Volver a la realidad
Los peligros de un nuevo relato
por Daniel Gustavo Montamat
Los hechos han ido minando la consistencia del discurso oficial.
En consecuencia, toda propuesta superadora debería edificarse no sobre sus
ruinas, sino a partir de datos objetivos que permitan trazar un diagnóstico certero
En los tiempos de la "modernidad líquida" no hay una realidad objetiva, sólo hay puntos de vista sobre los datos que ofrece la evidencia empírica. El mundo para los posmodernos es una construcción humana. Lo creamos con las historias que inventamos para explicarlo, según cómo elijamos vivir en él. Los semiólogos afirman que este mundo es contingente, todo deviene; por lo que no hay verdades objetivas. En cierto sentido es un mundo creado por el lenguaje, unido por metáforas y significados consensuados y compartidos, que mutan con el paso del tiempo. La realidad no es una herencia que recibamos, sino algo que creamos nosotros al comunicárnosla. Con este paradigma, el relato predominante, el que prevalece sobre los otros, termina imponiendo su versión de la realidad.
El relato K, populista y posmoderno, abreva en esta visión; por eso ha hecho uso y abuso del armado comunicacional de lo que nos acontece: con información adulterada (que refleja sus "puntos de vista"), enemigos de ocasión (útiles para exculparse) y recurrencia a las "sensaciones", para negar problemas concretos (inseguridad, inflación, estancamiento).
El relato ha dejado de ser creíble para propios y extraños por la abrumadora evidencia empírica que desnuda su ficción.
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Leer aquí: www.lanacion.com.ar
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