El viaje a las estrellas del dólar blue
por James Neilson
La estrategia económica de la presidenta, Cristina Fernández, es muy sencilla. Si algo no le gusta, ordena a sus soldados escracharlo. Es una fanática del poder de la palabra, de la idea de que en última instancia importa más lo que cree la gente que la realidad misma y que, con la ayuda de un aparato propagandístico eficaz, le será dado subordinar todo a su propia voluntad, razón por la que ha invertido tanto dinero público en la construcción de un imperio mediático que se dedica a difundir el gran relato oficial.
Para angustia de los comprometidos con “el proyecto” de la patagónica adoptiva, está en marcha una rebelión contra la tiranía del relato. Como emblema, los revoltosos relativamente acomodados han elegido el dólar blue. Puesto que el dólar (mejor dicho, el peso, pero ya es tradicional tratar la divisa patria como una moneda fantasma que en cualquier momento podría esfumarse), es reacio a obedecer a la señora, personajes como Amado Boudou y el esquivo ministro de Economía, Hernán Lorenzino, lo están bombardeando de insultos, asegurándonos que a nadie le importa que la versión blue se haya escabullido de entre sus manos para emprender vuelo hacia la estratosfera. ¿Realmente creen que ningunearlo serviría para que la gente dejara de sentirse inquieta por la escapada de lo que por razones comprensibles es desde hace muchos años la moneda de referencia nacional? Puede que no, pero saben que Cristina quiere que hablen así.
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