En otro país
Si bien algunos militantes antiimperialistas, anticolonialistas y antioligárquicos festejaron con júbilo lo que tomaron por la recuperación por "el pueblo" del predio de la Sociedad Rural en Palermo, la reacción mayoritaria fue de perplejidad.
Parecería que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner esperaba que el zarpazo contra una entidad que figura en un lugar destacado de la lista cada vez más larga de enemigos mortales de su "proyecto" sirviera para distraer a la opinión pública de la ola prenavideña de saqueos que comenzó en Bariloche y que en seguida se difundió por todo el país, pero el impacto de la medida fue escaso.
Lejos de brindar la impresión de que un gobierno seguro de sí mismo estaba resuelto a avanzar sobre los pocos reductos que aún le quedan al viejo establishment terrateniente, fue interpretado como una manifestación de debilidad, cuando no un síntoma de pánico, de personas que se sentían desbordadas por los acontecimientos.
Puede que a ojos de los ideólogos oficialistas la Sociedad Rural sea de gran importancia simbólica, de suerte que despojarla de golpe del predio en Palermo significaría que la epopeya kirchnerista sigue cobrando fuerza, pero desde el punto de vista de la mayor parte de la ciudadanía se trata de un asunto menor que, por cierto, no debería considerarse prioritario.
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