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miércoles, 5 de febrero de 2014

Leonardo Boff: lo que proponemos no es la teología dentro del marxismo, sino el marxismo ...




por 
Mª Virginia Olivera de Gristelli

La tradicional distinción entre Iglesia docente y discente era bastante clara, aunque haya caído en desuso. Sin entrar en sutilezas, digamos que la misión docente que compete especialmente a los obispos, llamada por eso magisterial, “está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo;debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, avelar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n.888).


En numerosas ocasiones, sin embargo, hemos oído que tal o cual verdad no se proclama con suficiente firmeza aduciendo razones presuntamente “pastorales”, y esta misma palabrita mágica exime muy frecuentemente de las tareas elementales de la enseñanza, como son la corrección y aún la amonestación de los errores. Más de una vez he oído que tal o cual obispo, ante la difusión de enormes barbaridades o abusos en algún colegio católico, “tiene asuntos mucho más graves y urgentes” que atender, y entonces me pregunto si sería lícito que una madre deje de alimentar a sus hijos arguyendo que hay cosas más urgentes en la casa…hasta que un buen día un médico le diga que sus niños están sufriendo una desnutrición grave.

Perdón, pero no me convence el argumento pasteral (léase pastelero). No me convence sobre todo cuando uno ve que en ausencia de la comida que debe dar la madre, llega una vecina loca y le da a los hijos hambrientos, por la ventana, comida para perros, o incluso insecticida.

Y no me convence cuando -habida cuenta de la evidente desnutrición doctrinal que tiene el común de los fieles- , un hereje “militante” como es Leonardo Boff (él mismo se autodenomina risueñamente “agitador cultural”) aparece con su cara de abuelito bonachón, invitado por un acérrimo enemigo de la Iglesia -el marxista Santo Biasatti- en un canal de televisión pública, con una audiencia más que numerosa de diverso tamaño y color espiritual (programa “Mano a mano, del 28-1-14).

Veamos: un personaje alguna vez fue oveja, luego Dios lo llamó a ser pastor en el sacerdocio, y yun día el enemigo lo llevó a hacerse lobo, apartándose del Rebaño, rondando a su alrededor. Todo lo demás es anecdótico, supongo, se trate del señor Boff o de cualquier otro.

Como suele hacer en sus entrevistas, este hombre hizo arrogantemente el resumen de su proceso canónico -tras el cual él mismo decidió “cambiarse de trinchera”, según sus propias palabras- cargando sobre todo contra Benedicto XVI cuando era Prefecto de la Doctrina de la Fe; renegó una y otra vez de la Iglesia “institucional”, con su disciplina “cerrada y autoritaria” que osó llamarlo a silencio con sus primeras burradas; hizo el elogio encendido del celibato “opcional” de los pastores protestantes, de quienes la Iglesia debería aprender a ser más “humana” (sic), insistió en la necesidad de abrirse a la globalización “sin que nadie tenga pretensiones de verdades absolutas” (cabe otro “sic”, pero prefiero un “puaj”), pero la frutilla de la torta, en el centro de la entrevista, fue esta vez su arenga a los divorciados en nueva unión que “se creen” privados de la Comunión eucarística. Alegando falazmente que “no hay razón teológica” para ello, resaltando la necesidad de ser “adultos en la fe”, instó a que “no pregunten a nadie ni digan nada, y vayan tranquilamente a comulgar”. Es decir: hizo un llamado público a las comuniones sacrílegas.

Ahora bien: se supone que aquí no hay ningún obispo como el de Chur, pero ¿es necesario llegar a eso, si aquí la función docente de la Iglesia hace rato, en muchos casos, que se ha dejado en gran medida a los medios de comunicación, generalmente en manos del enemigo? Mons. Huonder, en Suiza, escibe cartas pastorales; en otras latitudes, tal vez sea más cómodo dejarle el micrófono a un hereje -que de paso es más locuaz, tiene más audiencia y prestigio mediático- y hacer silencio absoluto. ¿Hace falta recordar el viejo refrán de que “el que calla, otorga”?




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Leer más aquí: infocatolica.com

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por Eleuterio Fernández Guzmán



Hay ciertas cosas que ni en broma habría que decir.

Hay personas que, sin embargo, no se despeinan ni un pelo de la barba cuando las dicen.

Además, como Leonardo Boff, se quedan tan frescas porque, a lo mejor, son frescos.

En su columna semanal de Koinonia ha escrito una sarta de simplezas muy propias de un simple pero, sobre todo, más propias de alguien que está donde no debe estar.

Para empezar, es normal que, cuando el Mal entiende que, en realidad, la encíclica Caritas in Veritatises de izquierdas luego vengan zascandiles como Boff a reafirmar lo dicho por sus maestros periodistas de la izquierda.

Así pasa lo que pasa: quien bebe de fuente podrida, podrido se vuelve (si no lo estaba ya, claro)


El título del artículo es clarificador: “Al Papa le hace falta un poco de marxismo”

Ni más ni menos. Y se queda tan ancho, el gachó.

Se ha adornado con lo siguiente:

“Elabora el discurso oficial del Magisterio, cuya perspectiva no viene de abajo, de la vida real y conflictiva, sino de arriba, de la doctrina ortodoxa que esfuma las contradicciones y minimiza los conflictos”

Que yo sepa siempre se han visto mejor las realidades desde una perspectiva que venga desde arriba y hasta abajo porque la distancia a la realidad siempre se percibe mejor viendo los errores que se cometen cuando se hace desde una distancia prudencial.

Lo otro, el acercamiento a la realidad, cuando es excesivo, produce tergiversaciones como las que percibeLeonardo Boff, un tanto despistado desde que difunde sus ideas de la Tierra Madre y todas esas pamplinas para paganos.

Pero lo mejor viene cuando dice que “Al leer el texto, largo y pesado, acabamos pensando: ¡qué bien le vendría al papa actual un poco de marxismo!”

Esto no puede ser cierto, podemos pensar.

Pues aún hay más.

Por si no fuera grande la tontería dicha sobre el Santo Padre y el marxismo, se permite el lujo de opinar a favor de éste:

“Éste, a partir de los oprimidos, tiene el mérito de desenmascarar las oposiciones presentes en el sistema actual, sacar a la luz los conflictos de poder y denunciar la voracidad incontenida de la sociedad de mercado, competitiva, consumista, nada cooperativa e injusta”.

Si no fuera tan ridículo que, hoy día, alguien diga eso, sería como para decirle que, antes de escribir eso, es conveniente estar en sus cabales, bajarse de la higuera o dejar de vivir en Babia.

Sin embargo, es muy posible que piense que, lo que dice, es verdad.

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