por Jorge Enrique Mújica
El sábado 5 de abril de 2014 fue bautizada en la catedral de Córdoba, Argentina, la pequeña Umma Azul, de manos del padre Carlos Varas. El bautizo ha gozado de una repercusión mediática verdaderamente internacional al grado de encontrar un espacio incluso en las páginas de los periódicos de mayor alcance mundial y en los noticieros de tv de mayor audiencia en el planeta. ¿La razón? La madre biológica de la niña, Soledad Ortiz, está unida en gaymonio con otra mujer, de nombre Karina Villarroel. Se trata, por tanto, de una bebé nacida por inseminación artificial que es presentada como hija de una pareja de lesbianas.
Al hecho se suma que la madrina de bautismo fue la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. La eligieron a ella –según consta por declaraciones oficiales– porque a Cristina Fernández y a su difunto esposo se debe el reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo en Argentina: «es una manera de decirle gracias a ella y al ex presidente Néstor Kirchner por esa ley que nos dio derechos». Pero como la madrina no pudo estar presente mandó una edecana naval para representarla.
Luego del bautismo, todavía en la catedral cordobesa, la pareja de lesbianas dijeron claramente a los medios que se encontraban ahí que su siguiente paso era «celebrar nuestro matrimonio por la iglesia y vamos a luchar por esto». Esta declaración evidencia que el bautismo pedido para la pequeña Umma es más una reivindicación ideológica que la búsqueda de un sacramento que, por su naturaleza propia, se inserta en la vida de una persona de fe auténtica.
El obispo del lugar, Mons. Carlos Ñáñez, ha subrayado que este caso ha sido ampliamente manipulado por los medios. También ha mencionado que, contrariamente a lo que declararon Soledad y Karina, la pareja de lesbianas, él nunca habló con ellas: «Primero, yo no he hablado con estas personas. Segundo, de ninguna manera yo he dado alguna autorización con respecto a la Confirmación. Tercero, que ellas vinieron por acá, sin hablar conmigo, ya con indicaciones precisas fueron encaminadas a una parroquia, donde tenían que hacer los requisitos necesarios para la preparación del Bautismo. Su madre y los padrinos elegidos. Y punto» (cf. Arzobispo argentino explica por qué pareja de lesbianas podrá bautizar a su “hija”, ACI prensa, 04.04.2014).
La prensa ha presentado el bautismo como una «apertura» en la praxis de la Iglesia católica recordando una y otra vez las palabras del Papa Francisco en la entrevista con los periodistas a su regreso de Río de Janeiro a Roma: «Quién soy yo para juzgar a los gays».
¿Qué decir ante este espectáculo del que, ciertamente, la niña no tiene la culpa?
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