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lunes, 14 de abril de 2014

Anne-Marie Le Pourhiet, constitucionalista francesa frente al feminismo agresivo





«Tenemos dirigentes en Francia, tanto de derechas como de izquierdas, que se han sometido a las clientelas electorales y a los lobbies y no se atreven a decir que no». 

Quien piensa así, en relación a temas como el aborto y el útero de alquiler, es la constitucionalista Anne-Marie Le Pourhiet, profesora ordinaria de Derecho público en la Universidad de Rennes, vice-presidenta de la Asociación francesa de Derecho constitucional y caballero de la Legión de Honor.

No es una figura alérgica por principio a la mayoría actual, puesto que se sienta en el Consejo científico de Res Publica, think tank presidido por Jean-Pierre Chevènement, que fue ministro en distintas ocasiones durante los mandatos del difunto presidente socialista François Mitterrand.

-Usted denuncia la enmienda de ley que suprime la condición del “sufrimiento” de la mujer embarazada para recurrir al aborto. ¿Por qué?

-Enseño derecho de las libertades fundamentales y constitucionales. Soy especialista en cuestiones como el derecho a la vida, la eutanasia, el aborto. Ahora bien, anterior al derecho está la filosofía de nuestros Estados occidentales, la de los derechos del hombre y la de las libertades fundamentales. Por lo tanto, sé bien que desde 1789, desde el día en que se fijaron los derechos del hombre, nunca ha existido para nadie un derecho absoluto, una libertad de aplastar a los otros. Como decían Hobbes y Locke, el contrato social está destinado a evitar que el hombre sea un lobo para el hombre.

-Usted critica a las «neofeministas». ¿Existe hoy una corriente feminista que corre el riesgo de no defender los intereses de las mujeres?

-Sí, es así. Creo que nos estamos dirigiendo hacia un nuevo feminismo extremadamente agresivo, que está siendo profundamente transformado por obra de los especialistas en la teoría del género y por el movimiento lésbico radical, separándose netamente de las reivindicaciones feministas del primer periodo y acercándose al delirio en estado puro y a la subversión.

»Encuentro paradójico que en ciertos ambientes esta corriente reivindique la ausencia total de límites en favor de la mujer. Lo demuestra el proyecto de ley en el que se incluye esta enmienda sobre el aborto, que es un proyecto de ley completamente liberticida, de reeducación mental desde el jardín de infancia al colegio.

-¿Cree Usted que estamos frente a una deformación del principio de igualdad?

-Rotundamente sí. En la filosofía de los derechos humanos y de la Revolución Francesa los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos: igualdad jurídica y libertad son consustanciales. El marxismo ya había criticado esta concepción, sosteniendo que es necesaria la igualdad de hecho entre las clases sociales. Los nuevos movimientos multiculturales, ahora, quieren contradictoriamente el derecho a la diferencia y el derecho a la igualdad de hecho entre categorías sociológicas, culturales, sexuales y más.

-El útero de alquiler, ¿se incluye en esta lectura igualitarista?

-También en ámbito feminista hay juicios contrastantes sobre este punto, porque no se puede decir que recurrir a una prostituta es un delito y que en cambio recurrir al útero de otra mujer no lo es. Es evidente que en este último caso es mucho más grave, pero al mismo tiempo este feminismo ha pasado de la defensa de la mujer al de la homosexualidad, promoviendo los matrimonios gais en nombre de la igualdad.

»Hay incluso quien sostiene que la continuación de la igualdad es permitir a dos hombres “hacer un niño”.


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