El sistema republicano fue modificado
por Mauricio Devoto
Hace ya un año que más del 50% de los argentinos vive preocupado por una posible reforma de la Constitución, que introduciría importantes cambios en nuestro sistema republicano, acercándonos a regímenes parecidos al de Venezuela y otros países de la región.
Con distintas consignas -y alentada por las redes sociales y partidos políticos de la oposición- la gente salió a la calle. Los carteles reclamaban al Gobierno -y a la misma oposición- por una justicia independiente y libertad de expresión, no a la re -reelección, basta de corrupción, no a la dictadura. La defensa de la Constitución y la República pareciera ser el paraguas que unifica los reclamos. Pero la sensación que queda, además de incertidumbre, es la de una gran desorientación.
Se oye en algunas calles: "¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Cómo puede ser que para ejercer mis derechos, esos que siempre tuve, tenga que rezarle a la Corte Suprema? ¿Qué hacen los políticos, más allá de mirarse el ombligo y tratar se sobrevivir a la próxima elección? ¿Qué hicieron durante los últimos años para que esto no suceda?". No se oye: ¿Qué hicimos nosotros? ¿Hay algo que debimos hacer y no hayamos hecho?
Ensayo una respuesta para la persona común y corriente. El sistema republicano ha sido modificado por el kirchnerismo sin reformar la Constitución. Lo que muchos creen que caracteriza a la Argentina, valores y principios grabados a fuego en la Constitución y otras leyes, ya no existe. No hicieron falta mayorías especiales ni cambiar las palabras, fue suficiente cambiar el sentido de las mismas y su interpretación. Para ello, el modelo se apropió de todos los eslabones posibles de la cadena decisoria y de comunicación pública del país: gobiernos de provincias e intendencias, legislaturas, poderes judiciales, medios de comunicación, y asoció ONG y otras instituciones que le sirven de primera avanzada. Conocemos de memoria los medios utilizados para este abordaje y los nombres propios de los beneficiarios finales. La pasividad y acomodamiento de muchos de los que hoy no estamos de acuerdo con este nuevo sistema hizo otro tanto. Mientras unos luchaban a muerte por obtener todos los cargos unipersonales o la mayoría en los cuerpos colegiados, otros abandonaban lo público.
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