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sábado, 25 de mayo de 2013

Argentina: Al hacerse evidente el fracaso del "modelo" de turno, quienes se ven obligados a emprender las tareas de limpieza tratan de armar una alternativa, lo que no es del todo fácil

A la deriva en un mundo indiferente

por James Neilson


Si bien muchos buenos patriotas celebraron con júbilo la disolución del Imperio Británico, para la Argentina el colapso por agotamiento del orden internacional que había posibilitado resultó ser una catástrofe de la que aún no se ha recuperado. Puede que nunca lo haga, que permanezca paralizada frente a los dilemas planteados por el repliegue irreversible de la potencia que tanto contribuyó a formarla y contra la cual lucharon, aunque sólo fuera anímicamente, generaciones de nacionalistas, desaprovechando una oportunidad tras otra para reubicarse a fin de aprovechar mejor las oportunidades brindadas por las circunstancias.

Aunque casi un siglo ha pasado desde que la Primera Guerra Mundial cambió todo, intelectuales y políticos, en especial los "revisionistas", siguen hablando como si fuera cuestión de un acontecimiento reciente. Para quienes sienten nostalgia por el mundillo estudiantil de la década de los setenta, entre ellos la presidenta Cristina, el Reino Unido no ha dejado de ser el enemigo a batir, de ahí la pasión malvinera que esporádicamente se apodera del gobierno actual. A pesar del mucho tiempo que ha transcurrido a partir del ocaso del imperialismo británico, la consolidación del poder de Estados Unidos y, últimamente, el regreso de China después de una ausencia prolongada, los dirigentes políticos parecen tan desconcertados por la necesidad de adaptarse a circunstancias muy distintas de aquellas de los días en que los parisinos solían decir "tan rico como un argentino" que prefieren repetir los debates apasionados de décadas atrás, cuando el mundo era otro.

Es que la Argentina es uno de los países más conservadores del Occidente, una especie de Disneylandia ideológica en que continúan librándose batallas culturales que en otras latitudes interesan sólo a los historiadores. En este sentido, se parece a Irán, un país cuyos líderes a menudo dan la impresión de estar convencidos de que el gobierno de Estados Unidos es un títere manipulado con astucia apenas concebible por los agentes maquiavélicos de la corona británica.

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