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domingo, 9 de febrero de 2014

Argentina: Otra vez idéntica torpeza, cinco veces igual en 40 años.


La Argentina devorada por su Estado

por José Luis Espert

 ¿Y nosotros tuvimos un Borges, Milstein, Leloir, Houssay?


En los albores del Rodrigazo , la recaudación de impuestos sumando los 3 niveles de gobierno (Nación, provincias y municipios) era de 17% del PBI. Con datos cerrados de 2013, casi 40 años después de semejante crisis, ese índice fue el doble, 34% del PBI, equivalente a más de $1.050.000.000.000. Sí, más de 1 millón de millón de pesos, o sea, más de $ 1 billón, récord en la historia argentina. Jamás un gobierno tuvo tanta plata como el de los Kirchner.

Pero dado que la evasión anda por el 33%, la presión impositiva sobre los que están en blanco ronda el 50% del PBI (la mitad del año trabajando para el Estado), cifra similar a la de muchos países de la OCDE (ricos) con 3 y 4 veces nuestro ingreso per cápita. Un absurdo total porque lo que se lleva el Estado del esfuerzo privado vía impuestos debería tener relación con el nivel de ingreso que generan esos privados, independientemente de la calidad del gasto público.

Pero hay más. Los que están en blanco con el 50% de presión impositiva son los que crean puestos de trabajo con la correspondiente cobertura previsional y médica, capacitan a su personal, desarrollan sus programas de responsabilidad social y en muchos casos compiten con el exterior generando ganancias de productividad y competitividad que colaborarían con el crecimiento sostenido a tasas altas (si el país las tuviera).

Adicionalmente al hecho de que el sector privado entrega al Estado la mitad de su valor agregado a través del sistema impositivo, no recibe nada como contrapartida. La seguridad estatal defecciona, razón por la cual tiene que contratarse una privada. Lo mismo pasa con la educación, la salud y en algunos casos, hasta hay productores agropecuarios que arreglan ellos mismos los caminos de tierra en los que están sus campos a pesar de que pagan una tasa especial para que el municipio se los mantenga. O sea, el 50% de presión impositiva (o su contraparte, el gasto público) de país rico es, básicamente, una apropiación del Estado contra los privados.

Una forma menos ácida y más idílica de mirar el gasto público de $ 1,2 billón o 38% del PBI, sería verlo como una gran transferencia de ingresos (cero valor agregado) desde los que pagan impuestos hacia los beneficiarios del gasto público. Aún así, medio cara la transferencia ¿no? Ahí tenemos (2013) $ 400.000 millones de salarios de empleados públicos, $ 280.000 millones de jubilaciones y pensiones, $ 200.000 millones de subsidios económicos y sociales, $200.000 millones entre los que prestan bienes y servicios al Estado y los que hacen obra pública, $80.000 millones de gastos corrientes varios y $40.000 millones de intereses de la deuda pública. Por si lo anterior no fuera suficiente, entre empleados públicos, jubilados y beneficiarios de planes sociales hay casi 12 millones de personas. Más del 40% del padrón electoral. Clink caja

Pero los problemas con el gasto público no terminan con su ineficiencia y clientelismo independientemente de que sea considerado como una apropiación o una transferencia, sino que continúan con el hecho de que, al no parar de crecer por encima de la recaudación, provoca déficits fiscales cuyo financiamiento, de tanto tirar de la cuerda del crédito, llega un momento que entra en crisis, hace colapsar la economía al producir defaults, licuaciones, confiscaciones, punciones, pesificaciones, etc., con consecuencias dramáticas sobre la pobreza, la indigencia y la distribución del ingreso.




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