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viernes, 18 de enero de 2013

Los europeos y norteamericanos quisieran dejar irremediablemente atrás su propia historia, consignando al olvido, entre muchas otras cosas, la larga y a menudo terrorífica lucha contra el islam


Francia frente a los guerreros santos

por James Neilson

Para los líderes islamistas el asunto es muy sencillo: el mundo entero tendrá que someterse a la voluntad de Alá y es deber de todo buen musulmán asegurar que lo haga cuanto antes. 

Nunca han procurado ocultar lo que tienen en mente. Aun cuando la superioridad militar de Occidente era tan evidente que parecía absurdo suponer que una banda de guerreros santos sería capaz de desafiarlo, clérigos, políticos y pensadores islamistas vaticinaban que tarde o temprano los fieles de la única religión verdadera reanudarían la ofensiva que se inició en el siglo VI de la era cristiana contra quienes se resistían a doblegarse. El repliegue de los imperios occidentales tras la Segunda Guerra Mundial les brindaría la oportunidad que aguardaban.

Con todo, aunque en los años últimos se han producido un sinnúmero de ataques mortíferos, de los que el más espectacular hasta ahora fue el de septiembre del 2001 contra las emblemáticas Torres Gemelas de Nueva York y un ala del Pentágono en Washington, y pocos días han pasado sin que un líder islamista haya pronunciado una nueva advertencia escalofriante, la mayoría abrumadora de los occidentales se niega a tomar en serio un movimiento que no es solamente religioso sino que también entraña un proyecto político, social y cultural asombrosamente detallado.
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