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lunes, 1 de abril de 2013

Lo que la experiencia venezolana conlleva de posible espejo para mirar la política argentina

¿Chavismo o peronismo?

por Antonio Camou

En una carta fechada el 14 de febrero de 1858, Karl Marx le escribía a Engels: "La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar". Queda para otra oportunidad discutir las razones –refinadamente espigadas en un recordado trabajo de José Aricó– por las cuales el autor de "El Capital" tenía en tan baja estima al héroe de la independencia, pero la frase viene a cuento a la hora de considerar el destino del chavismo sin Chávez, sus repercusiones en América Latina y, en particular, lo que la experiencia venezolana conlleva de posible espejo para mirar la política argentina.

En este marco, un reciente e inspirador artículo de Aleardo Laría ("Argentina y Venezuela, ¿mismo rumbo?") establece una ilustrativa comparación entre el chavismo y el kirchnerismo, destacando con agudeza buena parte de los parecidos en el derrotero socioeconómico, institucional e internacional de los dos países. Como bien señala el autor, "hace algunos años, cuando todavía vivía Néstor Kirchner, los analistas internacionales no sabían a dónde ubicar a la Argentina en el contexto geoestratégico latinoamericano", pero desde que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner adoptó la estrategia de ir por todo, la "aproximación al modelo bolivariano ha ido en aumento".

La pregunta que surge frente a este panorama es si esa aproximación encuentra (o no) resistencias en el camino y de qué tenor son esas hipotéticas barreras. Tal vez una manera de responder a esta cuestión es indagar no solamente en los parecidos, sino también completar el cuadro observando algunas diferencias entre ambas realidades. Dejando entre paréntesis importantes rasgos estructurales (por caso, el mecanismo de apropiación de la principal renta exportadora de cada una de nuestras economías), y pasando por alto otras consideraciones de coyuntura (comparada con lo que había, la política social chavista ha sido objetivamente beneficiosa para amplios sectores postergados de la sociedad venezolana y le han retribuido de manera consistente con su apoyo electoral al oficialismo), aquí me interesa destacar para el debate lo que creo son tres reveladoras diferencias políticas al interior de los dos modelos "populistas".

  1. La primera distinción se refiere al papel de las FF. AA. en la configuración de un esquema de ejercicio del poder. .........
  2. El segundo contraste involucra la trama de relaciones asociativas entre Estado y sociedad. ..........
  3. Pero quizá la más significativa divergencia depende, ni más ni menos, de eso que nos hemos acostumbrado a llamar "el" peronismo (con el mismo grado de simplificación nominalista con la que decimos "el" islam, "la" edad media o "el" marxismo). .............

...señalar que son bajas las probabilidades políticas de que el kirchnerismo degenere en chavismo puede ser un consuelo de tontos, y podríamos reconocer que nos mereceríamos un destino mejor; pero los resultados políticos, como los futbolísticos, no se merecen sino que se construyen, y la reflexión en torno a nuestra condición es una parte necesaria de esa paciente tarea reconstructiva que tenemos por delante.
La moraleja un poco triste de esta historia es que la ciudadanía clasemediera argentina con pretensión republicana, tan informada como dispersa, tan susceptible como volátil, tan exigente como despartidizada, es capaz de disparar el mecanismo alternador, pero hoy por hoy parece difícil que pueda capitalizarlo. No es poca su contribución y su gran responsabilidad política, aunque ese necesario esfuerzo de nadar contra la corriente de una oleada autoritaria desemboque en alguna playa peronista, donde siempre habrá dirigentes arrebatados por las pasiones del poder y bien dispuestos al sacrificio de ejercerlo.

Hace muchos años el joven Marx aprendió del viejo Hegel que "debe llamarse astucia de la razón al hecho de que ella haga actuar en lugar suyo a las pasiones". Por estos andurriales de la historia y de la geografía, en ausencia de actores e instituciones mejores, aún sigue siendo cierto que esos incontenibles entusiasmos le otorgan alguna racionalidad a nuestra tosca alternancia política.

A veces pienso que Hegel y Marx se perdieron algo importante cuando tomaron la prematura decisión de morirse sin conocer el peronismo.


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