Cómo salir del camino de la decadencia
por Orlando J. Ferreres
Infografía "PBI per Cápita":
La Argentina en 1810 tenía un nivel de vida intermedio entre los países ricos y los países pobres, medido por el ingreso per cápita. En 1910, se ubicó en el octavo lugar del mundo, muy cerca de los países ricos y con igual nivel de vida por ejemplo que Canadá o Australia, muy arriba de los países subdesarrollados de aquel momento.
En los últimos 100 años hemos crecido menos que los países ricos y lo que es más dramático aún, también menos que los subdesarrollados. Si siguiéramos así por 15 años más, seríamos un país subdesarrollado, cuando en 1910 éramos uno de los ocho más ricos. Nos hemos subdesarrollado por voluntad propia, y eso que la soja vale u$s 550 la tonelada. Y como ejemplo de esta evolución terrible podemos decir, por ejemplo, que Canadá tiene un nivel de vida del triple que el nuestro, medido con el tipo de cambio adecuado, y desde 1810 hasta 1940 habíamos tenido el mismo nivel de vida que ese país todos los años.
¿Qué pasó? ¿Qué nos está pasando? Nuestras instituciones se fueron haciendo trizas: enormes revaluaciones del peso durante los populismos, que son el germen y verdadera causa de las maxidevaluaciones brutales que vienen necesariamente después, aplausos por no cumplir con la deudas, inflación para licuarle el dinero al que ahorra y gastarlo en burocracia, aunque sea un niño el que deposita sus monedas en la caja de ahorro postal, vanagloriarse de cambiar compulsivamente todos los depósitos por un bono a diez años (1990) o, aún peor, por pesificar forzosamente los depósitos en dólares y encima darles a los depositantes un Boden 12 (a cobrar 10 años después) y muchas cosas más, como expropiar el sistema de ahorro para la jubilación para financiar al Estado y seguir gastando sin parar.
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Leer aquí: www.lanacion.com.ar
¿Qué pasó? ¿Qué nos está pasando? Nuestras instituciones se fueron haciendo trizas: enormes revaluaciones del peso durante los populismos, que son el germen y verdadera causa de las maxidevaluaciones brutales que vienen necesariamente después, aplausos por no cumplir con la deudas, inflación para licuarle el dinero al que ahorra y gastarlo en burocracia, aunque sea un niño el que deposita sus monedas en la caja de ahorro postal, vanagloriarse de cambiar compulsivamente todos los depósitos por un bono a diez años (1990) o, aún peor, por pesificar forzosamente los depósitos en dólares y encima darles a los depositantes un Boden 12 (a cobrar 10 años después) y muchas cosas más, como expropiar el sistema de ahorro para la jubilación para financiar al Estado y seguir gastando sin parar.
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