En los últimos meses, después de mucho discreto silencio, ha comenzado a contar un poco también de este mes de febrero del 2013 que ha marcado su historia y su vida. Al semanario alemán Bunte ha querido explicar que la renuncia de Benedicto no tiene nada que ver con vatileaks. “He tratado de hacerle cambiar de idea, sin lograrlo. Había tomado una decisión”. Un momento difícil de vivir el de aquel 28 de febrero: “me sentía como en una anestesia”, dice el arzobispo que, en septiembre, tomó posesión del título de Urbisaglia con una festiva celebración en el pueblo, y que ahora está preparado para explicar un poco sobre la relación entre los dos Papas.
“Mi rol – dice – es el de Prefecto de la Casa Pontificia, pero, por como se ha desarrollado la vida, la realidad es que hoy hay dos Papas, el Papa reinante y el Papa emérito. Vivo con el Papa emérito y trabajo con el Papa Francisco, estoy casi todos los días con los dos, de hecho soy un poco el puente entre ellos. Es normal. Es algo que ciertamente no he buscado, no se sabía que pudiera existir, pero ahora es así y lo veo como un compromiso, un desafío y también una gracia. Trataré de hacerlo bien porque no hay precedentes y debo encontrar la manera correcta, y este es un bello desafío”.
Dos personalidades diferentes la de Benedicto y la de Francisco pero, dice Gänswein, “la diversidad es también una riqueza. Pero a menudo, hasta ahora, la diversidad entre los dos Pontífices ha sido utilizada para crear una antítesis. Psicológicamente tal vez esto puede ser un primer acercamiento, pero no funciona. Y personalmente pienso que, si no hubiese estado la renuncia del Papa Benedicto, el impacto emotivo del Papa Francisco no habría sido posible de esta manera. Entre los dos hay una continuidad no sólo teológica, sino también un entendimiento humano. Se ve que viven su fe de modo auténtico, pero con expresiones diversas”.
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