4.4. La revolución cultural
“Hoy, tras cien millones de asesinatos, toda esa escoria
manchada de sangre y horror es reivindicada por los niños mimados de Occidente,
los intelectualillos universitarios de gafas de diseño y becas erasmus. Donde
de verdad ha triunfado el marxismo es entre nosotros. Y no por la rebelión de
las masas, sino por la degradación de las élites. No es a Lenin a quien tienen
que dedicar estos petimetres sus aquelarres, sino a Gramsci, el hombre que
conquistó Europa para el bolchevismo cultural[1]”
Solzhenitsyn
y la revolución cultural
Entenderemos aquí de un modo general por revolución cultural a los
intentos de demolición y de substitución del sistema de, creencias, valores,
costumbres e instituciones básicas que se desarrollaron y estuvieron vigentes
durante siglos en Occidente a partir de la antropología natural y la herencia
judeocristiana y grecorromana.
Quizás por no haberlo desarrollado en detalle en sus escritos ni
integrado a sus discursos, se conoce menos -cualquiera haya sido la razón- el
pensamiento de Solzhenitsyn sobre “la revolución cultural”, en aspectos como el
aborto, la ideología de género, el feminismo, la eutanasia, la liberalización
de las drogas, y tantos otros que hoy están en el centro de la crisis del mundo
contemporáneo. A lo que sí se ha referido muy claramente el escritor es al
materialismo hedonista y consumista occidental, que consideraba ser uno de los
grandes problemas de nuestra época.
¿Revolución violenta o lenta transformación? - Gramsci
Si la revolución fuese como una hidra, una de sus “nuevas” cabezas sería
claramente la revolución cultural, que ha encontrado claramente un campo muy
fértil en un mundo occidental que continúa buscando su destino luego de las dos
grandes guerras mundiales, de las que emergió sin preocuparse realmente por
sentar las bases para “un mundo mejor”. Fueron claras demostraciones la
necesidad por las principales potencias de la creación de la OTAN (1949) y del
Pacto de Varsovia (1955)[2]
y una guerra fría que hoy retoma fuerzas, y a la que se suma una cantidad de
enfrentamientos armados en todo el mundo y la carrera armamentística.
Para
deshacer la hegemonía burguesa y reemplazarla por otra hegemonía con anclaje
cultural de inspiración Gramsciana -consciente o no- un medio podría ser una revolución violenta
(en caso de ser históricamente viable) o a través de un proceso que pueda ser
llevado a cabo sin violencia física extrema y que permita ocupar posiciones
centrales de “poder cultural” y trabajar con todo el herramental disponible en
la transformación paulatina de pensamientos y conductas.
Una
revolución cultural provoca e impulsa un avance muy profundo y difícil de
revertir, visible en el abandono paulatino de los fundamentos de la sociedad, y
en su reemplazo por un sistema de valores invertidos. Esto se percibe
claramente al pasar de un análisis como el de Martín Malia al tipo de visión
desarrollada desde la cárcel por Gramsci, ni siquiera mencionado en el libro de
Malia sobre la revolución.
Gramsci
de algún modo "actualiza" el marxismo leninismo clásico desarrollando
sus teorías sobre la "hegemonía cultural", que lleva al dominio del
hombre no solo mediante la fuerza, sino a través del consentimiento. Así como
para Lenin la revolución cultural y la reforma intelectual y moral de las masas
sucede luego de conquistado el poder, para Gramsci sucede antes, y se
transforman primero las conciencias para luego tomar el poder. De este modo, la
fuerza pasa no solo a través de los partidos y movimientos revolucionarios,
sino también a través de las organizaciones populares, "que representan
como las "trincheras" y las fortificaciones permanentes de la guerra
de posiciones"[3].
Sin intentar convertir el gramscismo en tema
específico de análisis, es claro que para los cultores de la revolución el
principal problema es la revolución de los paradigmas, los valores y las creencias,
y la demolición del orden creado a lo largo de los siglos sobre una sólida base
judeo cristiana que se fundió con lo mejor de la herencia intelectual griega e
institucional romana para formar lo que fue el mundo occidental.
Desconstruyendo la religión, las instituciones, el orden jurídico, las
costumbres, la familia, se puede ganar el corazón del hombre. Y con el dominio
del corazón del hombre, la revolución cultural está en condiciones de obtener
una gran victoria. ¿Será una victoria definitiva?
Con los aportes de Gramsci, el proceso revolucionario continúa con la "radicalización de la democracia" a través de la generación y capitalización de los conflictos llevados a cabo mediante reivindicaciones diversas, movimientos populares de masas, asambleas y diversos organismos, y a través de la constitución de redes globalizadas que internacionalizan los conflictos y logran el poder desde adentro y desde afuera de los propios países.
Con los aportes de Gramsci, el proceso revolucionario continúa con la "radicalización de la democracia" a través de la generación y capitalización de los conflictos llevados a cabo mediante reivindicaciones diversas, movimientos populares de masas, asambleas y diversos organismos, y a través de la constitución de redes globalizadas que internacionalizan los conflictos y logran el poder desde adentro y desde afuera de los propios países.
Cuando los contornos de la república se
desdibujan, cuando la democracia se vacía de contenido, cuando se vacían las
instituciones, se está en presencia de victorias de la revolución.
Pero también se está en presencia de
victorias de la revolución, cuando a una demanda antinatural como la solicitud
el cambio de sexo de una mujer nacida con todos los atributos de mujer, la
sociedad responde con una operación de cirugía "estética" legalmente
efectuada, se puede proceder a cambiar su sexo "legal" en el registro
civil, se puede efectuar su "casamiento" con otra mujer, y se le
permite que adopte un hijo como "padre", ("cada demanda genera
un derecho y el estado tiene la obligación de satisfacerla", especialmente
si proviene de la "comunidad" gay-lesbica-travesti-transexual-bisexual-intersexual)
La violencia, y aún la violencia extrema a
veces solo es necesaria en el momento de la toma completa del poder. Pero ir
demoliendo al adversario en una lucha en la que ni el mismo sabe contra quién
está luchando ni quiénes son sus verdaderos aliados y sus verdaderos enemigos
es mucho más fácil. Una lucha en la que un contendiente se desarma, abandona
sus "trincheras" y entrega sus "fortificaciones", en una
retirada continua y desordenada.
En la contraposición dialéctica, la “lucha de
clases” pasa a ser lucha de “diversidades”[4]
y en la revolución actual del “sistema de la diversidad”, como afirma Ben
Cobley, “el proletariado ha sido sustituido por las identidades protegidas”.
Así, “dependiendo de tu origen o de tu género se te asigna un lugar en el
mundo”.
Durante
mucho tiempo, una percepción común de la verdad era compartida por muchos
pueblos y se extendía sin mayores discusiones en un mundo consciente de haber
sido creado e inmerso en una realidad más amplia que abarcaba el mundo natural
y el sobrenatural, de donde provenían a su vez los fundamentos de las ciencias
y el conocimiento[5]. Con el
iluminismo, se propagó la convicción de que la razón sin necesidad de la
religión suministraba las herramientas para descubrir la realidad, desplazando
así a la religión del terreno de juego público y depositando toda la confianza
en la capacidad del hombre para desarrollar una irrefrenable marcha hacia el
progreso. Esa marcha culminó con las dos guerras mundiales y la imposición de
las ideologías, siendo la última la de género.
En
efecto, en el siglo XX se fue desarrollando/imponiendo/difundiendo una teoría
que no solo pone en cuestionamiento la mera posibilidad del conocimiento de “la
verdad objetiva”, sino que llega al punto en que cada persona podría definir su
propia verdad, que no tiene porque ser permanente y que tiene más que ver con
las percepciones y sensibilidades que cada uno desarrolle en sí. De acuerdo con
este paradigma, en sesenta años se pasó de la “liberación de las costumbres” y
“cuestionamiento de la autoridad” (sean los padres o las autoridades
científicas), al absurdo de la imposición de la legislación de “género” por la
cual un hombre biológico –reconocido como tal por la ciencia- puede obligar a
la comunidad a inscribirlo y reconocerlo como mujer, e inversamente, para
mencionar solo un ejemplo de los efectos de la desconstrucción de ideas,
discursos y textos que conformarían una nueva realidad, no “ontológica”, pero con
todos los efectos de legitimación social de anti valores, con todo lo que ello
implica.
De
un modo más amplio, la cultura del siglo XX, se fue degenerando y perdiendo su
forma y significado, y así hoy “nuestra cultura acepta con igual entusiasmo el
canto gregoriano y MTV; la Biblia y el Satanismo, la filosofía Tomista y el
post-modernismo, Freud y San Agustín, el ballet clásico y el break dancing. Y
todo ocurre al mismo tiempo, a menudo lado a lado, sin coherencia o unidad
alguna”[6]
- Ejemplos contemporáneos de la revolución cultural:
Rusia, Francia, USA, España e Irlanda
“Cuando el pueblo no tiene ideales y principios, es propenso a actuar
sin ninguna compulsión hacia el bien de todos, y ningún gobierno funciona bien
y suavemente, y quizás los gobiernos democráticos aún menos que otros”, porque
“la democracia presupone un consenso sobre los valores, un acuerdo extendido
sobre lo moralmente bueno y la vida deseable”. Ello hace innecesario “recurrir
a la compulsión generalizada, y es un signo de que los ciudadanos gobernados
tienen la dosis adecuada de integridad y
responsabilidad personal” The
sensate culture, Harold O.J. Brown, 1996
Rusia
- la receta de 1917
Desde el comienzo de la revolución rusa, la transformación de leyes,
costumbres y normas para destruir la familia tradicional fue uno de los “vectores”
de lucha predilectos. Baste señalar el Código Familiar de 1918 sobre
matrimonio, familia, custodia de los hijos, y la liberalización del aborto.
Durante bastante tiempo se favorecieron las uniones libres y se crearon
oficinas para registrar casamientos y tramitar divorcios exprés en 15 minutos.
Ya figuraba entre los objetivos de los marxistas y anarquistas rusos el voltear
la dupla del “trono y el altar”, y luego abolir el matrimonio y le familia,
considerados como “plagas o azotes de la humanidad”. Federico Engels, en “El
origen de la familia, la propiedad y el estado” afirmará que “bajo el comunismo, las relaciones entre los
sexos serán una cuestión estrictamente personal, que solo conciernen a los
individuos interesados y en la cual la sociedad no tendrá que intervenir”. A la
libertad de casamiento, corresponderá también la libertad de divorcio. En
diciembre de 1917 se instituye en Rusia por decreto la “laicización” del
matrimonio, la igualdad absoluta entre esposos, y la abolición de diferencias
entre hijos legítimos e ilegítimos, y el divorcio. En 1920 se legaliza también
el aborto gratuito. Los resultados fueron tan catastróficos que en 1936 se
emite una nueva legislación que prohibía el aborto, protegía la maternidad,
aumentaba significativamente el costo del divorcio (salvo para las mujeres de
detenidos, para quienes el divorcio era unilateral y gratuito). En 1944 otro
decreto refuerza la protección del matrimonio y de la maternidad,
considerándose a Stalin como “el protector de las familias y el padre de los
pueblos”. En 1955 se vuelve a autorizar el aborto, y el divorcio se hizo más
fácil.
Francia
– el partido comunista francés acompaña y desde el principio se subordina a Moscú
El partido comunista francés tuvo que aprender -desde el
principio y a lo largo de su historia- a tragar sapos y culebras, y no temer
las contradicciones y los “giros dialécticos” que el realismo soviético le
impuso siempre. El principio de no contradicción nunca formó parte de los
criterios a respetar por el marxismo. Fueron famosos el apoyo al pacto entre
Hitler y Stalin y las contorsiones a que fue obligado el PCF y los más notorios
intelectuales comunistas franceses al volverse Hitler contra el Este luego de
una relación más que superficial, y la omisión de la mínima crítica a los
métodos del terror de Lenin y Stalin. En Francia la revolución también cambió
el sentido de la familia, absorbiendo por parte del estado la potestad paterna
y materna, y cambiando el papel de la mujer en la sociedad. En 1920, la asamblea prohíbe por
ley el aborto y la venta de anticonceptivos. En 1924, L’Humanité
, en el órgano periodístico del Partido Comunista Francés afirma que[7]
: “es necesario que la mujer se rebele y destruya las viejas e imbéciles
tradiciones … que la mantienen todavía en estado de servidumbre y de sumisión,
y hacen de ella un vulgar instrumento de la reproducción humana … los
comunistas desean que la mujer se libera lo más posible de su hogar, que no se
someta al yugo de la maternidad -si no es en forma razonada y consciente- que
se introduzca en todas las ramas del trabajo industrial, comercial, agrario e
intelectual, que participe con todos los derechos del hombre en la actividad
económica yu en la vida política del país”
Luego de la década de 1960, en 1967, se autoriza por ley la venta de
anticonceptivos, con receta, y con autorización de los padres en el caso de
menores.
En 1974, se reembolsan los anticonceptivos y se permite su adquisición
sin intervención de los padres, y se aprueba la llamada “ley Simone Veil” por
la que se autoriza finalmente a la “interrupción voluntaria del embarazo”, que
luego será reembolsado, primero el 70 % (1982) y luego el 100 % (2013).
Finalmente, en nuestros días, hasta las niñas menores pueden abortar sin
necesidad de autorización de los padres.
Estados
Unidos - de 1950 en adelante
Aquí, la transformación del clima social y moral fue generando un caldo
de cultivo que permitió la penetración de la revolución cultural en un sistema
educativo ampliado con la inclusión de nuevos medios de comunicación masivos
que se “sumaron” a los formales de la familia y las instituciones educativas
“clásicas”, y que fueron “produciendo” la prohibición de la oración y la
lectura de la Biblia en las escuelas públicas (década de los años50),
revolución sexual y drogas (60´s), aborto libre (70´s), desarrollo de la
industria del aborto e imposición de los estudios de género en universidades
(80´s), demolición pública de la familia tradicional y legitimación de
conductas sexuales desviadas (90´s). Así, la revolución cultural penetró a
través de la educación, los medios, el cine, el mundo de las “celebrities”, y
las instituciones “democráticas”[8]
España – el derrumbe del post-franquismo y el laicismo como ideología
Hoy
la destrucción de la familia en
la sociedad española es un hecho. Recientemente el Obispo de Córdoba Juan Jose
Araujo se refería a las nuevas normas legales que muestran una perspectiva poco
alentadora como la nueva ley de matrimonio; la relación entre personas del
mismo sexo; la nueva ley del divorcio; la reforma y extensión de la legislación
que regula la reproducción humana y la experimentación con embriones,
permitiendo la ’clonación terapéutica’; y la nueva Ley Orgánica de Educación
(LOE). Afirmaba el Obispo que “estamos viviendo "una transformación de la sociedad tan
profunda que podría ser considerada como una auténtica revolución del conjunto
de la sociedad española y de la tradición cristiana, que, en muchos casos, es
sustituida por una relectura laicista de la historia". Calificó esta nueva
cultura de tener un marcado acento inmanentista, encuentra en muchos casos el
apoyo explícito de los medios de comunicación social, en ocasiones poco
respetuosos con los sentimientos religiosos de la mayoría de los
españoles".
La revolución penetró por la vía legislativa.
El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, experto
en el estudio y la denuncia de la ideología de
género, señalaba la ligazón existente en España entre “las
distintas oleadas de la Revolución Sexual” y los pasos legislativos de esta
revolución: "El caldo de cultivo para el éxito de esta revolución en
España fue en un primer momento el cambio de régimen con el comienzo de la
democracia y el «aggiornamento» eclesial que siguió a la celebración del
Concilio Vaticano II. El llamado «post-concilio» y el nuevo régimen de
libertades crearon un clima favorable para aceptar toda novedad por el simple
hecho de ser «nueva», sin discernir su bondad o maldad, ni prever sus
consecuencias devastadoras.
Así se fueron introduciendo las nuevas
leyes:
- del divorcio (1981),
- la despenalización del aborto (1985),
- la ley sobre Técnicas de Reproducción Asistida (1988),
- la ley que permite el así llamado matrimonio civil entre personas del mismo sexo (2005),
- la ley del divorcio «exprés» y del «repudio» (2005),
- la introducción de la asignatura «Educación para la ciudadanía» que hacía presente la ideología de género en la escuela (2006),
- la ley sobre técnicas de reproducción humana asistida (2006),
- la ley Aido sobre la interrupción del embarazo y la salud sexual y reproductiva (2010),
- la ley de investigación biomédica (2011),
- hasta llegar a las leyes autonómicas sobre «Identidad y expresión de género e Igualdad social y no discriminación» (Madrid, 2016),
- la ley sobre transexualidad (Valencia, 2017), etc."
La historia continúa y nos recuerda el obispo que "en estos momentos está presentada una proposición de Ley nacional sobre no discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género... auspiciada por el partido Unidos-Podemos (2017)"; una ley que viene a impedir o castigar cualquier crítica a la ideología de género y sus comportamientos sexuales y pide priorizar estos comportamientos en la cultura y enseñanza.”
- del divorcio (1981),
- la despenalización del aborto (1985),
- la ley sobre Técnicas de Reproducción Asistida (1988),
- la ley que permite el así llamado matrimonio civil entre personas del mismo sexo (2005),
- la ley del divorcio «exprés» y del «repudio» (2005),
- la introducción de la asignatura «Educación para la ciudadanía» que hacía presente la ideología de género en la escuela (2006),
- la ley sobre técnicas de reproducción humana asistida (2006),
- la ley Aido sobre la interrupción del embarazo y la salud sexual y reproductiva (2010),
- la ley de investigación biomédica (2011),
- hasta llegar a las leyes autonómicas sobre «Identidad y expresión de género e Igualdad social y no discriminación» (Madrid, 2016),
- la ley sobre transexualidad (Valencia, 2017), etc."
La historia continúa y nos recuerda el obispo que "en estos momentos está presentada una proposición de Ley nacional sobre no discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género... auspiciada por el partido Unidos-Podemos (2017)"; una ley que viene a impedir o castigar cualquier crítica a la ideología de género y sus comportamientos sexuales y pide priorizar estos comportamientos en la cultura y enseñanza.”
El
medio de comunicación pro-vida y pro-familia Actuall, el 30 de Julio de 2019
expresaba en un artículo distribuido en su newsletter[9]
que “la legislación izquierdista sigue en vigor en nuestro país. Una
legislación que profundizó Zapatero y Rajoy consolidó. El presidente del
Foro de la Sociedad Civil, Jesús Banegas, llamaba la atención sobre las claves
de la destrucción de la familia, una de las piezas fundamentales del entramado
legislativo progre: “Llama la atención el desmoronamiento de los principios
vertebradores de nuestra civilización occidental y muy en particular de la
familia. Los enemigos de las instituciones sociales espontáneas, creadores de
artificios orientados a la atomización de la sociedad y a su dependencia del
Estado, han venido teniendo éxito en Europa como ponen de manifiesto:
1)
La sustitución de la familia –cuna
del compromiso, la fidelidad, la solidaridad y la trasmisión de las buenas
costumbres– por el aislamiento y la soledad que engendran los hogares
unipersonales; que en Suecia ya superan el 50 por ciento.
2)
La decadencia del matrimonio
–compromiso y estabilidad– y la emergencia de nacimientos gestados por madres
solteras, que de nuevo en Suecia alcanzan el 55 por ciento.
3)
La generalización de las desgracias
–pobreza, mala educación, abusos, hábitos destructivos, etcétera– se centra
mayormente en hogares monoparentales
y escasamente en familias intactas.
4)
La violencia de género –con Suecia
como distinguido líder mundial– es mucho más frecuente donde la familia
nuclear, semánticamente despreciada como «heteropatriarcado», está más diluida.
y
5)
En los países nórdicos, donde más lejos ha llegado la crisis forzada de la
familia, cada vez más gente –casi un 50 por ciento en Suecia– no tiene quien la
despida de este mundo cuando fallece. En una sociedad abierta, a diferencia del
homo sovieticus que tan magistralmente retratara la premio Nobel Svetlana
Aleksiévich, siempre es posible –como sostenía Karl Popper– salir del error y
emprender el camino del acierto; y es lo que en Europa debiéramos hacer cuanto
antes. Es el tiempo de autocríticas y
reformas para vencer la decadencia de una Europa que aún está a tiempo de revertir
su destino, para mejor.”
Irlanda, también paso rápidamente de ser “bastión del catolicismo” a ser
un país secular, de población multi-etnica y de varias religiones, en el que la
revolución no tardó en llegar.
John P. McCarthy[11],
profesor emérito de historia y ex director del Instituto de Estudios Irlandeses
de la Universidad de Fordham, muestra en un artículo reciente la velocidad del
cambio cultural, y su transformación en cambio institucional, en un país que
supuestamente era considerado como un “país cristiano”: “La participación
masiva en la visita del papa Juan Pablo II en 1979, la aprobación abrumadora de
una enmienda constitucional contra el aborto en 1983 y un rechazo comparable
del divorcio tres años después, parecían reforzar la imagen de Irlanda como
católica. Sin embargo, la relación de Irlanda con el catolicismo comenzó a
cambiar en las décadas que siguieron, lo que en cierta medida fue impulsado por
escándalos clericales y episcopales. Otros factores, como la modernización
económica, el aumento de los viajes internacionales, los medios de comunicación
secularizados, las actitudes liberalizadas respecto de la crianza de los hijos
y el aumento de la "corrección política", desempeñaron un papel
importante en la transformación producida. En 1995, una enmienda constitucional
permitió el divorcio en circunstancias limitadas. En 2012, Enda Kenny, nuevo
primer ministro del tradicionalmente más conservador Partido Fine Gael,
suspendió por un tiempo el cargo de embajador irlandés en el Vaticano en 2012
por supuesta falta de colaboración papal con las investigaciones
gubernamentales irlandesas sobre asuntos de abuso clerical. En 2015, una
enmienda constitucional aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Tres años más tarde, un referéndum permitió el aborto sin restricciones en las
primeras doce semanas de embarazo, y más tarde en caso de peligro para la vida
de la madre o en la probabilidad de que el feto no sobreviva. Ambas enmiendas
fueron aprobadas por mayorías comparables a los votos contra el aborto y el
divorcio tres décadas antes. Y cuando el Papa Francisco visitó Irlanda en
agosto de 2018, la asistencia a la misa que ofreció en Phoenix Park, Dublín,
fue aproximadamente una décima parte de la que hubo en la misa celebrada allí
por el Papa Juan Pablo II o en la del Congreso Eucarístico de 1932.”
[1] Lecciones de la Revolución de Octubre, artículo publicado
en El Manifiesto de Javier R. Portella
[2]
El Tratado del Atlántico Norte NATO –se firmó en 1949. El Pacto de
Varsovia se suscribió en 1955 y se disolvió en 1991. Del Pacto de Varsovia
pasan a la NATO en 1999 La República Checa, Hungría y Polonia. En 2004
Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia; y en
2009 Albania y Croacia
[3] Cuadernos, III
[5]
“porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios.
Pues escrito está: El es el que prende a los sabios en su propia astucia” (1,
Corintios 3:19)… “No vale sabiduría, ni entendimiento, ni consejo frente al
Señor” (Proverbios 21:30) … “El prende a los sabios en su propia astucia, y el
c0onsejo de los sagaces pronto se frustra” (Job 5:13).
[6] Harold O.J. Brown “The Sensate Culture – Western
Civilization between chaos and transformation” 1996
[8]
Como ejemplo de la velocidad del cambio de
las costumbres en el cine, se puede citar el “Código
de censura cinematográfico de 1930”, famoso código de censura que inaugurara la
M.P.P.A. (Asociación de Productores Cinematográficos de los EEUU) el 31 de
marzo de 1930 de R.P.Daniel A. Lord, S.J.Martin Quigley, Will H. Hays, que
hasta 1956 no alteró su contenido, aunque sí tuvo modificaciones para ser
finalmente derogado. Ese código tenía tres principios generales: “(1) No
se autorizará ningún film que pueda rebajar el nivel moral de los espectadores.
Nunca se conducirá al espectador a tomar partido por el crimen, el
mal, el pecado. (2) Los
géneros de vida descritos en el film serán correctos, tenida cuenta de las
exigencias particulares del drama y del espectáculo. Y (3) La ley, natural o humana, no será ridiculizada y
la simpatía del auditorio no irá, hacia aquellos que la violentan.”. Luego se
sucedía una enumeración de directivas concretas que dan una idea de lo que era
la cultura de la época antes del derrumbe. Como ejemplo del marco de
referencia que establecía el código, transcribimos los lineamientos que se
establecían en materia de sexualidad: “El carácter sagrado de la institución
del matrimonio y del hogar será mantenido. Los films no dejarán suponer que formas
groseras de relación sexual son cosa frecuente o reconocida. .” Fuente
"Versión textual del célebre código de censura Hays en
Hollywood." Publicado en 'Cinemateca" Nro. 19 Marzo de
1979-Montevideo-Uruguay. Págs..41/42. https://web.archive.org/web/20070311053616/http://www.academiadelapipa.org.ar/cod_hays.htm Sería
interesante volver a poner en discusión este “código” en estos tiempos.
Seguramente despertaría fuertes reacciones, a favor y en contra.
[10]
https://www.crisismagazine.com/2019/why-ireland-snubbed-st-john-henry-newman
[11] Autor de Hilaire Belloc: Edwardian Radical (1978); Kevin O’Higgins:
Constructor del Estado irlandés (2006); e Irlanda del siglo XXI: una visión
desde América (2012).
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