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domingo, 26 de enero de 2014

La iglesia no es una sociedad política o solo mundana, sino que a la vez es instrumento, sacramento de la unidad de Dios con los hombres y de éstos entre sí.


«No podemos realizar la colegialidad desde una sociología de la política o de la democracia»

Entrevista a Gerhard Müller, 
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Sus más de 1.90 de altura, coronados por un rostro afable, sonriente y de mirada bondadosa, distancian un tanto al arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller -cumplió 66 años la pasada Nochevieja- de ese calificativo habitual de ‘guardián de la ortodoxia’ con que los medios de comunicación gustan definir a todo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.


(Paraula/InfoCatólica) Lo cierto es que este hijo de un sencillo operario durante 40 años de la Opel en Maguncia, y de un ama de casa, recibió de ellos el tesoro que más aprecia, la fe. Ahora, antes de empezar la entrevista, recuerda también con simpatía la primera vez que estuvo en Valencia hace cuatro décadas, siendo estudiante. Habla castellano -«perdón por no hablar valenciano», se disculpa con humor-, y en la entrevista que nos concede en el salón de audiencias del Palacio Arzobispal, tiene al lado «mi diccionario», que no es otra cosa que una aplicación de su teléfono móvil, y no la utiliza en ningún momento de la conversación.

A su llegada a Valencia el pasado domingo por la tarde, paseó con el Arzobispo por el entorno de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y luego, el lunes, después de ser entrevistado por Paraula, acudió a la Catedral de Valencia, la capilla del Santo Cáliz y el Patriarca.

Es uno de los más cercanos colaboradores del papa Francisco -que le creará cardenal en el próximo consistorio en febrero- y, al mismo tiempo, una de las contadísimas personas que mantiene contacto habitual con el papa emérito Benedicto XVI en su retiro del monasterio Mater Eclesiae, en el Vaticano. Y es que, siendo pontífice Ratzinger no sólo le encomendó a monseñor Müller la Congregación para la Doctrina de la Fe en noviembre de 2012, sino que le confió también la edición de sus obras completas (16 volúmenes hasta ahora).

Antes de ser nombrado por Juan Pablo II obispo de la diócesis alemana de Ratisbona, en 2002, monseñor Gerhard Ludwig Müller, fue durante 16 años profesor de Teología Dogmática en la Universidad Ludwig-Maxilian de Múnich. Al frente de la diócesis de Ratisbona, preparó la histórica visita de Benedicto XVI en 2006. Hoy es también presidente de la Pontifica Comisión ‘Eclessia Dei’, de la Comisión Teológica Internacional, así como de la Pontificia Comisión Bíblica, nada menos. ¡Quién se lo iba a decir a aquel modesto trabajador de la Opel!

Primero que todo, queremos agradecerle su atención con los medios de comunicación de la archidiócesis de Valencia, ciudad que conoció siendo estudiante, y felicitarle tras el anuncio del Papa de que le creará cardenal en el próximo consistorio de febrero. ¿Qué significa para usted?

Es un gran reconocimiento, pero he de decirle que es un nombramiento que va de forma conjunta con mi cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. La Congregación es la primera de la curia romana. Somos la primera ayuda para el Papa porque él es el sumo sacerdote de la Iglesia, el primero que enseña el Evangelio…

Viene a pronunciar una conferencia en la Universidad Católica de Valencia sobre ‘Colegialidad y ejercicio de la potestad suprema de la Iglesia’, algo que desde fuera, a menudo, se interpreta en clave ideológica o política en los medios de comunicación. ¿Qué le parece esta forma de interpretarlo?

No podemos realizar la colegialidad desde una sociología de la política, de la democracia y de otras formas. No podemos implantar una dimensión secularista. La iglesia no es una sociedad política o solo mundana, sino que a la vez es instrumento, sacramento de la unidad de Dios con los hombres y de éstos entre sí.

Háblenos, por favor, de la Congregación para la Doctrina de la Fe ¿Cuáles son actualmente los retos de futuro con el papa Francisco?

Tenemos los asuntos cotidianos. Nuestros tres oficios, la Doctrina, el Matrimonio y la Disciplina. Tenemos también que desarrollar perspectivas sobre las interpretaciones auténticas del Concilio Vaticano II y, además, sobre el Jubileo de la reforma protestante del año 2017, una fecha importante en la que hay que formular los principios básicos de la catolicidad, para decir lo que es católico, la encarnación de la sacramentalidad. Y también tenemos que ayudar en los dos próximos sínodos sobre el Matrimonio y la Familia, porque son temas dogmáticos que tienen que ver con la Doctrina de la Iglesia, fe como fundamento de la vida humana, importante para la vida conyugal y la familia. No sólo del derecho canónico sino también de la doctrina de la dogmática.

Se ha referido antes, Sr. Cardenal electo, al Concilio Vaticano II. ¿Considera que está todavía por desarrollar, como a menudo sostienen algunas voces? ¿Puede dar más de sí?

Hay algunas interpretaciones ideológicas que aseguran que el Concilio es sólo una etapa para una evolución dogmática, para que al fin aparezca otra Iglesia. Pero esto no es posible, la Iglesia no es una fundación nuestra sino de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo. Y hay otros que rechazan el Concilio como una ruptura de la tradición de la Iglesia. La verdad es que el Concilio ha formulado la doctrina sobre la Iglesia, y esto vale dogmáticamente para siempre. Es como en nuestra vida cristiana. Somos bautizados pero necesitamos siempre una renovación de nuestro estilo de vida cristiana para no sólo ser cristiano de «papel» sino ser cristiano en cuerpo y alma.

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