EL TERRORISMO ES TERRORISMO
Alfredo Jocelyn-Holt
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Hay quienes reservan el término sólo a lo que estrictamente se conoce como “terrorismo de Estado”. No faltan otros que estiman que los “movimientos de liberación nacional”, aun cuando se sirvan de violencia, no serían terroristas, sino legítimas formas de lucha y reivindicación. El otro día Marcelo Schilling, que se las da de experto, descartó de plano, sin previa investigación de los hechos, que lo de Vilcún sea un escenario de tipo terrorista. Lo de Pitronello es como para tirarse los pelos de rabia; está visto que poner una bomba en la madrugada en un banco, con una carga que hace volar por los aires lo que sea (una de sus manos anarco-criminales), no se estima terrorismo en las cortes chilenas. Según su defensa, el joven sólo quería “protestar”.
El doble estándar, la “ley del embudo” (el terrorismo de algunos no es terrorismo de todos), es prueba de que el tema se presta para infinitas tergiversaciones ideológicas, según las preferencias de quienes opinan o juzgan. En dicho juego no faltan los tinterillos que enredan lo obvio y se vuelven cómplices. Conforme, podemos discutir si se aplica o no una ley antiterrorista específica (para eso existen los tribunales), si ésta es una buena o mala ley (para eso existe el Poder Legislativo), pero de ahí a desechar sin más la existencia en Chile de un posible cuadro terrorista, concretamente en La Araucanía, obedece ¿a qué?, ¿a que han logrado atemorizar? Pitronello podrá haber perdido una mano, pero los no pocos que sonrieron tras dicho “fallo” (valga la equivocidad del término) hicieron estallar por los aires cualquier credibilidad del derecho chileno. Gente así merece más que una “libertad vigilada”.
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