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lunes, 1 de abril de 2013

Gestos fuertes. Homilías esenciales. Ritos simplificados. Una semana que ha revelado el estilo del nuevo Papa

La primera Semana Santa de Francisco

de Sandro Magister

Gestos fuertes. Homilías esenciales. Ritos simplificados. 
Una semana que ha revelado el estilo del nuevo Papa, 
pero que también 
ha levantado algunos interrogantes que han quedado sin respuesta 


La primera Semana Santa del Papa Francisco ha revelado aún más su estilo: en la celebración, en la predicación y en la presencia.

La decisión de celebrar la misa "in coena Domini" del Jueves Santo entre los detenidos de la cárcel de menores de Casal del Marmo, lavando los pies a doce de ellos, entre los cuales una joven musulmana, es probable que haga escuela; por otra parte, se ha realizado en un terreno ya fértil, porque gestos de este tipo no son raros. El Viernes Santo, en Francia, y concretamente en Lyon, el cardenal Philippe Barbarin ha rezado con un grupo de gitanos expulsados de un campamento desmantelado por las autoridades. En Sao Paulo de Brasil, el cardenal Odilo Pedro Scherer ha llevado la pasión de Jesús en procesión por el tristemente célebre barrio de Cracolândia, de mala reputación.

Más bien queda sin respuesta el interrogante sobre dos actitudes en apariencia contrastantes que el Papa Jorge Mario Bergoglio ha tenido al principio de su pontificado.

En Casal del Marmo no ha temido ofrecer también a jóvenes no cristianos la celebración de la misa, "culmen et fons" de la vida de la Iglesia.

Mientras en la audiencia del 16 de marzo con los periodistas se ha abstenido de pronunciar las palabras y de hacer el gesto de la bendición porque "muchos de ustedes – ha dicho – no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes".

En la predicación, el Papa Francisco ha confirmado que se concentra en pocas palabras esenciales, una forma seguramente más eficaz desde el punto de vista comunicativo.

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En lo que respecta a la "ars celebrandi", en las liturgias de la Semana Santa en San Pedro se ha notado un respeto de la simbología y del esplendor de los ritos más elevado del que se había visto en la misa de inicio de pontificado.

También en este punto, sin embargo, con abreviaciones no siempre comprensibles. En particular, no se ha entendido por qué razón, en la vigilia pascual, después del canto del Exultet, se han reducido al extremo las lecturas bíblicas y se ha literalmente mutilado la primera, con la narración de los seis días de la creación limitado sólo a la creación del hombre.

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