El profesor John Rao, norteamericano de origen siciliano, es doctor en Historia por la Universidad de Oxford, y desde 1979 enseña Historia de Europa en la Universidad St John de Nueva York, una de las grandes instituciones académicas católicas de Estados Unidos. Dirige además The Roman Forum, institución fundada en 1968 por el filósofo Dietrich von Hildebrand (1889-1977) para defender la doctrina y la cultura católicas.
Acaba de publicarse en España un trabajo suyo, "La ilusión americanista", incorporado al volumen Iglesia y política. Cambiar de paradigma (Itinerarios) que, coordinado por Bernard Dumont, Miguel Ayuso y Danilo Castellano, recoge doce aportaciones de pensadores católicos de todo el mundo, todos ellos profesores universitarios, con una perspectiva tradicional en torno a las relaciones entre el poder y la religión, la laicidad y el secularismo. Publicado simultáneamente en español, francés e italiano, y próximamente en inglés, el libro analiza las perspectivas introducidas por la declaración Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II, tanto en el momento de su promulgación en 1965 como en la celebración de su cincuentenario.
La perspectiva de Rao es particularmente interesante por su desmitificación, teórica e histórica, de las relaciones entre Iglesia y Estado en Estados Unidos, consideradas con frecuencia como un ideal a seguir.
Algo que parece más cuestionable que nunca a raíz del llamado "mandato abortista" de la Administración Obama, que obliga a todos los empleadores del país, instituciones católicas incluidas (como colegios y hospitales), a asegurar a sus trabajadores con una cobertura de prácticas anticonceptivas, de fecundación artificial e incluso aborto que la Iglesia rechaza. Los obispos norteamericanos han liderado un reacción social sin precedentes en defensa de la libertad religiosa así atacada.
-¿Cómo es posible que en el país de la libertad religiosa esté ese derecho bajo amenaza tan grave?
-Porque en este país la religión es "libre" a condición de que no pretenda discutir el "orden público" ni el "sentido común" tal como los entienden cualesquiera de las fuerzas materialistas que eventualmente dominen la sociedad.
-¿No es entonces un problema nuevo?
-Siempre ha sido así, como herencia de la "Ilustración moderada", aparentemente favorable a la religión. La religión sólo puede gozar del impacto público que el estado actual de la sociedad secularizada le permita tener.
-¿Realmente el gobierno cerrará escuelas y hospitales católicos?
-No creo que el gobierno lo hiciese, pero creo que podría forzarlo la influencia de los lobbies privados... y de una opinión "católica" que, por la crisis en la Iglesia, es mayoritariamente contraria a la vida.
-Pero hubo una edad de oro de coexistencia entre la Iglesia católica y el gobierno en los años 40, 50 y 60...
-Sí, la hubo, y precisamente en ese periodo.
-¿Por qué en él?
-Por dos razones: tanto el gobierno como la Iglesia estaban unidos en la oposición al bloque soviético, y al mismo tiempo estaban unidos en mantener los labios sellados sobre los problemas que planteaba el pluralismo en la religión.
-¿Qué problemas?
-La crisis en la Iglesia estuvo precedida por décadas de minimización en el discurso público de aquellas enseñanzas doctrinales y morales de la Iglesia que podían molestar a la sociedad norteamericana.
-Sin embargo, en la primera mitad del siglo XX todas las obras católicas florecieron en los Estados Unidos...
-Ciertamente, florecieron, pero no por el sistema americano.
-¿Entonces?
-Florecieron, primero, porque los católicos aun vivían fundamentalmente en guetos, separados de los norteamericanos no católicos, y podían prestarles menos atención sin ofenderles. Segundo, porque la América protestante aún compartía buena parte de la moralidad básica que el sistema pluralista, sin embargo, iba carcomiendo. Tercero, porque la descentralización del sistema en los países anglosajones, que no experimentaron el impacto de la Ilustración radical y de la Revolución, permitía a los católicos espacios donde actuar. Por último, porque Roma aún actuaba como Roma.
-Le da usted mucha importancia a aspectos sociológicos y externos...
-El sistema se basa en un espíritu de lucha de todos contra todos. Quienes están dispuestos a pelear por sus "derechos" pueden mantener en el mundo anglosajón un espacio "libre". Pero tienes que estar dispuesto a pelear.
-¿No se hizo?
-Los católicos cedieron en la lucha cuando aparentemente Roma les abandonó en su papel único, y cuando su salida masiva de los guetos hacia los barrios les hizo sentirse obligados a "integrarse" con sus vecinos.
-Pero es la época gloriosa del cardenal Francis Spellman o del arzobispo Fulton J. Sheen...
-Tenían una venda delante de los ojos, querían ver lo que querían ver: una unión contra el comunismo y la posibilidad de una coexistencia basada en el "sentido común moral básico". No quisieron ver que los Estados Unidos eran herederos de otra forma de secularismo de la Ilustración más moderadamente invasor.
-¿En qué sentido?
-Por ejemplo, no elimina el domingo, simplemente lo convierte en un día más de compras, como los demás.
-¿Y esa moral básica?
-La idea de un "sentido común moral básico" empezó a ser carcomida desde el momento en el que una supuesta Edad de la Razón veía la fe como un peligro.
-En su contribución a Iglesia y política. Cambiar de paradigma señala usted la paradoja de que, en Estados Unidos, Iglesia y Estado están unidos en el momento de la Historia de su mayor separación. ¿Cómo explica tal paradoja?
-Porque la "separación Iglesia-Estado" es un fraude. Ningún Estado puede actuar sin un "espíritu" detrás. Necesita un equipo de animadores espirituales para que los hombres sigan muriendo en la batalla. "Sin una visión, el pueblo perece". Es más, tras la idea de una separación entre la Iglesia y el Estado, desde una posición católica, ha merodeado siempre la influencia de Lamennais.
-El cura apóstata adalid del catolicismo liberal...
-A Lamennais se le suele considerar un defensor de la separación de la Iglesia y el Estado. No era nada de eso. Quería un orden social nuevo, con la prevalencia del Estado, actuando en unión con "el Pueblo", en quien él quería ver (al principio) la voz del catolicismo, y (luego) la voz de Dios.
-¿Otorgaba a ese Pueblo, pues, una trascendencia religiosa?
-"El Pueblo" significaba para él todo lo "energético" y "vital", y puesto que "el Pueblo" era deficiente en "energía", los Profetas de los Tiempos (como Lamennais) tenían que definir lo que ese Pueblo (y Dios) realmente querían. Es decir, la traslación de Rousseau y las ideas revolucionarias a la vida de la Iglesia: los profestas que leen la naturaleza y los signos de los tiempos conducen al Pueblo y al Estado a hacer lo que Dios quiere.
-¿Y qué tiene que ver todo esto con Estados Unidos?
-Cualquier que conozca el panorama norteamericano sabe que los estadounidenses con un sentido religioso invocan constantemente a América como la voz de Dios. Crecen con esas ideas grabadas desde el nacimiento.
-¿También los católicos?
-Ésa es la razón por la cual muchos católicos estadounidenses creen -y lo creen seriamente- que la Santísima Virgen se apareció a George Washington, y que este masón de mentalidad estoica se convirtió al catolicismo en el lecho de muerte.
-Ésa es la unidad a la que se refería, entonces...
-La Iglesia en los Estados Unidos, en el ámbito político y social, está totalmente unida tanto a la Derecha como a la Izquierda americanas, una u otra expresiones más moderada o más radical de las teorías políticas y sociales de la Ilustración. No tiene un mensaje independiente que ofrecer.
-¿Cuándo comenzó esa identificación entre los objetivos de la Iglesia y del Estado?
-Desde el principio. Los Padres Fundadores "católicos" estaban influidos, como muchos católicos en Europa, por las ideas naturalistas, lockeanas, moderadas: esa visión religiosa secularizada contra la cual tuvo que luchar el revival católico del siglo XIX.
-¿Y luchó a fondo?
-Lo he explicado en mis libros Removing the Blindfold y Black legends and the Light of the World (*). Libraron la batalla considerablemente los obispos alemanes, franceses y algunos irlandeses a finales del siglo XIX y principios del XX.
-La implicación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial (con la derrota de la influencia germánica), el final de la inmigración, el aislacionismo en el periodo de entreguerras y, de nuevo, la Segunda Guerra Mundial y la ecuación que presentaba a los Estados Unidos como algo en todo "diferente" tanto al fascismo como al comunismo dieron el golpe de gracia.
-¿Qué es el americanismo al que se refiere su artículo?
-El americanismo es una ideología que convierte a Estados Unidos en la sola y única fuerza redentora de la historia del mundo. Convierte el patriotismo en una religión que no es nacionalista, porque la causa de América no se identifica con algo limitado a las fronteras, sino más bien extendido a una causa de alcance mundial. La Redención no vino con Cristo, sino con 1776.
-Entonces, usted no cree que el modelo norteamericano de relaciones entre la Iglesia y el Estado sea el mejor posible...
-No. Es el método más peligroso que ha existido jamás para secularizar el mundo y combatir las consecuencias de la Encarnación.
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Removing the Blindfold: Nineteenth-Century Catholics & the Myth of Modern Freedom
As noted in the last installment, the Theology of the Mystical Body will alternate between a discussion of the doctrine in and of itself and its application to daily life. The importance of that second theme is the topic of Dr. John C. Rao’s work on the nineteenth century Catholic revival’s profound interest in the consequences of the Incarnation: Removing the Blindfold(1999). Thanks to the gracious permission of The Remnant Press, Removing the Blindfold will be republished in this section, interspersed with the chapters of Fr. Emile Mersch’s masterpiece, The Whole Christ, describing the historical development of the doctrine.
- Introduction: Judgment Without Evidence
- Chapter One: La Civiltà Cattolica and the Discovery of the Blindfold
- Chapter Two: Sight
- Chapter Three: The Revolutionary Battle Against Incarnational Law and the Imposition of the Blindfold
- Chapter Four: Removing the Blindfold
- Chapter Five: The Blindfold Remains
- Chapter Six: Judgment With Evidence
- Bibliography
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