Alternativas antipáticas
por James Neilson
Tanto en la Argentina como en los demás países democráticos, los líderes opositores prefieren ensañarse con el gobierno local, lo que suele ser gratamente sencillo, a explicar en detalle lo que ellos mismos harían si fueran convocados para remediar los muchos males que denuncian.
Por temor al electorado, se sienten obligados a hacer pensar que, aun cuando quienes están en el poder se las hayan arreglado para provocar una serie inédita de catástrofes económicas, sociales, éticas y diplomáticas descomunales, un gobierno de otro signo, el suyo, lograría superarlas sin que nadie, con la eventual excepción de un puñado de banqueros multimillonarios, se vea perjudicado.
No los molesta en absoluto el hecho de que sea contradictorio decir que, si bien el escenario es apocalíptico, un cambio de gobierno sería más que suficiente como para poner las cosas en su lugar apropiado.
La falta de sinceridad que caracteriza a casi todos los dirigentes opositores puede entenderse.
En los países desarrollados no hay "soluciones" indoloras para los problemas que están ocasionando el bajón demográfico, el sobreendeudamiento, la propensión de las nuevas tecnologías a destruir puestos de trabajo aptos para los productos de los sistemas educativos democráticos, o sea facilistas que se han instalado en todas partes y la llegada de millones de inmigrantes procedentes de regiones de cultura preindustrial que son reacios a integrarse.
Es más, puede que no haya soluciones de ningún tipo, que en adelante hasta los gobiernos occidentales más ambiciosos tengan que limitarse a manejar la decadencia.
..............
No hay comentarios:
Publicar un comentario