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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz ha vivido la experiencia de la religiosidad natural, básica, a la reflexión profunda y enraizada de la fe

«Estudiando Filosofía me hice creyente»
dice una catedrática que sigue a Guardini y Edith Stein

Sara Martín
También es seguidora de santa Hildegarda de Binguen, nombrada Doctora de la Iglesia por Benedicto XVI, que transmitió una teología de la creación fundada bíblica y monásticamente.
Filósofa como forma de vida. Desde 2011 es presidenta del Instituto Europeo de la Filosofía y la Religión en Heiligenkreuz (Viena), y hasta esa fecha había sido profesora de la Universidad de Mónaco de Baviera, Bayreuth, Tübingen y Eichstätt, además de ocuparse de la cátedra de Filosofía de la Religión y de la Ciencia Religiosa comparada en la Universidad Técnica de Dresde. 

Todo un currículum que le acredita como merecedora de ser escuchada. Un currículum, también, que le podía haber llevado a la increencia más absoluta, como sucedió a tantos grandes filósofos. Sin embargo, Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz ha vivido la experiencia contraria: de la religiosidad natural, básica, a la reflexión profunda y enraizada de la fe.

En una entrevista concedida al diario italiano L´Osservatore Romano , la catedrática asegura que «que la gran filosofía se alimenta normalmente de un potencial religioso»: «Me encontré con Romano Guardini y con Edith Stein. Los dos fueron mis maestros póstumos. El corazón de mi trabajo son el siglo XIX y el XX porque se concentra en ellos un gran legado: la filosofía de la religión», explica.
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