CRÓNICAS DE LA REPÚBLICA
Vale todo
por Eugenio Paillet
Si se repasan los acontecimientos políticos de los últimos días que han involucrado al oficialismo, se verá que es difícil no coincidir con una mirada que campea incluso en algunos sectores desencantados del cristi-kirchnerismo, y ni qué decir en el peronismo disidente o en todo el arco opositor, casi sin fisuras. Desde la derecha tradicional, que en clásica voltereta electoral ahora quiere aportar pruebas para condenar al general Milani, hasta algún militante de La Cámpora que ha preferido guardar en el fondo del ropero la remera que le habían mandado utilizar hace apenas semanas para declamar la soberanía hidrocarburífera.
Esa mirada descubre casi sin dobleces a un gobierno que, si está dispuesto a ir por todo, como pareciera a medida que la desesperación por la falta de horizontes más allá de 2015 que le marcan todas las encuestas y el sentido común de una sociedad mayoritariamente ganada por el hartazgo, hará lo que se tenga que hacer sin detenerse en detalles. Un gobierno que a estas alturas ha perdido todos los escrúpulos, la mínima capacidad de sonrojarse, y que hace gala de una fenomenal doble moral a la hora de decidir de acuerdo a su conveniencia si hay desaparecidos buenos y malos, generales "del proceso" o generales de la democracia, aunque en este caso uno en especial no resista un archivo, o si echar a Repsol de YPF era un gesto de "soberanía" y asociarse con la norteamericana Chevron es apenas "un negocio a fifty-fifty", como dice ahora sin que se le mueva un músculo de la cara el inefable Axel Kicillof.
La escandalosa protección judicial y policial que desde el más alto sillón del poder se ordenó ofrecer a Ricardo Jaime para que se mantuviera seis días prófugo a la espera del fallo que daban por seguro lo beneficiaria con la eximición de prisión, es otro de los hitos de estos días alocados que le toca vivir al gobierno. Del mismo modo que lo fue el viaje armado de apuro a Colombia merced a un trabajoso hueco que le hizo en su agenda el presidente Santos, que le permitió a ella no estar en el acto de recordación de un nuevo aniversario del atentado contra la AMIA, porque no estaba dispuesta a escuchar lo que la comunidad judía tenia para decirle de su vergonzoso acuerdo con el régimen iraní.
Mientras todo eso ocurre, el gobierno intenta acomodar como sea una campaña electoral que no arrancó bien en las encuestas y que hasta habría comenzado a generar algunas dudas sobre la conveniencia o no de mostrar a Cristina Fernández en los primeros planos de los actos, en especial en la provincia de Buenos Aires.
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