La sombra totalitaria se cierne sobre Argentina
por George Chaya
Una sociedad no puede ser neutral al elegir entre la vida y la muerte,
entre aquellos, por ejemplo, que están preparados para trabajar
dentro de los límites de un sistema democrático y aquellos
que están trabajando para su eliminación.
La falta de criterio a este respecto de mucha dirigencia política en Argentina es evidente cuando miran al mundo de la política como a una glorificada sociedad de debates y diagnósticos -casi siempre estériles- carentes de las soluciones concretas que reclama su ciudadanía.
El propósito del kirchnerismo en cuanto a respetar e imponer ideas que han fracasado como sacrosantas, a menudo muestra la ineptitud en organizar la defensa eficaz de sus propias posiciones políticas y filosóficas, y marca el desgobierno en áreas sensibles como economía, salud, educación, seguridad y un sinfín de etcéteras.
La noble aunque muy gastada afirmación de fe democrática: ‘puedo no estar de acuerdo con su opinión, pero moriría por su derecho a decirla’, pierde significado si a quien se dirige es precisamente al que se propone amordazar al orador, y el gobierno argentino se empeña a diario en que las personas comiencen a pensar de tal manera. Aunque no es justamente una cuestión acerca de lo que toleraremos, sino de lo que defenderemos. En una sociedad democrática el consenso debe ser notablemente inclusivo y tolerante.
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