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lunes, 18 de febrero de 2013

Aunque reconoce que su pasado está ahí, “agazapado en los bordes de mi corazón, brillante y quieto como un cuchillo”, tiene clara una cosa: “no he olvidado la sangre que Jesús entregó por esta vida”.



Impartía «Estudios de la Mujer» en una universidad «progre»


Rosaria Champagne Butterfield era profesora de inglés y de “Estudios de las Mujeres” y activista feminista en la muy progresista Syracusa University. En 1997 acababa de publicar su libro “The Politics of Survivorship”, sobre “el incesto en el contexto de las teorías feminista y queer y el psicoanálisis”. Esos eran sus tres campos de investigación principal. Además, se declaraba seguidora de las visiones del mundo de Freud, Hegel, Marx y Darwin. Y era lesbiana.
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“La palabra ‘Jesús’ se me atragantaba”, escribe. Sus alumnos cristianos parecían especialmente ineptos, incapaces de entender lo que leían, algo que para una profesora de lengua y literatura es especialmente grave. “Siempre buscaban oportunidades parainsertar un versículo bíblico en una conversación, pero no para profundizar en ella, sino para acabarla”, lamenta.
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Rosaria decidió conocer la Biblia, pensando en su investigación. Y como era una mujer de letras la leyó y la releyó, “como un glotón que devora. La leí muchas veces ese mismo año en múltiples traducciones”. Podía estar 5 horas al día leyéndola.

Un día, Rosaria y su compañera estaban comiendo con J, un amigo transgénero (un hombre que se sentía mujer, y vestía y comportaba como tal).

“En la cocina, ella puso sus grandes manos sobre las mías. ‘Leer la Biblia te está cambiando, Rosaria’, avisó. Temblando, le respondí: ‘J, ¿y si es verdad? ¿Y si Jesús es un Señor real y resucitado? ¿Y si todos estamos en un lío?’ J respiró profundamente. ‘Rosaria, yo fui un ministro presbiteriano durante 15 años; recé para que Dios me sanara, pero no lo hizo. Si quieres, oraré por ti’”. Así Rosaria encontró la oración de quien menos cabía esperar.
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“Yo era pensadora, me pagaban por leer libros y escribir sobre ellos. Yo esperaba que en todas las áreas de la vida, el entender debía llegar antes del obedecer. Yo quería ser la juez, no ser juzgada. Pero en Juan 7,17 (“quien hace la voluntad de Dios sabrá lo que concierne a la doctrina”) se promete que el entendimiento llega después de la obediencia. ¿Quería de verdad entender la homosexualidad desde el punto de vista de Dios o sólo quería discutir con él?
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