Las contradicciones del Gobierno
monopolizan la agenda electoral
por Sergio Crivelli
La Presidenta concedió a Chevrón ventajas que le había negado a otras empresas extranjeras. La promoción de Milani destruye el discurso oficial sobre DD.HH. Fuertes críticas por la AMIA.
El jueves Axel Kicillof chicaneó a quienes critican el acuerdo del Gobierno con Chevron con una frase redonda: "Pasaron de acusarnos de chavistas, a acusarnos de vendepatrias". Pero el problema no son las críticas opositoras, sino la conducta oficial que pasó de confiscar YPF a los españoles en un acto de ‘soberanía hidrocarburífera’ a entregarle parte del yacimiento más promisorio del país a una multinacional que no aporta ni lejanamente lo que hace falta para ponerlo a producir como se necesita, otorgándole además ventajas que le negó a otras empresas extranjeras que debieron irse.Esta inesperada reacción de la presidenta Cristina Fernández es menos atribuible a un acto de cipayismo que a la gravedad de la situación energética. Después de una década de desaciertos sólo un deterioro mayúsculo del sector puede explicar que un régimen que se autodefine como nacional y popular se trague semejante sapo. Y la debilidad que puso al ‘modelo’ a merced de las ‘corporaciones’ es consecuencia de que en 2011 -después de 20 años- la Argentina perdió el autoabastecimiento; que este año tendrá que importar combustibles por 13 mil millones de dólares; que ese absurdo despilfarro de divisas se come el 40% de los dólares que entran por la exportación agrícola; y que la pérdida de reservas de la última década fue calculada en unos 100 mil millones de dólares. En ese lapso el kirchnerismo anduvo en zigzag: confió en Repsol, después en Eskenazi (que pagó sus
acciones de YPF con distribución de dividendos, lo que redujo las inversiones) y después confiscó la empresa por falta de inversiones.
Estas contradicciones obedecen a que una conducción errática y oportunista - en busca de negocios que nunca estuvieron claros- llevó a la compleja situación actual. En ese marco la claudicación ante Chevron es menos alarmante como defección moral que como diagnóstico de la economía.
A esto hay que sumar la promoción de un general con antecedentes más que dudosos, César Milani, a la jefatura del Ejército, las críticas de las víctimas de la AMIA por el acuerdo con Irán y la captura internacional pedida por el prófugo Ricardo Jaime, al que la Justicia salvó ‘in extremis’ de la cárcel. Una agenda electoral a pedido de la oposición en una campaña que ya se presentaba difícil para los candidatos kirchneristas, porque en la decisiva provincia de Buenos Aires siguen corriendo de atrás.
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