Segundo domingo de Cuaresma. Mediodía en Roma. Cielo azul sobre un mar humano congregado en la Plaza de San Pedro para rezar con Benedicto XVI en el último Ángelus de su pontificado.
“El tiempo cuaresmal nos enseña a disponer el tiempo justo a la oración personal y comunitaria, dando así respiro a nuestra vida espiritual” meditó el Santo Padre, enfatizando que “la oración no es un aislarse del mundo y de sus contradicciones”, como hubiese querido hacer Pedro sobre el monte Tabor.
Reconociendo también que la oración “conduce a la acción”, el Pontífice confesó: “Esta Palabra de Dios la siento dirigida particularmente a mí, en este momento de mi vida. El Señor me llama a ‘subir al monte’, para dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia, por el contrario, si Dios me pide esto, es justamente para que yo pueda continuar sirviéndola con la misma entrega y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de una manera más adecuada a mi edad y a mis fuerzas”.
Un tuit especial
Inmediatamente después del Ángelus se ha activado un nuevo mensaje en las cuentas de Twitter del Papa: “En este momento particular, os ruego que recéis por mí y por la Iglesia, confiando como siempre en la Providencia de Dios”.
El Papa en sus "tuits" ha pedido oración en diversas ocasiones por la Iglesia o por los cristianos perseguidos (en Siria, por ejemplo) y ha ofrecido sus oraciones y bendiciones... pero nunca había pedido, a través de este medio, que rezasen por él.
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