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jueves, 28 de febrero de 2013

Lo que está sufriendo la Iglesia de cara al cónclave, que representa el culmen de cuanto ha sucedido durante todo el pontificado de Benedicto XVI

Ataques 'inauditos' y 'tremendos' en la Iglesia

Massimo Introvigne

Lo denuncia la nota, verdaderamente extraña, difundida el sábado por la Secretaría de Estado: es un ataque inaudito. Se refiere a lo que está sufriendo la Iglesia de cara al cónclave, que representa el culmen de cuanto ha sucedido durante todo el pontificado de Benedicto XVI. Una persecución cotidiana, que nunca se ha detenido. No uso de forma casual la palabra "inaudito".
Es una palabra muy fuerte porque indica algo que no sólo no se ha verificado nunca antes con esta gravedad, sino algo de lo que ni siquiera hasta ahora se había oído -propiamente- hablar antes. "Inaudito": que nunca se ha escuchado antes. Uso esta palabra porque es de Benedicto XVI. La usa, en un pasaje que parece escrito para los sucesos de estos días, en la encíclica Caritas in veritate (n. 75): "Muchos, dispuestos a escandalizarse por cosas secundarias, parecen tolerar injusticias inauditas". Y de "sufrimientos inauditos", en referencia a las masacres contra los cristianos en África, el Papa había hablado en una carta al presidente de los obispos de Kenya en 2008.

A "inaudito" habría que añadir otro adjetivo también de fuerza no común: "tremendo". El Papa lo usó en el viaje a Fátima a propósito de los ataques que se estaban produciendo desde el mismo seno de la Iglesia, del "hecho de que los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia. También esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia". Y -siempre a propósito de los ataques internos- en la carta del 10 de marzo de 2009, donde explicaba por qué había levantado la excomunión a los obispos consagrados por monseñor Marcel Lefebvre (1905-1991), Benedicto XVI usó una tercera expresión fortísima, tomada de la Carta a los Gálatas de san Pablo: hay quien en la Iglesia quiere "morder y devorar" a aquellos que percibe como adversarios y en último término al propio Pontífice. "«Atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente». Siempre fui propenso a considerar esta frase como una de las exageraciones retóricas que a menudo se encuentran en San Pablo. Bajo ciertos aspectos puede ser también así. Pero desgraciadamente este "morder y devorar" existe también hoy en la Iglesia".

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