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lunes, 9 de diciembre de 2019

Teoría de género y revolución



4.6.   La teoría de género en la revolución cultural

¿Cómo se hace para transformar lo absurdo en algo factible? ¿Qué fue lo que permitió o favoreció el surgimiento de esta nueva cultura mutante que suplanta a la vigente e incontestada por centenares de años?

Michael Cook, en “The transgender moment” señala algunas etapas de un proceso que incluye además de los cambios en la conducta sexual y la masificación de anticonceptivos, la “necesidad perentoria de normalización”, que presiona con la “urgencia” y permite transformar lo anormal en normal y lo irracional en racional; la anestesia de la crítica a la cultura postmoderna; la tormenta perfecta provocada por las nuevas filosofías, la tecnología con categoría sobrenatural, la decadencia de la cristiandad, etc.

Un aspecto central lo constituye también el olvido de Dios y de haber sido creados con un “manual de instrucciones” sobre la naturaleza de la masculinidad y de la femineidad. Si Dios no existe, o pasa a ser irrelevante socialmente, todo esto se derrumba; no hay más manual de instrucciones y pasa el hombre a ser artífice de la realidad. Otro aspecto es el dualismo filosófico… heredamos de la filosofía griega la idea de que “el hombre es la unión de lo material y de lo inmaterial, cuerpo y alma, dos realidades inseparables” A partir de Descartes, con su “pienso, luego existo” complicó el razonamiento y se pudo separar el alma del cuerpo, llegando el espíritu a ser capaz de determinar el cuerpo, o la forma corporal más “adecuada” al pensar y al sentir …y al dejar de existir el propio Dios, cada opinión pasó a ser válida y buena, y lo que es malo para mí puede ser bueno para otros. Para Foucault, finalmente, se termina determinando el concepto de “normalidad” o de “salud”. Un ejemplo es la homosexualidad y la evolución de su definición en el DSM, manual de diagnóstico y estadísticas de desórdenes mentales en el que figuraba primero como una “parafilia”, luego como una perturbación en la orientación sexual, luego como “ego-distonic homosexuality”, hasta desaparecer finalmente del manual en 1987. 
 
Así, con la demolición de la antropología natural, la relativización de los fundamentos del orden social, la destrucción de las bases de la religión, la “reconstrucción” de la familia, el adoctrinamiento escolar, la validación de ideas “políticamente correctas, la transformación del sistema legal y la renovada y permanente utilización de la agitación y propaganda, quedan sentadas las bases para la revolución cultural que hoy arrasa los países occidentales.

Y si esto no es una revolución, ¿qué es una revolución? …

En estos días hay un avance en Francia de nuevas reivindicaciones como la de Procreación Médica Asistida (PMA) a lesbianas y mujeres solas. El político francés Christian Vanneste[1] define con claridad el carácter revolucionario de estas propuestas: “de lo que se trata es de una revolución, que comenzó lentamente con el cuestionamiento del entorno familiar tradicional, de su estabilidad y del estatus de sus miembros, que continuó con la creación de nuevos estilos de vida para "parejas" adaptadas a las "orientaciones sexuales", y que triunfó con el "matrimonio" unisex. Luego de esta toma del poder, los revolucionarios continúan desplegando su programa frente a una resistencia que ha disminuido, cuando la apuesta es vital para nuestro país, para nuestra civilización. Hoy, se trata a través de la sanción de una ley de "bioética" de extender los medios que la técnica científica brinda a las parejas que tienen dificultades accidentales para procrear a personas que, por naturaleza, esencialmente, no pueden hacerlo, como por ejemplo en el caso de dos mujeres.” Destaca que “la clave de la revolución suicida que sufrimos es el individualismo rey, el narcisismo absoluto, la libertad como emancipación de los caprichos y la igualdad impulsada hasta el absurdo. Esta ideología mortífera pisotea la antropología racional, las especificidades naturales y complementarias de los sexos, que las sociedades ciertamente pueden asociar de manera diferente pero que no pueden negar, corriendo el riesgo de la autodestrucción.”

Se pregunta si “los partidarios aparentes de la libertad y la igualdad no están construyendo la pesadilla de "Brave New World" imaginada por Aldous Huxley? ¿Un mundo totalitario, materialista, científicamente inhumano? Padre 1, padre 2, en lugar de padre y madre, como lo sugería un parlamentario”

Finalmente cree Vanneste que si nuestra “civilización, y más nuestro país prosigan alejándose (de la antropología natural)  hasta negarla, más el desorden se instalará en los comportamientos, transformando a nuestra sociedad en una multitud solitaria más o menos sometida a una tecnocracia y a largo plazo ciega. Y es otra la revolución que corre el riesgo de llevarse a cabo, primero a través de la demografía, y luego por la violencia.”

Pero la revolución sexual que desemboca en la revolución del género muestra en paso también de un tema de algún parcial y relacionado con la moral sexual a un tema mucho más amplio, que describe muy bien  Grégor Puppinck en “Eugenismo, contracepción, revolución sexual: las tres victorias del transhumanismo”[2] al tratar sobre un proyecto de ley –tratado en Francia- sobre bioética "PMA para todos": “más allá de su medida emblemática,  introduce una serie de rupturas todavía más fundamentales: separa completamente la procreación de la sexualidad al introducir la PMA no terapéutica; hace independiente de la edad a la capacidad de procrear, legalizando la auto conservación de los gametos; fomenta la eugenesia a través de la extensión del diagnóstico prenatal y previo a la implantación; libera la explotación y la modificación genética de embriones humanos; favorece el aborto al eliminar el período de reflexión y el permiso de los padres a los menores; elimina el límite entre el hombre y el animal al autorizar el trasplante de células humanas en embriones animales; sustituye la voluntad a la biología como fundamento de la filiación.  La brutal supresión de las protecciones y prohibiciones pacientemente establecidas por las leyes anteriores deja sin palabras.  Es como si el dique bioético se derrumbara delante de nuestros ojos, arrastrado por la perspectiva progresista que anima a la mayoría parlamentaria. Por lo tanto, para comprender la filosofía que subyace a este proyecto de ley, y que le da coherencia, es necesario ir a las raíces mismas de este progresismo-cientista, que hoy se denomina transhumanismo y en cuya huella se inscribe el diputado Jean-Louis Touraine, relator de la ley, también un militante activo de la GPA y de la eutanasia. A este respecto, es importante comprender que todas estas medidas son parte de un vasto proyecto de transformación del hombre que tiene profundas raíces en el pensamiento de la Ilustración, en particular en Condorcet, que creía "que no se ha mencionado ningún límite a la perfección de las facultades humanas”, y que "la perfectibilidad del hombre es realmente indefinida" (1795). Ese progresismo ha encontrado las bases científicas de su visión filosófica acerca del destino de la humanidad, en la extrapolación de la teoría de Darwin, y haciéndolo, también de una nueva moral.  Según esta visión, el hombre es un ser espiritual (es decir, dotado de inteligencia y voluntad) cuya conciencia provendría de la vida, y la vida de la materia.  Así, el hombre sería un mutante involucrado en un proceso constante de evolución - y elevación - por la emancipación primero de la materia inerte y luego de la vida animal, para alcanzar una forma de vida consciente, una vida "humana".  Por lo tanto, nuestra humanidad no quedaría fija en un estado dado, natural, sino que progresaría a medida que avanza el proceso de dominación de la materia, que culmina en la dominación de la voluntad individual sobre su propio cuerpo.  El progreso, como un proceso de espiritualización, se convierte así en la condición y en la medida de nuestra humanidad.  El cuerpo, en el proceso, se devalúa, se reduce a simple materia animal; y la vida solo es un material.  Esto explica, por supuesto, la eugenesia, pero también la valoración contemporánea de las diversas formas de sexualidad no fecundantes. Porque estas formas de sexualidad prueban que incluso en este aspecto particularmente animal de nuestro ser, el espíritu individual puede escapar de lo que se da naturalmente, y trascenderlo. Menos animales, estas sexualidades serían por lo tanto más humanas.” Termina afirmando Puppinck: “… el punto de "cambio antropológico" fue la aceptación de la primera separación entre sexualidad y procreación, es decir, la anticoncepción.  "Todo lo demás es solo una consecuencia” ”

E-Cristians, una asociación de reflexión y acción cristiana que participa en el debate político y social no partidista, publicó recientemente un análisis sobre la ideología de género y el tipo de feminismo que usa a esta ideología. Denunciaba que “la ideología de género funciona como el marxismo, simplemente sustituyendo a la burguesía y la (según el marxismo) lucha de clases por los hombres o el patriarcado y la (según el “generismo”) lucha de sexos.” Así, en el marco más amplio de la reflexión de este ensayo, vemos que la ideología de género, funciona como el marxismo. Con la “Teoría de género” se puede hablar apropiadamente de revolución cultural. La teoría de género, separa “naturaleza” de “cultura”, e introduce el concepto de “mundo cultural”, de alguna medida autónomo y creado exclusivamente por el hombre. Los que han transformado ya costumbres, normas y leyes, entienden que en lo que concierne a las relaciones entre mujeres y hombres, deben obedecer a explicaciones de orden social y sociológico (cambiantes) y no a la naturaleza y biología (inmutables) (A no ser que consideremos que aplica aquí también la teoría de la evolución, en este caso “acelerada” y sujeta a la voluntad humana).

Teatro de operaciones y ejes del pensamiento en esta guerra cultural

Este proceso que no es natural sino inducido, incluye la creación de “batallones culturales” mediáticos, políticos y  legislativos que se encargaron y se encargan de elaborar, promover y difundir sus concepciones fabricadas y de imponerlas en el tejido social a través de los medios de comunicación masiva y de la educación en las escuelas hasta hacerlas de ejecución obligatoria. Temas desconocidos o que no afectaban a las grandes mayorías hace pocos años como homosexualidad, “homoparentalidad”, orientación sexual, igualdad y antidiscriminación, sexo biológico, categoría sexual de pertenencia, género legal, apariencia sexual, atribución sexual, masculinidad y feminidad, categorización binaria o múltiple, relaciones de poder, patriarcado, consciencia de género, construcción y deconstrucción de género, han pasado a convertirse hoy en contenidos obligatorios e ineludibles.

En esta lucha, en España, Ignacio Arsuaga plantea varios vectores de fuerza y ejes de pensamiento para plantear “el buen combate. Estos son la defensa de la vida, la oposición a los partidarios del aborto, la lucha contra el adoctrinamiento LGTBI y la ideología de género transmitida a los niños en la escuela, contra las leyes y normativa ‘mordaza’ LGTBI y de género, contra el adoctrinamiento sexual de los hijos en las aulas, la lucha por la libertad de los padres de educar a sus hijos y por las libertades de los ciudadanos a quienes pretenden esclavizar las leyes ideológicas de la izquierda.

Consecuencias de una teoría del género hegemónica

Alberto Riva Posse, médico, psiquiatra y académico argentino, plantea cuatro consecuencias para la sociedad que se verifican cuando la teoría de género adquiere un rol hegemónico:
1   Puesto que no se pretende liberar el sexo, sino de liberarse del sexo, en tanto realidad biológica, la propuesta de la ideología de género es una ficción de libertad incondicionada, de creación de uno mismo a partir de la nada, que reniega de la realidad biológica. La propuesta de una solución que borra toda diferencia sexual y/o de género entre los humanos (sexualidad líquida o fluida) propone un error que tiene consecuencias psiquiátricas y sociales. La homogeneización produce el desmoronamiento de la figura paterna.

2   El padre ya no puede desempeñar el papel que normalmente le corresponde, y encarnar la Ley simbólica que le permite al niño poner término a la “fusión materna” propia de la primera infancia; o lo que es lo mismo: entrar en la edad adulta. La quiebra de valores firmes conduce a los hombres a dudar de sí mismos, lo que deteriora gravemente las relaciones entre los sexos. La quiebra de valores firmes lleva a las mujeres a deconstruir su rol materno.  El hundimiento de la función paterna produce una generación de inmaduros narcisistas que nunca consiguen resolver la triangulación y asumir sus responsabilidades adultas. Solo mantienen el deseo orgásmico, instrumental, impersonal y aislado. Sin entrega amorosa ni destino. Un padre sabe que la madurez de su paternidad implica que la vida no se hace insoportable por las circunstancias, y que sólo se hace insoportable por la falta de sentido y propósito. Siempre se ha atacado la responsabilidad paterna, pero ha persistido. Siempre hubo hombres y mujeres maduros, que afrontan las vicisitudes de la vida, cuidando a quienes están a su cargo.

3    Facilita la aparición de nuevos totalitarismos.  A gran escala, solamente causa confusión y altera toda comunicación humana en la sociedad alterar en la educación escolar las formas en que los niños y las niñas juegan, obligándolos a mezclar ropas y roles buscando una homogeneización fluida y se hace dificultoso el reconocimiento del bien común. El Prof. Augusto del Noce reveló la clave del peligro que un nuevo totalitarismo acecha hoy día en nuestras sociedades: “El nuevo totalitarismo es muy diferente de las antiguos métodos utilizados, porque es un totalitarismo de la desintegración social”. Antes fueron procedimientos de dominación social, autoritarios, violentos, brutalmente dictatoriales. Este nuevo totalitarismo dominaría las personas ….. desintegrando… su maduración… y por lo tanto su relacionamiento social… Se basaría en la fluidez líquida de las personas y la sociedad, incapaces de organización comunitaria.

4 Finalmente, al desaparecer el reconocimiento del bien común, solo se producen narcisismos aislados, que ignoran a todo “otro“, en una ciega búsqueda de placer hedónico. Se reduce a la sociedad a una inmadurez incapaz de ejercer su libertad, y la promesa de una igualdad se obtiene a costa de perder la libertad personal. La cohesión social, solo se mantiene por un antinatural orden extrínseco en el que “Papá Estado” es solicitado enérgicamente por una población inmadura, incapaz y dependiente.

Para el Dr. Riva Posse, “afortunadamente a lo largo de la Historia siempre florecieron seres humanos capaces de un destino de paternidad y maternidad. “El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto o ante una obra inconclusa, no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el “porqué” de su existencia y podrá soportar casi cualquier “cómo”. (Viktor Frankl)  A la Medicina le queda la observación de las consecuencias actualmente negativas de esta ideología. Y continuar trabajando para el bienestar de los pacientes.” Y –agregamos-a la sociedad civil le queda por delante la reconstrucción…

Nota: Sobre el final de la redacción de este ensayo, el Dr Riva Posse agrega una reflexión que abre todo un panorama al señalar la necesidad de relacionar esta teoría con el narcisismo contemporáneo que  impide a la persona abrir su interior a la presencia del “otro” por oposición a la madurez que, al incluir al “otro” en su perspectiva, le permite percibir la realidad de un modo objetivo, no dejando lugar a un desarrollo patológico de la fantasía que da luz a esa teoría.

Cabe preguntarse si el mismo razonamiento sobre el narcisismo no se aplica en un orden más general al “revolucionario” de todos los tiempos. En efecto, si buscáramos algunos trazos comunes en personajes como Lutero, Robespierre, Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, Fidel Castro, y tantos otros, quizás veríamos en ellos rasgos de personalidad similares. Por lo menos los frutos que han producido se parecen mucho a los de personalidades patológicamente narcisistas, que desconocen la existencia y la importancia de los demás –a quienes son incapaces de escuchar y de ayudar - que aún sin desconocer sus propios defectos necesitan ser admirados, con vidas interiores alejadas de la realidad y complejos de superioridad sin límites como  es el mundo de fantasía que ellos mismos crean, tóxicos, egocéntricos, manipuladores, constructores de poder en base a la sumisión de los demás, mentirosos capaces hasta de engañarse a sí mismos para poder mantener una falsa superioridad, controladores, fabricantes de mundos capaces de derrumbarse cuando les llega el fracaso, y también de mantener además la mentira mientras sea posible hacerlo y su imaginación les provea de las imágenes “vendibles” de un “mañana” que nunca llega. Esta reflexión ratifica lo expresado por Solzhenitsyn, tantas veces repetido: "La línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre partidos políticos sino que atraviesa cada corazón humano". El precio que deberá pagar el hombre moderno es abandono del narcisismo, comenzando a recorrer el arduo camino que lleva a la madurez…




[1] Christian Vanneste es un político francés. Miembro de la UMP y RPR, fue elegido dos veces como diputado - https://www.ndf.fr/politique/09-10-2019/pas-de-marchandisation-de-lenfant-pas-denfant-voulu-sans-pere/

[2] https://prudentiapolitica.blogspot.com/2019/10/los-movimientos-neomalthusianos-y.html

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