Pedro Trevijano
En el libro “Momentos estelares de la Humanidad”, en el episodio “El tren de libre circulación”, Stefan Zweig nos cuenta como el 15 de Marzo de 1917, el bibliotecario de la Biblioteca de Zurich nota la ausencia en la biblioteca de un señor calvo que, durante varios años, ha estado allí todas las mañanas y todas las tardes. El hombre era Lenin y el motivo de su ausencia era el estallido de la revolución en Rusia. Era, por tanto, un intelectual revolucionario.
El 2 de Octubre de 1920, Lenin pronunció un célebre discurso en el III Congreso de las Juventudes Comunistas de Rusia. Por supuesto considero al comunismo como la ideología que más muertes ha ocasionado en el siglo XX, siendo Lenin uno de los grandes responsables de ello. Del discurso sólo tomo las partes que me han parecido más interesantes y acordes con mi pensamiento, así como les recomiendo que cuando lean este artículo sustituyan la palabra comunista por cristiano o católico y verán como hay mucho que aprender de él.
Lenin dijo: “Camaradas: quisiera hablarles hoy de las tareas fundamentales de la Unión de Juventudes Comunistas y, con este motivo, de lo que deben ser las organizaciones de la juventud en una república socialista en general.
Este problema merece tanto más nuestra atención cuanto que, en cierto sentido, puede decirse que es precisamente a la juventud a quien incumbe la verdadera tarea de crear la sociedad comunista. Pues bien, al abordar desde este punto de vista el problema de las tareas de la juventud, debo decir que las tareas de la juventud en general y de las Uniones de Juventudes Comunistas y otras organizaciones semejantes en particular, podrían definirse en una sola palabra: aprender.
Pero claro está que esto no es más que "una palabra", que no responde a los interrogantes principales, a los más importantes: ¿qué y cómo aprender? Y en este problema lo esencial es que, con la trasformación de la vieja sociedad capitalista, la enseñanza, la educación y la instrucción de las nuevas generaciones, destinadas a crear la sociedad comunista, no pueden seguir siendo lo que eran. Ahora bien, la enseñanza, la educación y la instrucción de la juventud deben partir de los materiales que nos ha legado la antigua sociedad. No podemos edificar el comunismo si no es a partir de la suma de conocimientos, organizaciones e instituciones, con el acervo de medios y fuerzas humanas que hemos heredado de la vieja sociedad. Sólo trasformando radicalmente la enseñanza, la organización y la educación de la juventud, conseguiremos que el resultado de los esfuerzos de la joven generación sea la creación de una sociedad que no se parezca a la antigua, es decir, de la sociedad comunista. Por ello debemos examinar en detalle qué debemos enseñar a la juventud.
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