La descomposición del kirchnerismo
Por Gonzalo Neidal
El kirchnerismo es una versión particular del peronismo. También el menemismo lo fue. Menem sumó al peronismo a una franja de la clase media y media alta que abominaba del estatismo, las empresas públicas, las regulaciones y otros desbordes del estado.
El kirchnerismo es una versión particular del peronismo.
También el menemismo lo fue. Menem sumó al peronismo a una franja de la clase media y media alta que abominaba del estatismo, las empresas públicas, las regulaciones y otros desbordes del estado. Menem puso orden en la economía, recuperó el presupuesto, detuvo la inflación, recompuso la relación con los Estados Unidos y generó un horizonte de previsibilidad económica. Con la estabilidad regresó el crédito y, en consecuencia, la ampliación del consumo. Podría decirse que Menem ensanchó el peronismo “hacia la derecha”.
El kirchnerismo, en cambio, lo extendió “hacia la izquierda”. De su mano reverdeció el anti militarismo y el acento en una particular visión de los derechos humanos y una singular interpretación de los enfrentamientos entre los guerrilleros y las Fuerzas Armadas argentinas durante los setenta.
El kirchnerismo conquistó a una amplia franja del progresismo y la izquierda argentina, tradicionalmente antiperonista. La izquierda y el progresismo enfrentaron a Perón, a Isabel y a Menem, los gobiernos peronistas anteriores a Menem. Pero cayeron rendidos a los pies de Néstor y Cristina Kirchner seducidos por la reapertura de los juicios a los militares y la vindicación de la guerrilla. Pero además por la postura anticlerical del gobierno y el avance de los derechos de las minorías, el discurso redentorista y crítico a los Estados Unidos y a los organismos internacionales de crédito.
Crecimiento sin límites
Crecimiento sin límites
El peronismo histórico y clásico (dirigentes sindicales, barones del conurbano bonaerense, militantes territoriales) se alinearon detrás de los Kirchner. La amalgama que sostuvo unido al peronismo tradicional y la clase media izquierdista fue el extraordinario aumento de los recursos del país y del estado, debido al aumento de los precios internacionales de nuestras exportaciones tradicionales. Este hecho hizo crear la ficción de un crecimiento sin límites al adjudicar al modelo en vigencia supuestos logros que correspondían, en lo sustancial, a condiciones especiales del mercado mundial.
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