El triunfo de la muchedumbre
por José Terenzio
El principio del gobierno constitucional es conservar la República. La del gobierno revolucionario es fundarla. El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil. Y el gobierno revolucionario de la libertad pública. Bajo el régimen constitucional es suficiente con proteger a los individuos de los abusos del poder público. Bajo el régimen revolucionario, el propio poder público está obligado a defenderse contra todas las facciones que le ataquen. El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional. A los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte Robespierre (la teoría del gobierno revolucionario).
Existe en el debate, en algunos ámbitos académicos con ciertas ínfulas de cientificismo, una intensificada vuelta del pensamiento con la idea de re dimensión y refundación de las ideas de Karl Marx, Lenin, Trotsky y Gramsci. Desde estas páginas de Tribuna de Periodistas lo hemos resaltado muchas veces.
No son debates abstractos. En estas encumbradas esferas académicas baja el pensamiento que luego se repite como sermón en muchas otras casas de estudio o ámbitos políticos, cada vez con mayor asiduidad y con algún respaldo mayor en el ámbito político del tercer mundo, y en particular de nuestra América Latina.
No nos engañemos: los núcleos motores de estas ideas surgen del primer mundo iluminado (o illuminati, como más le guste al lector) y, oh casualidad, repite viejos modelos amarillentos que ya se dieron en rito parecido en los años 60. Todo bien condimentado con la miscelánea culturosa local, ese aparato que siembra muy bien la semilla, como el cine, el supuesto arte, la supuesta música comprometida etc., etc.
De ahí a la formación de las unidades especiales la guerrilla y luego la subversión, hubo solo el paso de quien logra un gol pero comienza la carrera mucho antes, no solo de patear el balón, sino, de conectarlo hacia las redes. Hoy, no es posible, pero nada descarta que no lo pueda ser mañana. Hoy es, en definitiva, el mientras tanto de un futuro que nadie puede saber a ciencia cierta.
En concreto, las causas, fundamentos y justificación ideológica (real o mentida) de la política de nuestros países suramericanos no solo responde a un modelo foráneo en su génesis (una vez más) sino a los conflictos e intereses (aviesos, seguramente) también pensados en otro lado. Y no solo eso, quizá arribe a fracasos aún peores y más trágicos que aquellos de los años 70.
El socialismo del siglo XXI
En el libro muy poco fundamentado en los hechos concretos, pero si bien alambicado en el andamiaje ideológico de su autor, como buen panfleto de izquierdas, me refiero a Imperio de Tony Negri, se trata de exponer un nuevo giro justificativo, un neo manifiesto comunista reescrito para las postrimerías del siglo XX (que traía la supuesta crisis final del capitalismo) y el nuevo siglo XXI. No solo el libro resulta un conjunto verdaderamente pastoso y pesado de autocríticas del autor y visiones del comunismo real la experiencia de Rusia y Europa del este, sino, la re fundamentación del marxismo (o neo marxismo, o socialismo del siglo XXI o Relato) exponiendo el concepto del sujeto revolucionario no ya como la clase obrera sino La Multitud.
El protagonismo de las multitudes, idea en la que intenta teoriza Tony Negri, y abrevan Laclau, Chomsky, Váttimo y toda la inteligencia neo-marxistas, es aditivada con otros conceptos o localismos, con mayor o menor pintoresquismo, como por ejemplo la definición de Comunismo blando de Váttimo (algo muy propio en un Italiano, valga el comentario)
Recordemos al lector que Negri pagó con largos años de cárcel por su participación en el cobarde asesinato del quizá último líder querido por los italianos, Aldo Moro, asesinado en 1978 por las autodenominadas Brigadas Rojas
La Multitud es un nuevo esquema de legitimación que, supuestamente, lograría superar las contradicciones de la burocracia estatista.
El eje Obrero-Dictadura-Estado-Distribución-Ejercito-Guerra Fría se corre hacia la idea de Multitud-Exacción a los Burgueses… ¿Para qué estatizar los medios de producción, si el fin, en concreto, es aprovechar el resultado de la misma?
La burocracia es controlada (supuestamente) desde una central legitimaria de Las Mayorías (o multitudes en aquel ideario) que son los ejes conductores que logran intermediar los intereses de las multitudes, quienes deben, en definitiva, lograr una vindicta sobre la porción excedente (o plus valor en el marxismo clásico) pero que no produzca esto el efecto no deseado de construir la negativa democracia soviética en donde un granjero o mecánico era designado por el Soviet a manejar un banco o una compañía de tal o cual rubro, amén de los aparatos burocráticos y opresores hasta lo inimaginable.
En el socialismo del siglo XXI se descubre un estadio intermediario no pensado por Marx, quizá. No está muy claro dicho concepto. Sí queda mucho más claro que la horda no saquea, sino, reivindica.
El obrero ya no compele hacia la toma del Estado, para crear una dictadura del proletariado, sino, simplemente, saquea y el estado, lo protege, en la medida de la construcción de su propio poder de partido.
Ya no hay guerra civil porque en realidad, en términos del ideólogo subtropical, Luis de La Matanza, ya no es necesario expropiar los medios de producción, sino, tener en claro quién controla la intermediación productiva, o sea, los beneficios del poder económico y del poder político, esto es que las multitudes sepan bien clarito quien es “la puta oligarquía de los blanquitos que no la quiere repartir”.
No solo eso, para la multitud ni siquiera hay una guerra civil, porque no hay un nosotros, sino solo un ellos.
En términos concretos se relativiza la idea de orden jurídico, in extremis, al punto de considerar el enfrentamiento no solo verbal, sino estimar como posible y necesario desplazarlo a las mismas calles, como un medio de práctica política legitimadora, todo dentro del esquema de la antedicha doctrina en construcción, que tan bien han fundamentado desde las nombradas Casas de Estudios Superiores con cede Inglesa, los antes nombrados.
Respecto de lo económico, que se coloca en un segundo plano desde lo formal, se habilita la distribución anárquica del vandalismo, la toma de parques, el quebranto de las leyes, la destrucción de las instituciones, etc. como una política sectorial de dichas multitudes, colocando a la clase política no ya como responsable desde el manejo del Estado como gestor responsable, sino, ocupando el ya mencionado rol de orientador de quien debe sostener la renta igualitaria (ejemplos más acabados, las políticas del ex Secretario Moreno, diciendo que es el Estado el que debe determinar cuál es la cadena de valor, cuales son los precios y cuál debe ser la renta justa de cada factor económico, cuando se debe pagar utilidades en la sociedades, o cuando se deben reinvertir o cuando se puede liquidar exportaciones o cuando no).
El desbande general, la pérdida de la idea de Nación
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