierno de Bachelet fue beneficiado por el precio del cobre, el que más que se duplicó aún considerando el titubeo de la crisis del 2008. Ello creó el espejismo que todos pueden mejorar, sin preocuparnos si conviene esforzarse, invertir y emplear.
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