Senderos que se bifurcan
por James Neilson
por James Neilson
Agotamiento. Cristina tuvo un 2012 agitado en el que dilapidó parte de su poder.
Marchas de la clase media, 7D fallido y saqueos fueron postales del año.
Cristina comenzó el 2012 como la dueña absoluta de un patrimonio político tan grande que, manejado con un mínimo de habilidad, le hubiera permitido convertirse en la estrella más brillante del firmamento latinoamericano. Pero en un lapso muy breve, se las arregló para dilapidarlo. Si bien su cuenta bancaria personal es aún mayor de lo que era doce meses antes, en términos políticos es mucho más pobre. ¿Conserva Cristina bastantes recursos como para completar sin demasiados problemas el mandato de cuatro años que el electorado le confió en octubre del 2011? Aunque pocos lo dicen en voz alta, está difundiéndose la sospecha de que si no logra adaptarse pronto a la siempre antipática realidad, dicha realidad se encargará de hacer de la fase final de su gestión un auténtico calvario. Hace un par de semanas, Cristina se sintió constreñida a asegurarnos que no tiene vocación suicida. Lo que sí parece tener es una fuerte vocación autodestituyente, ya que raramente deja pasar una oportunidad para suministrar a sus adversarios nuevos pretextos para atacarla.
Para Cristina, el 2012 fue un annus horribilis. Zozobró el “modelo” económico, cayó la producción industrial, comenzó a mermar el consumo, aumentó el desempleo, se desplomaron las inversiones, la inflación no se amainó. Aunque los economistas “ortodoxos” pronostican un repunte en el 2013 merced a la hipotética recuperación de Brasil y la fortaleza de la soja salvadora, parecería que han subestimado la capacidad fenomenal de los kirchneristas para provocar problemas gratuitos dando manotazos de ahogado, como los supuestos por el cepo cambiario, la pesificación patriótica militante, el bloqueo indiscriminado de las importaciones, entre ellas insumos imprescindibles.
Para Cristina, el 2012 fue un annus horribilis. Zozobró el “modelo” económico, cayó la producción industrial, comenzó a mermar el consumo, aumentó el desempleo, se desplomaron las inversiones, la inflación no se amainó. Aunque los economistas “ortodoxos” pronostican un repunte en el 2013 merced a la hipotética recuperación de Brasil y la fortaleza de la soja salvadora, parecería que han subestimado la capacidad fenomenal de los kirchneristas para provocar problemas gratuitos dando manotazos de ahogado, como los supuestos por el cepo cambiario, la pesificación patriótica militante, el bloqueo indiscriminado de las importaciones, entre ellas insumos imprescindibles.
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