3.2. Visión de Occidente
Principales mensajes difundidos en el mundo
occidental
Además de sus libros, los grandes discursos y
mensajes de Solzhenitsyn tienen una importancia especial porque constituyen una
parte esencial de una estrategia integral que formó parte de una lucha que tuvo
y tiene por teatro de operaciones al mundo entero. La sensación de obra abierta
o inacabada del escritor a la que hace referencia un buen conocedor sus obras y
de su persona, quizás radique en que fue como un general que planificó sus operaciones
y las ejecutó en una gran campaña que abarcó toda su vida adulta, habiéndole
sido imposible al mismo tiempo dejar una doctrina más o menos “cerrada” como
las de los grandes teóricos de la guerra o un gran filósofo. En efecto, el
escritor elabora a lo largo de su vida un mensaje que va perfeccionando a
medida que incorpora nuevos datos y los elabora, y que fue tan importante tanto
para el pensamiento como para la acción.
Sus discursos y artículos, generalmente
incluyen una parte descriptiva o un análisis histórico con que construye un
marco para sus conclusiones, sus pronósticos o “profecías”, que le permiten pasar
luego a sus contundentes “recomendaciones”, que adquieren más fuerza en el
contexto.
Dividimos sus mensajes en aquellos que presentara
al mundo occidental y en los dirigidos al pueblo ruso. Tengamos en
consideración los tiempos.
En febrero de 1974 Solzhenitsyn es expulsado de la
URSS, pasa por Alemania, y en marzo de 1974 se encuentra con su familia en
Suiza. Luego la Universidad de Stanford lo invita a los Estados Unidos donde
estuvo en la Hoover Institution, hasta mudarse a Cavendish –Vermont- en octubre
de 1976. Así, el discurso del Nobel (1972) es escrito en
Rusia y enviado a Estocolmo y “Vivir en la verdad” (1974) está escrito en plena
“transición” y fue dirigido al pueblo ruso y publicado en el samizdat, pero
como fue publicado también en el Washington Post entendemos que tiene
características de mensaje “universal” y se integra en armonía de conjunto con
los posteriores, por lo que lo incluimos en el primer grupo para una mejor
comprensión del conjunto.
1972 - En el discurso
del Nobel (1972) se trata de la posibilidad que tiene el arte –y en
particular la literatura- de ayudar a un mundo contemporáneo en riesgo de
desmoronamiento gracias a su renovado y cobarde “espíritu de Munich” frente al
poder y la barbarie que avanzan sobre una civilización dividida por una
profunda grieta que separa visiones del mundo y escalas de valores totalmente
opuestas. Para Solzhenitsyn, la literatura “posee el poder de ayudar a la
humanidad” si cada escritor se asocia en la lucha asociado con sus colegas del
resto del mundo, siempre que la literatura sea “esclava de la verdad”.
1974 - En “Vivir sin mentira” (1974), plantea algo
elemental pero necesario, a lo que está llamado todo el mundo: a la lucha
contra la mentira y contra la violencia, quizá un más profundo enemigo de la
paz que la propia guerra. A algunos les estará reservado proclamar las verdades
incómodas, pero a todos les es obligatorio no colaborar contra las mentiras
impuestas como si fueran verdades…
1975 - Tres años después del Nobel, Solzhenitsyn
dirige un discurso al mundo occidental en territorio de los trabajadores
(AFL-CIO 1975). Comienza identificándose como uno de ellos – “¡Hermanos! ¡Hermanos
en el trabajo!” – y lanza al mundo occidental una advertencia sobre la
naturaleza del comunismo y sus recomendaciones para una necesaria “distensión”
sentada sobre bases sólidas apoyadas en los principios morales que se sitúan
por encima de la ley, y donde debe estar bien clara la diferencia entre lo que
está bien y lo que está mal. En ese
momento, Alexander Solzhenitsyn ve un doble proceso en el mundo: uno de
concesiones y entrega de los países occidentales al comunismo, y otro –de
liberación- que proviene de los países que no sacrifican su conciencia bajo la
caparazón comunista, liberan su espíritu y no pactan con el mal. Exhorta a los
Estados Unidos a sumarse al segundo proceso.
1978 - Su conocido discurso de Harvard (1978) es
pronunciado tres años después del anterior. Allí el escritor aborda una gran
cantidad de temas, todos de la mayor importancia e impacto. Comenzando por la
“geografía” de los problemas a los que se va a referir y describiendo luego las
dificultades que enfrenta el mundo occidental, como la falta de coraje cívico, la búsqueda de
placer como objetivo, una concepción “legalista” del “contrato social”, del
estado de derecho y las consecuencias que se derivan de su manipulación, y los
resultados que tienen los cambios en la concepción de los derechos y los
deberes. Destaca que “el crecimiento” tiene un precio que es necesario pagar
para conseguirlo. Luego prosigue analizando si “el problema está en el hombre o
en el sistema, y como se conforma la opinión pública para luego utilizarla
políticamente como si fuera la voluntad general. También destaca la falta de
líderes, la fragilidad de la civilización, describe el alcance real de los
problemas y la debilidad “occidental” pese a su avance tecnológico, analiza la
raíz histórica de esa debilidad, el problema del materialismo (dialéctico o
consumista) en el Este y el Oeste, la relación entre progreso y miseria moral,
y el desarrollo de un humanismo racionalista y de un antropocentrismo
“irreligioso”. Finalmente relaciona el pasado y el futuro, y describe el
problema de “focalización” occidental, dado que estratégica y política y
militarmente no parece posible combatir el mal con otros males, o con “otros
malos” como aliados, para terminar
planteando cual debería ser la orientación de la libertad, y señalando
un único camino para todos, que necesariamente será en subida…
1980 - En 1980, en dos artículos en medios
nacionales de los Estados Unidos, Solzhenitsyn vuelve a señalar el error de
Occidente de no distinguir en política internacional entre “país dominado por
el comunismo” y “nación subyacente bajo una caparazón comunista”, y de tener
como interlocutores validos a las autoridades oficiales y no a los pueblos
oprimidos. También analiza el futuro en cuanto a las relaciones con Rusia y con
China.
1983 - En 1983, en ocasión de recibir el premio
Templeton en Londres, pronuncia un discurso particularmente importante en el
que se refiere al olvido de Dios como la gran causa de la Revolución, que fue
el gran tema de su vida como escritor. Afirma que “los hombres se han olvidado
de Dios, y esta es la razón por la que todo sucedió”; y el alejar de la
conciencia humana la dimensión divina ha sido el factor determinante de los
grandes crímenes del siglo.
En esta
serie de discursos, es posible apreciar los cimientos del pensamiento integral
de Solzhenitsyn: la verdad, el bien y el mal, las normas morales del derecho,
el precio de la libertad y el mundo sobrenatural como componentes necesario de
la visión del mundo que se ha ido formando con los años.
1993 - Hay dos
discursos más de importancia, pronunciados en Occidente en 1993. Uno en
Liechtenstein y el otro en Francia. El 14 de Septiembre de 1993, en
Liechtenstein, le pide a Occidente que no pierda sus valores ni la estabilidad
que brinda el estado de derecho que garantiza a los ciudadanos un espacio para
su vida privada y la elaboración de su futuro, valores que no brotaron
automáticamente a la caída del Muro de Berlín en los países del Este. Y unos
días después, el 25 de septiembre en la
inauguración de un monumento a los mártires de la Vendée destaca a la
revolución francesa como antecedente de la rusa y a la resistencia de los
mártires franceses con la de los cosacos en la revuelta de Tamblor, también
ahogada en sangre.
Analizaremos cada discurso por separado, con mayor
profundidad en algunos casos.
-
El discurso del premio Nobel de literatura[1]
- primavera de 1972
Su múltiple vocación de escritor e
historiador se puede apreciar en el discurso del premio Nobel de 1970. Allí se refiere al propósito de la
literatura, que permite transmitir las verdades en un marco “extra político”,
pero que al mismo tiempo sirve a la política porque permite extrapolar
experiencias de utilidad para países y generaciones de diferentes ubicaciones
geográficas y épocas.
A partir de su experiencia en el Gulag, liga
a su destino y asume como propia la obligación de escribir con esa inspiración,
citando las palabras de Vladimir Soloviev: “Incluso encadenados, nosotros
mismos debemos completar ese círculo que los dioses han trazado para
nosotros”
Anticipándose al discurso de Harvard, en el
discurso del Nobel muestra su visión del mundo –todo el mundo- y sugiere la utilización
consciente de la literatura al servicio de una vocación de servicio
“universal”: “Tanto países como continentes enteros repiten los errores de los
demás con lapsos que pueden llegar a ser de siglos. Entonces, se podría
pensar, ¡todo sería tan obvio! Pero no. Lo que algunas naciones ya
han experimentado, considerado y rechazado, es repentinamente descubierto por
otros como si fuera la última palabra. Y aquí de nuevo, el único sustituto
de una experiencia que nosotros mismos nunca hemos vivido es el arte, la
literatura, que posee la maravillosa habilidad, más allá de las distinciones de
lenguaje, costumbre, estructura social; puede transmitir la experiencia de vida
de una nación entera a otra. A una nación inexperta le puede transmitir un
durísimo juicio nacional que durará muchas décadas, o en el mejor de los casos,
salvar a una nación entera de un camino superfluo, equivocado o incluso
desastroso, reduciendo así los meandros de la historia humana. Es esta la
gran y noble propiedad del arte que os recuerdo con urgencia hoy desde el
estrado del Nobel.”
Las circunstancias
Si hay un acontecimiento que genera las
condiciones para ver en su verdadera magnitud la naturaleza de la lucha en que
estaba empeñado, así como las facetas de la personalidad y la envergadura del
pensamiento de Alexander Solzhenitsyn, este fue el premio Nobel de 1970,
otorgado el 8 de octubre de ese año por la novela Un día en la vida de
Iván Denissovitch, que había hecho pasar a su autor de su obscuro papel de
profesor de provincia residente en Riazán al de “celebridad”, a punto tal que
fue designado miembro de la Unión de Escritores sin que mediara solicitud ni
trámite alguno por su parte. La publicación fue aprobada por el mismo
Khrouchtchev en septiembre de 1962, y se puso a la venta en Rusia en noviembre
de ese año.
El discurso con motivo del otorgamiento del
premio es redactado a partir de fin de año de 1970. Será entregado a la
Academia Sueca en la primavera de 1972 y publicado ese año por la Fundación
Nobel. No fue pronunciado en la típica ceremonia de Estocolmo porque el
escritor no quería salir de su país sin garantía de retorno, habiéndosele
impedido también recibirlo en la embajada sueca en Rusia para evitar las
repercusiones mediáticas. [2]
Las circunstancias que rodearon el Nobel de
Solzhenitsyn podrían constituir el argumento de una novela. En lo que respecta
a su vida personal, fue en esta época que culminaba su casamiento legal con una
Natacha Réchétovskaïa, su compañera desde la juventud, que no se resignaba a la
separación al punto de intentar a los seis días del otorgamiento del premio,
una fallida tentativa de suicidio en la datcha de Mstislav Rostropovitch, luego
de tocar “el primer movimiento del Tercer Concerto de Beethoven”.[3]
Al mismo tiempo, los vaivenes que rodean el
otorgamiento del premio forman parte de la redacción de un decreto el 20 de
noviembre por el que se lo privará de su nacionalidad, expulsándolo además de
la Unión Soviética. Una vez logrado el éxito de la impresión y difusión en su
país en millones de ejemplares de esa pequeña obra maestra, el escritor pasa a
ser una personalidad conocida y reconocida. Apoyado en ese prestigio prosigue
procurando la publicación de sus obras más comprometidas, y el régimen se le
pone abiertamente en contra reconociendo lo “peligroso” de sus ideas para el
comunismo. Al mismo tiempo que se estrecha el círculo de vigilancia y espionaje
de sus obras y actividades es expulsado de la Unión de Escritores.
Pero Solzhenitsyn no se arredra, y aprovecha
el hostigamiento para hacerse más visible aún. Y el Premio Nobel le da la
oportunidad de mostrar al mundo su conflicto. El régimen responderá al desafío
con una batería de acciones que comienzan con la presión del gobierno para que
no se le dé el premio, y una vez otorgado este, intentando minimizar el impacto
en los medios mundiales de la divulgación universal de los resultados de la
ferocidad de la revolución y de lo que se constituía como un símbolo de la
posibilidad de resistencia. Finalmente, en febrero de 1974 será arrestado y
desterrado, ordenándose el retiro de sus obras de las bibliotecas públicas.
Solzhenitsyn
va a aprovechar la oportunidad del discurso escrito en oportunidad del
premio Nobel, para explicar al mundo el sentido y el contexto de su trabajo de
escritor, asumiendo la representatividad de todos los escritores que la
opresión comunista ha callado y eliminado.
El enfoque estratégico del discurso se
evidencia en los temas abordados, y particularmente en el énfasis que pone en
destacar la oportunidad que se le presenta de “…subir a la plataforma desde la
cual se lee la disertación relativa a un Premio Nobel, una plataforma demasiado
lejana para cualquier escritor y disponible solamente una vez en la vida…”.
El escritor explica en qué carácter se
encuentra allí, y cumpliendo qué obligación: “Parado aquí hoy, acompañado por
las sombras de los caídos, permitiendo con la frente inclinada que pasen los
anteriores que fueron dignos de precederme en llegar a este lugar; estando
parado aquí ¿cómo podría yo adivinar y expresar lo que ellos hubieran querido
decir? Esta obligación ha pesado largo tiempo sobre nosotros y la hemos comprendido.
En las palabras de Vladimir Soloviev: “Aún en cadenas, nosotros mismos debemos
completar ese círculo que los dioses nos han trazado””
La situación en el
siglo XX
Como en casi todos sus escritos de combate,
Solzhenitsyn delimita y describe el teatro de operaciones, que abarca el siglo
completo: “…nuestro Siglo XX ha demostrado ser más cruel que los siglos
precedentes y los horrores de sus primeros cincuenta años no se han borrado.”
Las pasiones de la época son las de siempre:
“…nuestro mundo está siendo sojuzgado por las misma viejas pasiones de la época
de las cavernas: codicia, envidia, descontrol, mutua hostilidad; pasiones todas
ellas que, con el paso del tiempo, se han conseguido seudónimos respetables
tales como lucha de clases, conflicto racial, disputas sindicales.”
Y el hombre, extraviado, ha abandonado los
principios por los “beneficios” que van a definir la “felicidad” de cada uno y
de su grupo de pertenencia. Así, “… en nuestras almas no existen los eternos,
universales, conceptos de bondad y de justicia; que son fluctuantes e
inconstantes. De lo que se desprende la regla: haz siempre lo más provechoso
para tu facción. Cualquier grupo profesional, ni bien percibe una oportunidad
favorable para arrancar un pedazo, aun si no lo ha ganado, aun si le es
superfluo, pues lo arranca inmediatamente y no le importa si la sociedad entera
se derrumba después.”
El escritor ve claramente el problema
actualizado de la Torre de Babel: “Tal como se lo ve desde afuera, la amplitud
de las disputas de la sociedad occidental se está aproximando al punto más allá
del cual el sistema se vuelve inestable y no puede sino desmoronarse.”
Y el poder violento avanza cada vez más: “El
mundo está siendo inundado por la desvergonzada convicción de que el poder
puede hacer cualquier cosa y la justicia no puede hacer nada. Los “Demonios” de
Dostoyevski – aparentemente una pesadilla provincial fantasiosa del siglo
pasado – se están diseminando por todo el mundo ante nuestros propios ojos,
infectando países en dónde ni se los ha soñado siquiera. Con sus asaltos,
secuestros, explosiones e incendios de los últimos años ¡están anunciando su
determinación de sacudir y destruir a la civilización entera! Y podrían muy
bien llegar a triunfar.”
Y la juventud (ahora diríamos “los millennials”)
cae en el siglo XX (agregaríamos también el XXI) en los mismos errores de los
revolucionarios del Siglo XIX: “Los jóvenes, a una edad en la que no tienen
experiencia alguna aparte de la sexual, al no tener todavía años de sufrimiento
personal y de comprensión personal detrás de sí, se encuentran repitiendo
jubilosamente nuestros depravados errores rusos del Siglo XIX creyendo que han
descubierto algo nuevo. Aclaman la última miserable perversión cometida por los
Guardias Rojos como un ejemplo gracioso. Y en una banal falta de comprensión de
la milenaria esencia de la humanidad, con la pueril ilusión de los corazones
inexpertos se ponen a gritar: echemos a esos codiciosos opresores, a los
gobiernos crueles, y los nuevos (¡nosotros!), después de haber dejado a un lado
las granadas y los fusiles, seremos justos y comprensivos. ¡Ni siquiera algo
parecido sucedería! …”
Y los mayores que deberían ejercer un
verdadero liderazgo, se muestran paralizados por la cobardía: “…aquellos que
han vivido más y que comprenden, aquellos que podrían oponerse a estos jóvenes
– muchos de ellos no se atreven a hacerlo. Hasta los adulan. Cualquier cosa con
tal de no parecer “retrógrado”.”
En efecto, el “espíritu de Múnich” sigue más
vigente que nunca dominado por el espíritu de los derrotados, que se arrastra
en el lodo de la cobardía: “…el espíritu de Múnich de ninguna manera se ha
retirado hacia el pasado; no fue meramente un breve episodio. Hasta me animo a
decir que el espíritu de Múnich prevalece en el Siglo XX. El tímido mundo
civilizado, no ha encontrado nada para oponerle al asalto del súbito
renacimiento de la barbarie descarnada, aparte de concesiones y sonrisas.”
Así, el falso éxito y los deseos de
prosperidad a toda costa nos han engañado: “…el espíritu de Múnich es una
enfermedad que ataca la voluntad las personas exitosas; es la condición
habitual de quienes se han entregado al afán de prosperidad a cualquier precio,
al bienestar material como objetivo supremo de la existencia terrena.”
La razón de la sinrazón, es simplemente que
no estamos dispuestos a pagar el precio de la libertad, y hasta que no lo
hagamos, nada pasará: “Esas personas – y hay muchas de ellas en el mundo actual
– eligen la pasividad y la retirada; tanto como para que la vida a la que se
han habituado pueda seguir arrastrándose un poco más; tanto como para no tener
que traspasar hoy el umbral de la adversidad – y mañana, ya verás, todo estará
bien. (¡Pero nunca estará bien! El precio de la cobardía será siempre la
maldad; cosecharemos coraje y victoria únicamente cuando nos atrevamos a hacer
sacrificios.)”
La belleza, el
arte y el artista
Al no encontrar soluciones por el lado
del poder, Solzhenitsyn plantea la vigencia de la tríada de los valores de
Platón, y la vuelve a instalar destacando especialmente el valor de la Belleza
como factor de cambio: “Entonces, ¿tal vez esa antigua trinidad de Verdad,
Bondad y Belleza no es simplemente una fórmula vacía y descolorida como
pensamos en los días de nuestra juventud materialista y segura de sí misma? Si
las copas de estos tres árboles convergen, como sostuvieron los eruditos, pero
los tallos demasiado ostentosos y directos de la Verdad y la Bondad se
aplastan, se cortan, no se permiten, entonces quizás los fantásticos,
impredecibles e inesperados tallos de la Belleza sobresalgan. y ¿al elevarse A
ESE MISMO LUGAR cumplirán el trabajo de los tres? Y en ese caso, la observación
de Dostoievski, "La belleza salvará al mundo" ¿no habrá sido una
frase descuidada sino una profecía? Después de todo, a él, un hombre de
fantástica iluminación, se le concedió ver mucho. ¿Y en ese caso el arte, la
literatura podría realmente ser capaz de ayudar al mundo de hoy? Es la pequeña
visión en la que, a lo largo de los años, he logrado avanzar en este asunto, y
que intentaré presentarles hoy aquí.”
El arte para Solzhenitsyn tiene un alcance
que va más allá de la intención de los propios artistas y que de algún modo no
es racional: “… la irracionalidad del arte, sus sorprendentes giros, sus
descubrimientos impredecibles, su demoledora influencia sobre los seres humanos
– todo ello está demasiado lleno de magia para ser agotado por la cosmovisión
del artista, por su concepción artística o por el trabajo de sus indignos
dedos.”
La belleza realiza su aporte a la “vida
cultural” con un poder específico propio que le da un valor y un papel
especial, dado que “…existe cierta peculiaridad en la esencia de la belleza,
una peculiaridad en el rango del arte; el poder de convicción de una auténtica
obra de arte es completamente irrefutable y obliga a la rendición hasta a un
corazón opositor … una obra de arte lleva en sí misma su propia verificación…
las obras de arte que han desenterrado la verdad y nos la han presentado como
una fuerza viviente se aferran a nosotros, nos exigen, y nadie jamás, ni
siquiera en las épocas que vendrán, aparecerá para refutarlas.”
En ese caso, una pregunta importante para
nuestro tiempo es si la literatura puede realmente ayudar al mundo hoy día y
como puede hacerlo.
El arte trasciende de algún modo al artista, que
puede tener dos marcos de referencia según adopte la posición del creador
“absoluto” de un mundo que el mismo produce, o la de alguien que participa de
un mundo que ya existe y que está subordinado a un poder superior del cual
percibe la armonía y la belleza. Así, “un artista se ve a sí mismo como el
creador de un mundo espiritual independiente; se echa sobre los hombros la
tarea de crear ese mundo, de poblarlo y de aceptar las más amplias
responsabilidades por él; pero sucumbe bajo su peso porque ningún genio mortal
es capaz de sobrellevar una carga así. …. Otro artista, reconociendo un poder
superior por encima de él, trabaja contento como un modesto aprendiz bajo el
cielo de Dios y, sin embargo, su responsabilidad por todo lo que ha escrito,
por las almas que perciben su trabajo, es más exigente que nunca. Pero, en
contrapartida, no es él quien ha creado este mundo, no es él quien lo dirige,
no tiene duda en cuanto a sus fundamentos; ese artista sólo tiene que ser más
agudamente consciente que los demás de la armonía del mundo, de la belleza y de
la fealdad, de la contribución humana al mismo, y comunicar eso con precisión a
sus semejantes. Y en el infortunio, aún en los abismos de la existencia – en
exilio, en prisión, en enfermedad – su sentido de estable armonía nunca lo
abandona.”
Visión del mundo y
escalas de valores
Solzhenitsyn avanza con el relato de su
visión, y cuenta que ha ido descubriendo un mundo contemporáneo deshumanizado:
“…. un mundo en dónde algunos lloraban lágrimas desconsoladas mientras otros
bailaban al ritmo de un alegre musical.” En este contexto se plantea “el
problema de la grieta”: “… ¿por qué es que las personas no pueden escuchar cada
sonido distintivo proferido por los demás?”.
En las diferentes visiones del mundo y
escalas de valores, encuentra una explicación, porque “…desde tiempos
inmemoriales el ser humano está hecho de tal modo que su experiencia personal y
grupal determinan su visión del mundo, en la medida en que esta cosmovisión no
le haya sido instilada por sugestión externa. La experiencia personal y grupal
determina también sus motivaciones y su escala de valores, sus acciones e
intenciones. … Y ésa es la base más sólida para la comprensión del mundo que
nos rodea y de la conducta humana que en él se desarrolla.
Pero no siempre hubo grieta, y con el paso de
los siglos se han producido cambios. Durante mucho tiempo, “... a los
seres humanos individuales les fue posible percibir y aceptar una escala
general de valores, distinguir entre lo que es considerado normal y lo que no
lo es, saber qué es increíble, qué es cruel y qué se encuentra más allá de los
límites de la maldad, qué es honesto, qué es engaño.”
Pero en nuestra época, todo el sistema de
medios de comunicación ha transformado y transforma continuamente la realidad
en espectáculo a través de la continua imposición de imágenes de alto impacto
que se reproducen al infinito por toda la tierra, haciendo que “la humanidad se
haya vuelto una”… “la unificación se realiza por medio de las
publicaciones y las transmisiones internacionales. Una avalancha de sucesos cae
sobre nosotros – y en un minuto la mitad del mundo escucha su estruendo.”
Es entonces un problema característico de
nuestro tiempo el que ya no haya una escala de valores común: “las personas
aplican a los sucesos sus propios valores trabajosamente conquistados y juzgan
tenazmente, confiadamente, sólo de acuerdo con su propia escala de valores y
jamás de acuerdo con cualquier otra.”
Pero además, “hay diferentes escalas de
valores para las catástrofes naturales: …para los insultos personales: …para el
castigo y para la maldad” Esas escalas de valores sirven para distintos
propósitos: … Hay una para evaluar hechos al alcance de la mano, otra para los
que se hallan lejanos; las sociedades en vías de envejecer tienen una, las
sociedades jóvenes otra; una es la de las personas fracasadas, otra es la de
las personas exitosas. ….., y confiadamente juzgamos a la totalidad del mundo
de acuerdo con nuestros propios valores íntimos. “
Y en este contexto lo que nos mueve es el
corto plazo y la proximidad. Queremos todo ya, aquí y ahora. Y además, creemos
que es posible conseguir lo que queremos y evitar lo que no vemos. La distancia
disminuye la importancia a nuestros ojos de los sucesos lejanos y entonces,
“tomamos por mayor desastre, por más doloroso y más insoportable, no al
que es realmente mayor, más doloroso y más insoportable, sino al que nos toca
más de cerca.”
Lo que está lejos, lo que afecta a otros nunca
es grave: “… todo lo que esté más allá, todo lo que no amenace con invadir hoy
mismo nuestro umbral – con todos sus gemidos, sus llantos sofocados, sus vidas
destrozadas, incluso si involucra a millones de víctimas – a todo eso, en
general, lo consideramos como algo de proporciones perfectamente soportables y
tolerables.” Así, “la mente se siente especialmente en paz en lo
concerniente a aquellas partes del mundo de las cuales no sabemos virtualmente
nada, de las cuales no recibimos más noticias que las suposiciones triviales y
extemporáneas de unos pocos corresponsales.”
Inversamente, todo aquello que: “desde cierta
distancia y de acuerdo con una escala de valores parece ser una libertad
envidiable y floreciente, al mirarlo de cerca bajo otra escala de valores se
siente como una opresión irritante que incita a construir barricadas con
vehículos tumbados. Eso que en una parte del mundo puede representar el sueño
de una increíble prosperidad, en la otra tiene el exasperante efecto de una
explotación salvaje que demanda la huelga inmediata.”
Esta situación de múltiples valoraciones
sobre los mismos acontecimientos produce al final cualquier cosa menos una
sociedad estable: “un mundo, una humanidad, no puede existir a la vista de
seis, cuatro o aun hasta dos escalas de valores. Nos desgarraremos por esta
disparidad de ritmos, esta disparidad de vibraciones. Un hombre con dos
corazones no es para este mundo. Por eso, tampoco seremos capaces de vivir lado
a lado sobre una tierra única sin coordinación.”
Ahora bien… ¿quién y cómo coordinará estas
escalas de valores? …
El rol salvador de
la literatura
En este punto es donde encuentra Solzhenitsyn
que es necesario entender la función del arte y la literatura:
“afortunadamente, ¡existe un medio así en nuestro mundo! Ese medio es el arte.
Ese medio es la literatura. Arte y literatura pueden hacer el milagro: pueden
superar esa perniciosa peculiaridad del hombre de aprender solamente a través
de experiencias personales de tal forma que la experiencia de otras personas
pasa a su lado en vano. De persona a persona, durante la corta estadía del
individuo sobre la tierra, el arte transfiere el peso completo de la
experiencia ajena de toda una vida, con todas sus cargas, sus colores, sus
jirones de vida; reencarna una experiencia desconocida y nos permite poseerla
como si fuese nuestra.”
¿Por qué sería posible poner las esperanzas
en el arte y en la literatura? Debido a sus características peculiares, pueden
sustituir a la experiencia y trascender a su época transmitiendo los mensajes
de generación en generación, y dotando a la memoria de vida de algún modo,
porque “… poseen una capacidad maravillosa: más allá de las diferencias de
lenguaje, costumbres y estructuras sociales, pueden convertir la experiencia
vital de toda una nación en otra cosa. A una nación inexperta le pueden aportar
una severa prueba nacional durante muchas décadas, ahorrándole quizás a toda
una nación el tránsito por un camino superfluo, errado o hasta desastroso,
suavizando así los meandros de la historia humana.”
Y quizás sea este el centro de su mensaje:
“es esta grande y noble propiedad del arte lo que hoy quiero recordaros
urgentemente desde esta tribuna del premio Nobel”…“los escritores y los
artistas pueden lograr más: ¡pueden vencer a la falsedad! ¡En la lucha contra
la falsedad el arte siempre ha vencido y siempre vence! ¡Abiertamente,
irrefutablemente para todo el mundo! La falsedad puede ofrecer resistencia a
muchas cosas en este mundo, pero no al arte.”
El arte puede ser
callado por el poder
Si Solzhenitsyn conoce bien algo, en sus
cincuenta años de vida bajo un régimen comunista es que el arte, la belleza y
la verdad expresada en la literatura de los hombre libres forma parte del
“enemigo a ser abatido”, y lo dice, al mismo tiempo que señala los efectos de
la persecución: “… ¡ay de la nación cuya literatura es perturbada por la
intervención del poder! Porque ésa no es sólo una violación de la “libertad de
prensa”, es la clausura del corazón de la nación, es el despedazamiento de su
memoria. La nación cesa de tener conciencia de sí misma, resulta despojada de
su unidad espiritual y, a pesar de un lenguaje supuestamente común, los
compatriotas súbitamente dejan de entenderse entre sí. Generaciones silenciosas
se vuelven viejas sin haber jamás hablado de sí mismas, ni entre sí, ni a sus
descendientes. Cuando escritores como Achmatova y Zamjatin – enterrados en vida
y de por vida – quedan condenados a crear en silencio hasta su muerte, nunca
escuchando el eco de sus palabras escritas, eso no es solamente su tragedia
personal sino la tragedia de toda la nación y un peligro para toda la nación.
Más aún, en algunos casos – cuando, como resultado de un silencio tal, la
Historia entera deja de ser comprendida en su totalidad – lo que emerge es un
peligro para toda la humanidad.”
Pero la literatura universal, asociada en la
lucha por la verdad, puede vencer a la violencia. Se pregunta el escritor por
“… el lugar y el papel del escritor en este mundo cruel, dinámico y escindido”,
y se contesta. El escritor debe luchar, asociado a sus colegas del resto del
mundo. Desde hace tiempo la literatura rusa está familiarizada con la noción de
que el escritor puede hacer mucho dentro de su sociedad y que es su deber
hacerlo: “… hoy, entre los escritores de un país y los escritores y lectores de
otro, hay una reciprocidad poco menos que instantánea. Yo mismo lo he
experimentado. Aquellos de mis libros que, por desgracia, no han sido
publicados en mi propio país muy pronto encontraron una favorable audiencia
mundial, a pesar de apresuradas y frecuentemente hasta malas traducciones. …he
sentido y comprendido que la literatura universal ya no es una antología
abstracta, ni una generalización inventada por los historiadores de la
literatura. Es más bien un cuerpo común y un espíritu común, un sentimiento
íntimo común que refleja la creciente unidad de la humanidad. … Y la única
salvación de la humanidad reside en que cada uno se haga cargo de todo; en que
las personas del Este se involucren vitalmente con lo que se piensa en
Occidente y en que las personas de Occidente se involucren vitalmente con lo
que sucede en el Este. Y la literatura, como el instrumento más sensible y de
más rápida respuesta que posee la criatura humana, ha sido la primera en
adoptar, asimilar y aferrarse a esta sensación de creciente unidad de la
humanidad. De esta forma, me dirijo confiado a la literatura universal actual –
a cientos de amigos con quienes nunca me he encontrado en persona y a quienes
jamás veré.”
La literatura universal, en efecto, tiene un
papel que desempeñar: “…creo en que la literatura universal posee el poder de
ayudar a la humanidad en estas horas de angustia. Ayudar a que se vea a si
misma tal como realmente es, a pesar del adoctrinamiento de personas y partidos
cargados de prejuicios. La literatura universal posee el poder de aportar
experiencia concentrada, de un país a otro, para que dejemos de estar
escindidos y confundidos; para que las diferentes escalas de valores puedan
ponerse de acuerdo y cada nación aprenda correcta y concisamente la verdadera
historia de la otra, con tal intensidad de reconocimiento y de punzante
conciencia como si ella misma hubiera experimentado lo mismo, para que pueda
liberarse de cometer los mismos errores. Y quizás, bajo esas condiciones,
nosotros los artistas estaremos en condiciones de cultivar en nosotros mismos
un campo de visión que abarque a todo el mundo: colocándonos en el centro para
observar como cualquier otro ser humano lo que está cerca, comenzaremos a
integrar en la periferia aquello que está sucediendo en el resto del mundo. Y
correlacionaremos y respetaremos las proporciones universales.”
Pero la literatura, para ser eficaz, debe ser
esclava de la verdad. El que emprende esta lucha colosal, sabe que “una palabra
de verdad pesa más que todo el universo”[4]:
“Se nos dirá: ¿qué puede hacer la literatura contra el desalmado asalto de la
violencia bruta? Pero no olvidemos que la violencia no vive en soledad y no es
capaz de vivir sola: necesita estar entremezclada con la mentira. Entre ambas
existe el más íntimo y el más profundo de los vínculos naturales. La violencia
halla su único resguardo en la mentira y el único soporte de la mentira es la
violencia. Cualquier persona que ha hecho de la violencia su método,
inexorablemente debe elegir a la mentira como su principio. En sus inicios, la
violencia actúa abiertamente y hasta con orgullo. Pero, ni bien se vuelve
fuerte y firmemente establecida, siente la rarefacción del aire que la circunda
y no puede seguir existiendo si no es en una neblina de mentiras revestidas de
demagogia. No siempre, ni necesariamente aprieta abiertamente los cuellos; es
más frecuente que exija de sus súbditos solamente un juramento de lealtad a la
mentira; solamente una complicidad en la falsedad.”
Solzhenitsyn, termina el discurso del Nobel,
convocando a los escritores libres de todos los rincones de la tierra y
mostrándoles los entre telones y el ejemplo de su
propia decisión y acción: “Los proverbios sobre la verdad son muy queridos
para el ruso. Brindan una expresión constante y, a veces, sorprendente de la
dura y no despreciable experiencia nacional: UNA PALABRA DE VERDAD PESARÁ MÁS
QUE TODO EL MUNDO. Es aquí donde fundamento mi propia actividad y mi apelación
a los escritores de todo el mundo, en una imaginaria fantasía, y en violación
al principio de la conservación de la masa y la energía.”
A sus lectores, el discurso nos sirve –una
vez más- para apreciar cómo se integran y unifican su pensamiento, su
vida, su vocación y su obra, y para ver como cada comunicación suya forma parte
de la “campaña” que es su propia vida.
Luego de su paso por el Gulag y del exilio
interior Solzhenitsyn ha realizado su inserción social. Ha pasado en muy pocos
años del anonimato al otorgamiento del premio Nobel de literatura en octubre de
1970, habiéndose constituido en una molestia real para el régimen comunista. A fines de 1973 está a punto de
culminar el tramo de veinte años de su vida transcurrido desde la muerte de
Stalin. En 1970, a los cincuenta años, ha fundado su verdadera familia con
Natalia Svetlova, veinte años menor, matemática, disidente, dactilógrafa y
entregada totalmente al escritor desde el primer encuentro. De esa unión han
nacido sus tres hijos, Ermolai (1971), Ignat (1972) y Stepan (1973).
En su camino de entrega personal a la
vocación “político literaria” y como parte de ella, Solzhenitsyn participa en
el circuito del “samizdat”, donde circulan sus escritos. Entre estos textos se
cuenta el terminado en septiembre de 1973, pocos meses antes de su destierro,
que publicará también en el Washington Post el 18 de febrero de 1974: Vivir sin mentira, que tiene un mensaje
que sigue vigente, transcurrido ya casi medio siglo. En él, destaca la
importancia de la lucha contra la mentira como método de lucha contra la violencia,
que quizá sea un más profundo enemigo de la paz que la propia guerra.
Ya en el discurso escrito con motivo del
otorgamiento del premio Nobel había analizado el escritor esta relación entre
violencia y mentira: “la violencia no vive en soledad y no es capaz de vivir
sola: necesita estar entremezclada con la mentira. Entre ambas existe el más
íntimo y el más profundo de los vínculos naturales. La violencia halla su único
resguardo en la mentira y el único soporte de la mentira es la violencia.
Cualquier persona que ha hecho de la violencia su método, inexorablemente debe
elegir a la mentira como su principio. En sus inicios, la violencia actúa
abiertamente y hasta con orgullo. Pero, ni bien se vuelve fuerte y firmemente
establecida, siente la rarefacción del aire que la circunda y no puede seguir
existiendo si no es en una neblina de mentiras revestidas de demagogia. No
siempre, no necesariamente aprieta abiertamente los cuellos; es más frecuente
que exija de sus súbditos solamente un juramento de lealtad a la mentira;
solamente una complicidad en la falsedad.”
Pero en la lucha contra la mentira, el arte
tiene su función y el artista, especialmente el escritor puede asumir el papel
de “causa eficiente”, siempre que asuma su responsabilidad: “¡El simple paso de
un simple hombre valiente es no participar de la falsedad, no apoyar falsas
acciones! Que la mentira ingrese al mundo, que incluso reine en el mundo – pero
no con mi ayuda. No obstante, los escritores y los artistas pueden lograr más:
¡pueden vencer a la falsedad! ¡En la lucha contra la falsedad el arte siempre
ha vencido y siempre vence! ¡Abiertamente, irrefutablemente para todo el mundo!
La falsedad puede ofrecer resistencia a muchas cosas en este mundo, pero no al
arte.”
“Vivir sin mentira” equivale a “vivir en la
verdad”. Esta afirmación se corresponde con el “realismo” del escritor, pero
además suministra a quién elige ese “camino de la verdad” un adecuado marco de
referencia para estar bien “ubicado” en la vida; para que la aguja de su
brújula señale al norte… Es el punto de partida necesario para participar en la
sustitución del régimen comunista sobre bases sólidas y objetivas, que es el
tema de este importante mensaje.
En primer lugar hay que ubicarse… ¿y dónde es
que estamos? pues tocando fondo…
Efectivamente, las cosas casi han tocado
fondo. Pero… ¿qué fue lo que pasó?: “Hemos sido adoctrinados en cursos
políticos, y de la misma manera se fomentó la idea de vivir cómodamente, y que
así todo vaya bien para el resto de nuestra vida. No es posible huir del
entorno y de las condiciones sociales.”
Simplemente analizando lo que sucedió luego, es
claro y evidente el error del comunismo:“Ahora que las hachas han hecho su
trabajo, cuando todo lo que se sembró ha brotado de nuevo, vemos cómo se
equivocaron aquellos jóvenes presuntuosos que creyeron que a través del terror,
de la rebelión sangrienta y de la guerra civil harían de nuestro país un lugar
digno y feliz.”
La situación se agravó por la deshumanización
del hombre, y su necesidad de “permanecer en la manada” por temor a explorar
nuevos caminos en soledad: “Ya nos ha afectado a todos una muerte espiritual
universal, y la muerte física pronto se inflamará y nos consumirá a todos y a
nuestros hijos -pero seguimos riéndonos cobardemente, igual que antes, y
refunfuñamos sin mordernos la lengua. ¿Cómo podemos detener esto? ¿Carecemos de
fuerza? Nos han robado la esperanza, y hemos sido tan deshumanizados que por la
modesta ración de comida diaria estamos dispuestos a abandonar todos nuestros
principios, nuestras almas, así como todos los esfuerzos que realizaron
nuestros predecesores y todas las oportunidades para nuestros descendientes
-pero que no molesten a nuestra frágil existencia. Carecemos de firmeza, de
orgullo y de entusiasmo. No tememos ni a la muerte universal por las bombas
nucleares ni a una Tercera Guerra Mundial, y ya nos hemos refugiado en las
grietas. Sólo tememos a los actos de valor civil. Sólo tememos separarnos de la
manada y dar un paso solos, y encontrarnos de pronto sin pan blanco, sin
calefacción y sin estar empadronados…”
¿Se puede hacer algo en la Unión Soviética
con el comunismo en 1973, o sea veinte años antes del cambio de sistema? Y si
se puede hacer algo, ¿qué es lo que se puede? Para Solzhenitsyn es posible
“hacerlo todo”, aunque… “no hemos madurado lo suficiente como para dirigirnos a
las plazas a gritar la verdad o a expresar en voz alta lo que pensamos.” Esos
actos de coraje externo y visible no son necesarios siempre y para todos. Lo
que sabemos, es que “…nada sucederá mientras sigamos reconociendo, alabando y
fortaleciendo –y no dejamos de hacerlo–, el más perceptible de sus aspectos: la
mentira.”
Y aquí llegamos al fondo del mensaje: “la
violencia… nos pide obedecer a la mentira y participar diariamente en la
mentira– Toda la lealtad exigida descansa en esto. Y la salida más simple y más
accesible a la liberación de la mentira descansa precisamente en esto: ninguna
colaboración personal con la mentira. Aunque la mentira lo oculte todo y todo
lo abarque, no será con mi ayuda. Porque cuando los hombres renuncian a mentir,
la mentira sencillamente muere.”
Sin embargo tampoco debe augurarse un camino
de rosas: “es peligroso, pero déjennos negarnos a decir lo que no pensamos.
Este es nuestro camino, el más fácil y accesible, el que tiene en cuenta
nuestra arraigada, inherente cobardía.”
Y aquí Solzhenitsyn enuncia su programa
mínimo para “Vivir sin mentira”:
“Cada uno, en su intimidad, debe realizar una
elección: o seguir siendo siervo de la mentira voluntariamente –por supuesto,
no queda fuera la inclinación a mentir, pero otra cosa es alimentar a la
familia, educando a los hijos en el espíritu de la mentira–, o despreciar la
mentira y volverse un hombre honesto y digno de respeto tanto para los hijos
como para los contemporáneos.
A partir de ese momento:
- No escribirá, firmará o imprimirá por
ningún medio una sola frase que, en su opinión, deforme la verdad.
- No dirá esa misma frase ni en público ni en privado, ni por sí mismo ni por instigación de otro, ni como agitador, profesor, educador, ni siquiera como actor.
- No representará, adoptará o difundirá una sola idea que considere falsa, o que distorsione la verdad, ya sea a través de la pintura, la escultura, la fotografía, la técnica o la música.
- No citará fuera de contexto, ni oralmente ni por escrito, sólo por complacer a alguien, o para enriquecerse, o por lograr éxito en su trabajo, una idea que no comparta o que no refleje con precisión el asunto en cuestión.
- No se obligará a asistir a manifestaciones o a reuniones contra su voluntad, y tampoco levantará ningún cartel o eslogan que no acepte completamente.
-No levantará la mano para votar a favor de una propuesta con la que no simpatice sinceramente, ni votará públicamente o en secreto a quien considere indigno o dude de sus capacidades.
- No se obligará a asistir a una reunión en la que quepa esperar una discusión forzada o distorsionada de una cuestión.
- Abandonará inmediatamente cualquier reunión, sesión, conferencia, representación o película en la que el orador mienta, distribuya estupideces ideológicas o propaganda desvergonzada.
- No se suscribirá ni comprará ningún periódico o revista en los que la información sea deformada o donde los hechos principales sean ocultados.
- No dirá esa misma frase ni en público ni en privado, ni por sí mismo ni por instigación de otro, ni como agitador, profesor, educador, ni siquiera como actor.
- No representará, adoptará o difundirá una sola idea que considere falsa, o que distorsione la verdad, ya sea a través de la pintura, la escultura, la fotografía, la técnica o la música.
- No citará fuera de contexto, ni oralmente ni por escrito, sólo por complacer a alguien, o para enriquecerse, o por lograr éxito en su trabajo, una idea que no comparta o que no refleje con precisión el asunto en cuestión.
- No se obligará a asistir a manifestaciones o a reuniones contra su voluntad, y tampoco levantará ningún cartel o eslogan que no acepte completamente.
-No levantará la mano para votar a favor de una propuesta con la que no simpatice sinceramente, ni votará públicamente o en secreto a quien considere indigno o dude de sus capacidades.
- No se obligará a asistir a una reunión en la que quepa esperar una discusión forzada o distorsionada de una cuestión.
- Abandonará inmediatamente cualquier reunión, sesión, conferencia, representación o película en la que el orador mienta, distribuya estupideces ideológicas o propaganda desvergonzada.
- No se suscribirá ni comprará ningún periódico o revista en los que la información sea deformada o donde los hechos principales sean ocultados.
No hemos enumerado, desde luego, todas las
desviaciones posibles y necesarias de la falsedad, pero una persona que se vaya
purificando fácilmente sabrá distinguir otros supuestos.”
Por supuesto que los resultados no serán
inmediatos y tendrán su costo: “No, al principio no será igual para todos. Algunos,
al principio, perderán sus empleos. Los jóvenes que quieran vivir en la verdad
tendrán, al principio, muchas complicaciones, porque se exigen declaraciones
llenas de mentiras, y es necesario elegir.” Y una vez más, el escritor enuncia
su principio del costo de la libertad. El cambio tiene un precio y exige
coraje, cuya necesidad y simultánea carencia destacará en pocos años más en el
famoso discurso de Harvard. Y si no estamos dispuestos a pagar el precio,
quizás no merezcamos la libertad: “si nos amedrentamos, incluso después de
haber dado este paso, entonces es que somos inútiles e indignos, y se nos podrá
lanzar a la cara el desprecio de Pushkin: “¿Por qué debería tener el ganado los
regalos de la libertad? Su herencia, generación tras generación, es el yugo y
el látigo”… “no hay ninguna escapatoria para alguien que quiera ser honesto.
Todos los días, cualquiera de nosotros tendrá que enfrentarse con al menos una
de las situaciones que acabamos de mencionar, incluso si es investigador en la
más exacta de las ciencias. Verdad o falsedad: libertad o servidumbre
espiritual.” Pero si lo pagamos, haremos posible que la verdadera paz reine.
En su discurso del Nobel, Solzhenitsyn
expresa su esperanza con este final: “Y, ni bien la mentira sea expulsada, quedará
revelada la desnudez de la violencia en toda su fealdad – y la violencia,
decrépita, caerá.”
- Discurso a los trabajadores AFL-CIO[6] - Junio de 1975
Transcurrido aproximadamente un año de su
expulsión de la Unión Soviética, Solzhenitsyn pronuncia su primer discurso en
los Estados Unidos, el 30 de Junio de 1975, en el que se dirige a los obreros
(AF-CIO) en Washington, y que contiene un mensaje de advertencia al mundo
occidental.
Un punto general para destacar especialmente en
este discurso, es que el escritor no tenía una visión “antiamericana” por la
que mucho fue criticado. En efecto, el escritor dedica un párrafo especial para
destacar el papel de los Estados Unidos en las guerras europeas y en general
frente a los cataclismos mundiales. Respecto de las guerras, “… Estados Unidos,
de todos los países de Occidente, es el menos culpable... Los Estados Unidos
han ayudado a Europa a ganar la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Dos veces levantaron a Europa de la
destrucción de la posguerra - dos veces – y durante 10, 20, 30 años se han
mantenido como un escudo protegiendo a Europa, mientras los países europeos
contaban los centavos, para evitar pagar por sus propios ejércitos (mejor aún
es no tener ejercito), para evitar pagar por los armamentos, pensando en cómo
abandonar la OTAN, y sabiendo que, en cualquier caso, Estados Unidos los
protegerían de todos modos. Estos países comenzaron todo, a pesar de sus miles
de años de civilización y cultura, a pesar de que son más cercanos y deberían
haberlo conocido mejor su propia realidad.”
Además, para comprender la “actitud
norteamericana” plantea el problema que consiste en dimensionar la realidad
mundial desde un “país exitoso”: “…vine a su continente, y durante dos meses he
estado viajando por sus espacios abiertos y estoy de acuerdo: aquí no siente la
cercanía de todo, la inmediatez de todo. Y desde aquí es posible errar los
cálculos. En este lugar, debes hacer un esfuerzo espiritual para comprender la
gravedad de la situación mundial.”
También resalta la generosidad del pueblo
americano con respecto a las desgracias naturales que acaecen periódicamente en
el mundo: “Los Estados Unidos de América se han mostrado durante mucho tiempo
como el país más magnánimo, más generoso del mundo. Dondequiera que haya una
inundación, un terremoto, un incendio, un desastre natural, una enfermedad,
¿quién es el primero en ayudar? Los Estados Unidos. ¿Quién ayuda más y
desinteresadamente? Los Estados Unidos.”
Dentro de ese modo de ser norteamericano,
también reconoce la posición diferente del sindicato americano con respecto a
las asociaciones obreras de otros países en cuanto al reconocimiento de los
males del comunismo, diferente también de aquella de muchos empresarios y
“capitalistas”, destacando las características del sistema que implantaron los
soviéticos: “…déjenme recordarles el tipo de sistema que comenzaron: el sistema
fue instalado por un levantamiento armado; dispersaron la Asamblea
Constituyente; capitularon frente a Alemania, el enemigo común; introdujeron la
ejecución sin juicio previo; aplastaron las huelgas obreras; saquearon a los
aldeanos en tal medida que los campesinos se rebelaron, y cuando esto sucedió,
los aplastaron de la manera más sangrienta posible; destrozaron a la iglesia; y
redujeron a 20 provincias de nuestro país a una condición de hambruna”
Luego fija el marco de referencia histórico
de las relaciones de los países occidentales con Rusia, descriptas
sucesivamente como de “comercio”, “estabilización”, “reconocimiento de las
realidades” y finalmente de “distensión”, y resalta el período de acercamiento
en el año 1933, en el que Roosevelt y el congreso determinan una relación de
“reconocimiento diplomático, amistad y asistencia” con el sistema soviético,
cuya “esencia” ya era harto conocida, y que terminó a pesar de todo en una
alianza militar.
Sin embargo, destaca lo inexplicable esa
alianza en los años previos a la segunda guerra entre los países occidentales y
Rusia si se pensaba que “… en los tiempos del terror de Stalin -en
1937/38- si dividimos el número de
personas ejecutadas por el número de meses, tenemos más de 40,000 personas
abatidas por mes. … Entonces, lo que dificultaba que el Occidente democrático
formara una alianza con la Rusia pre revolucionaria fue creciendo enormemente
hasta 1941. Y no impidió que todas las democracias unidas del mundo:
Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia y otros países más
pequeños conformaran una alianza militar con la Unión Soviética. ¿Cómo se
explica esto? ¿Cómo podemos entenderlo?”
El tramado ilógico de esta relación fue decepcionante para Solzhenitsyn. Aparte del juicio moral, y
solo “… en términos de simple cálculo, ¡qué miopía! ¡qué auto decepción tan
profunda! Nosotros tenemos un proverbio ruso: "No llames a un lobo para
que te ayude a luchar contra los perros". Si los perros te están atacando
y acometen, pelea contra ellos, pero no llames a los lobos para pedirles su
ayuda. Porque cuando los lobos vengan, destruirán a los perros, pero también te
destrozarán.”
Y luego, para completar el cuadro, recuerda
las capitulaciones de Yalta y las que siguieron en la postguerra. En Yalta: “…algo
tuvo lugar algo incomprensible para la mente humana ordinaria. Nosotros, el
pueblo soviético medio, allí, impotentes, no podíamos entender lo que estaba sucediendo…
¿Cómo íbamos a explicarlo? Inglaterra, Francia, Estados Unidos, lograron la
victoria en la Segunda Guerra Mundial. Y los estados victoriosos siempre dictan
la paz; reciben condiciones firmes; y crean el tipo de situación que va a
concordar con su filosofía, con su concepto de libertad y de interés nacional.
Y en lugar de esto, comenzando en Yalta, vuestros hombres de estado
occidentales, por alguna razón inexplicable, firmaron una capitulación tras
otra. Nunca Occidente o su presidente Roosevelt le impusieron condiciones a la
Unión Soviética por la ayuda. Primero le dieron ayuda ilimitada, y luego
concesiones ilimitadas. En Yalta, sin ninguna necesidad, fue reconocida
silenciosamente la ocupación de Mongolia, Moldavia, Estonia, Letonia, Lituania.
E inmediatamente después, casi nada se hizo para proteger a Europa oriental, y
siete u ocho países más fueron entregados.”
Y luego de la larga postguerra, treinta años
de retroceso: “Y después, por otros 30
años, la retirada constante, la rendición de un país tras otro, hasta tal punto
que hoy hay satélites soviéticos incluso en África; casi toda Asia ha sido
tomada por ellos; y aún Portugal está rodando por el precipicio. Durante esos
30 años, se entregó más al totalitarismo que
lo que cualquier país derrotado haya rendido después de cualquier guerra
en la historia. … Durante mucho tiempo
nosotros en el Este no podíamos entender esto. No podíamos entender la flacidez
de la tregua concluida en Vietnam. Cualquier ciudadano soviético promedio
entendía que lo que se hizo fue un dispositivo astuto que hizo posible que
Vietnam del Norte se pudiera hacerse cargo de Vietnam del Sur cuando así lo
eligiera. Y de repente, esto fue recompensado por el Premio Nobel de la Paz, un
premio trágico e irónico. Un estado mental muy peligroso puede desarrollarse
como resultado de esta retirada de 30 años: rendirse lo más rápido posible,
entregarse lo más rápido posible: la paz
y la tranquilidad a cualquier costo.”
Pero aún hubo más: “Ya escuchamos voces en su
país y en Occidente "Abandonemos a Corea y viviremos tranquilamente.
Abandonemos a Portugal, por supuesto: renunciemos a Japón, abandonemos a
Israel, abandonemos a Taiwán, a Filipinas, a Malasia, a Tailandia, abandonemos
10 países africanos más. Solo déjennos vivir en paz y con tranquilidad. Solo
déjennos conducir nuestros grandes autos en nuestras espléndidas autopistas;
simplemente permitidnos jugar tenis y golf, en paz y tranquilidad; simplemente
permitidnos - como estamos acostumbrados– a preparar nuestros cócteles en paz y
tranquilidad; solo dejadnos ver nuestras hermosas y dentudas sonrisas en las
páginas de anuncios de nuestras revistas, con un vaso en la mano”.”
Luego, Solzhenitsyn describe, desde la óptica
lúcida de un ruso que ha sufrido la realidad del sistema soviético y los
condicionamientos soportados en su vida corriente y en el uso de la libertad,
desconocidos para el occidental medio: “Para entender correctamente lo qué
significó para nosotros la distensión durante estos 40 años y los conceptos de
“amistad, estabilización de la situación, comercio, etc.” Tendría que contar
cómo se veía todo desde el otro lado, algo que nunca han visto ni oído. Déjenme
contar cómo se veía: El nuestro, “… es
un sistema donde durante 40 años no ha habido elecciones genuinas, sino
simplemente una comedia, una farsa. Es un sistema que no tiene órganos
legislativos. Es un sistema sin prensa independiente; un sistema sin poder
judicial independiente; en el que la gente no tiene influencia en la política
externa o interna; donde se aplasta cualquier pensamiento que sea diferente de
lo que piensa el estado.””
Dicho todo esto, afirma con énfasis quela
distención es necesaria. Todo el análisis, en realidad, intenta mostrar la
necesidad de sentar las bases de una distención, pero esta debe ser equitativa:
“Entonces, ¿qué conclusión vamos a sacar de todo esto? ¿Se necesita o no la
distensión? No solo es necesaria, sino que es tan necesaria como el aire. Es la
única forma de salvar la tierra: debe haber distensión en lugar de una guerra
mundial, pero que sea una verdadera distensión, y si ya se ha arruinado su
significado por el mal uso que hemos dado a la palabra "distensión",
entonces debemos encontrar otra palabra para significar lo mismo”.
El escritor nos advierte que: … “"El
poder, sin ningún intento de conciliación, llevará a un conflicto
mundial". Pero les diría que el poder con sumisión continua no es poder en
absoluto.”
Y para lograr la equidad, tiene que haber
condiciones y Solzhenitsyn propone tres:
“En primer lugar, habría desarme, pero no solo el desarme del uso de la
guerra sino también del uso de la violencia hacia afuera o hacia adentro. … El
segundo signo de distensión, es que no sea una basada en sonrisas, ni en
concesiones verbales, sino que tiene que basarse en una base firme. … Tiene que
haber una garantía de que no se romperá de la noche a la mañana y para esto, la
otra parte del acuerdo, debe someter sus actos a la opinión pública, a la
prensa y a un parlamento libremente elegido. Y hasta que exista tal control no
hay absolutamente ninguna garantía. Y la tercera condición es simple: … Si
vamos a ser amigos, seamos amigos, si vamos a tener distensión, entonces
tengamos distensión y demos fin a la guerra ideológica.”
Occidente debe entender que la negociación
con los comunistas exige comprender previamente su “esencia” : “Hay que
entender la naturaleza del comunismo. Según la ideología del comunismo, y las
enseñanzas de Lenin, cualquiera que no toma lo que está frente a él es
considerado un tonto. Si puedes tomarlo, tómalo. Si puedes atacar, ataca. Pero
si hay una pared, entonces retrocede. Los líderes comunistas solo respetan la
firmeza. Desprecian y se ríen de las personas que continuamente ceden ante
ellos.”
Llegado a esta altura del discurso,
Solzhenitsyn introduce en la ecuación el factor moral. Esta inclusión del
factor moral, excluye el reconocimiento de un orden legal meramente
“realista”: “Finalmente, para evaluar
todo lo que les he dicho, diría que no necesitamos tener nuestra conversación
en el nivel de los cálculos con que se hacen los negocios. ¿Por qué tal o cual
país actuaron de tal o cual manera? ¿Con qué contaban?” “Uno no puede pensar solo en el bajo nivel de
los cálculos políticos. También es necesario pensar en lo qué es noble y en lo
qué es honorable, no solo en lo qué sea rentable. Los expertos en derecho
occidental han introducido el término "realismo legal". Por realismo
legal, entienden que hay que quitar cualquier evaluación moral de los asuntos
que se tratan. Dicen: "Hay que tomar la realidad como un dato. Y las leyes
deben ser reconocidas y respetadas; aunque hayan sido establecidas en tales o
cuales países por la violencia"
Y antes de la reflexión final, lanza una
profecía que sigue resonando en los oídos “occidentales” de quienes deberíamos[7]
habernos elevado en el nivel moral y decir con el escritor: "En 1933 y en
1941, sus líderes y todo el mundo occidental, de una manera sin principios,
hicieron un trato con el totalitarismo. Algún día este trato volverá para
perseguirnos y tendremos que pagar por ello. Ya hemos estado pagando por él
durante 30 años, y todavía lo estamos pagando. Y lo vamos a pagar de una manera
aún peor.”
Como parte de la solución que pregona,
Solzhenitsyn propone en el camino de la elevación, la moral por encima de la
ley: “En la actualidad, entre los
abogados se acepta ampliamente que la ley está en un plano más elevado que la
moral; la ley es algo que se elabora y se desarrolla, mientras que la moral es
incipiente y amorfa. No es el caso ¡y es más bien cierto lo contrario! ¡La moralidad
está en un nivel más elevado que la ley! Mientras que la ley es nuestro intento
humano de incorporar en las reglas, una parte de esa esfera moral que está por
encima de nosotros. Intentamos entender esta moralidad, bajarla a la tierra y
presentarla en forma de leyes. A veces tenemos más éxito, a veces menos. A
veces realmente hay una caricatura de la moral, pero la moral es siempre más
alta que la ley. Este punto de vista nunca debe ser abandonado. Y debemos
aceptarlo con el corazón y con el alma.”
Finalmente, el escritor llama la atención
sobre la magnitud y el alcance “universal” de los problemas que plantea, a los
que nos es imposible dar la espalda:
¿“En nuestro planeta superpoblado ya no hay más “asuntos internos”. Los
líderes comunistas dicen: "No interfieran en nuestros asuntos internos.
Dejadnos estrangular a nuestros ciudadanos en paz y tranquilidad". Pero yo
les digo: Interfieran más y más. Interfieran tanto como puedan. Les rogamos que
vengan e interfieran. Entendiendo mi propia tarea de la misma manera, quizás en el día de hoy he interferido en
vuestros asuntos internos, o por lo menos los he mencionado, y me disculpo por
ello. Pero he viajado bastante por los Estados Unidos y lo que he escuchado en
la radio, y hablando con personas experimentadas se ha agregado a la
comprensión que tenía antes de todos estos temas.” … “Así que intentemos y veamos hasta dónde
podemos llegar para detener este proceso sin sentido e inmoral de concesiones
interminables, estos inteligentes argumentos legales por los que debemos
entregar a un país tras otro al agresor. ¿Por qué debemos ceder al
totalitarismo comunista más y más tecnología, una tecnología compleja, delicada
y desarrollada que necesitan para sus
armamentos y para aplastar a los propios conciudadanos? Si al menos
podemos frenar ese proceso de concesiones, aunque no podamos detenerlo del
todo, y hacer posible que el proceso de liberación continúe en los países
comunistas, en última instancia, estos dos procesos nos darán frutos para
nuestro futuro.”
- El discurso de Harvard[8] - Junio de 1978
En los días en que se escriben estas líneas,
han transcurrido ya 40 años desde que Alexander Solzhenitsyn pronunció su importante y famoso discurso en
Harvard el 8 de junio de 1978. Por lo que ya es posible tener cierta
perspectiva histórica, analizar la vigencia y la importancia de los conceptos,
las repercusiones que provocó, las pasiones que despertó en su momento, y su
actualidad luego de caído el comunismo hace ya un cuarto de siglo.
Veamos los principales temas planteados…
La
“geografía” de los problemas
La división del mundo de hoy permite
identificar divisiones que ponen en peligro la humanidad: “dos potencias
mundiales” (“cada una de ellas capaz de destruir enteramente a la otra”), un Tercer Mundo y “algunas antiguas culturas
autónomas” en las que se debería “incluir en esa categoría a China, la India,
el mundo musulmán y África. “Durante mil años Rusia ha pertenecido a tal
categoría, aunque el pensamiento Occidental sistemáticamente cometa el error de
negarle su carácter autónomo, y por ello nunca la entendió, del mismo modo que
hoy Occidente no comprende a Rusia en la cautividad comunista”.
Las consecuencias de la expansión colonial
europea, luego de “un éxito abrumador”
muestran “su fragilidad e inconsistencia”, habiendo creado una cuenta de
la que solo su retirada no alcanza para pagar la factura, siendo difícil no
solo “estimar la factura total que los antiguos países coloniales presentarán a
Occidente… sino si todo lo que posee será suficiente para que saldar esa
cuenta.”
Conscientemente, el escritor se concentra en
los problemas de Occidente, cometiendo quizás el error de no mencionar las
imperfecciones de la política exterior imperial y de la soviética, aunque
aclara que “si estuviera hoy hablando en un auditorio en mi país, examinando el
diseño general de la ruptura del mundo me habría concentrado en las calamidades
del Este” y pensando “ser de mayor interés concentrarme en ciertos aspectos del
Occidente en nuestros días, tal como los veo.”
Esta focalización voluntaria generó
“omisiones” dado que a muchos occidentales les generó el sentimiento de que el
discurso había sido una acusación solemne del invitado a su anfitrión en su
propia casa y en el banquete al que con deferencia había sido invitado a
presidir… Es de hacer notar que a este discurso se le dio mucha más difusión
que al pronunciado en 1975 (AFL-CIO) y se utilizó como argumento para
desacreditar injustamente al escritor, acusándolo de ser un desagradecido
respecto del país que le daba refugio.
El
problema de la falta de coraje cívico
Solzhenitsyn destaca la necesidad de coraje
para lograr el desarrollo armónico de la sociedad: “¿Es necesario recordar que
la declinación del coraje ha sido considerada como el signo premonitorio del
final?”. Constata la declinación del coraje, y en particular del coraje cívico,
en el mundo occidental “… en conjunto y singularmente, en cada país, en cada
gobierno, y en las Naciones Unidas con seguridad”.
Esa pérdida es particularmente sensible en la
capa intelectual dominante, y de ahí la impresión de que es la sociedad entera
la que ha desertado” “La competencia activa e intensa (para poseer siempre más
y por tener una vida mejor) ha terminado por dominar el pensamiento humano, y
no permite que el hombre se abra camino a la libertad del desarrollo
espiritual”
La
búsqueda de placer
La carrera casi ilimitada por los placeres
restringe a la sociedad en su desarrollo y en la necesidad de defender el bien
común y la seguridad de las naciones.
Sobre
una concepción “legalista”, el estado de derecho y su manipulación
La sociedad occidental se ha organizado
alrededor del estado de derecho, y ha adquirido al mismo tiempo “una habilidad
considerable para utilizar, interpretar y manipular la ley”. Los conflictos se
resuelven recurriendo a “la letra de la ley” como criterio dirimente, y en ese
marco “cada uno lucha por extender sus
derechos hasta el límite extremo limitado por el marco legal”. Y “cuando la
vida entera está tejida con relaciones determinadas por las leyes, se desprende
una atmósfera de mediocridad intelectual que paraliza los impulsos más nobles
del hombre”, haciendo imposible hacer frente a los desafíos de nuestro siglo
amenazante, armados solamente de una estructura legalista” como contención.
Derecho,
deberes y el precio de las cosas
El precio a pagar por llevar a cabo buenas o
malas acciones es desigual. El precio de la construcción positiva es mucho más
elevado que el de la destrucción, y de ese modo “triunfa la mediocridad bajo la
máscara de las limitaciones democráticas”
ejercidas a través del parlamento y de la prensa.
En
Occidente se pone demasiado el acento en los “derechos humanos”, lo que deja a
la sociedad inerme frente a la catarata de acciones en defensa de los “derechos
individuales”, e imposibilitada de defender los olvidados “deberes humanos”. Se
ha acordado a la libertad destructiva un espacio ilimitado, y no han quedado a
la sociedad sino “ínfimas defensas para oponer al abismo de la decadencia
humana”.
¿El
problema está en el hombre o en el sistema?
El punto de partida de la situación
actual ha sido la concepción según la
cual, “el hombre, señor del mundo, no lleva consigo ningún germen del mal, y
que todo los que se ofrece viciado a nuestra existencia es simplemente el fruto
de sistema sociales erróneos que es necesario arreglar”.
Formación
de la opinión y fuerza de la “opinión”
La prensa se ha convertido en una poderosa
herramienta que deforma la realidad y bombardea consignas y errores: “la prensa
puede interpretar el papel de representar a la opinión pública, o de engañar a
la misma. Así, sin necesidad de censura, “las corrientes del pensamiento y las
ideas a la moda” se destacan del resto, que se queda sin la presencia necesaria
como para tener su oportunidad, lo que lleva a “sólidos prejuicios de masa, y a
una ceguera particularmente peligrosa en nuestra época”.
Faltan
líderes, y civilización…
Hay síntomas como la carencia de grandes
hombres de estado o como la decadencia del arte o las reacciones colectivas
primitivas y salvajes frente a sucesos inesperados (como el corte de energía
causado por los rayos en New York del 13 al 14 de julio de 1977 que desencadenó
desórdenes públicos, saqueos y pillajes) “que son advertencias a una sociedad
amenazada o en peligro”.
Alcance
real de los problemas y de la debilidad “occidental”, pese al avance
tecnológico
El combate es de características cósmicas y
exige también una visión cósmica del mundo: “Pero el combate por nuestro
planeta, físico y espiritual, un combate de proporciones cósmicas, no queda
para un lejano futuro; ya ha comenzado. Las fuerzas del Mal han comenzado su
ofensiva decisiva. Ustedes sienten la presión que ellas ejercen, y sin embargo,
vuestras pantallas y vuestros escritos están llenos de “sonrisas forzadas” y de
copas alzadas en señal de brindis: ¿Por qué toda esa alegría?”
El problema de Occidente es haberse vuelto
antropocéntrico y materialista: “¿Cómo es que se ha producido esta adversa
relación de fuerzas? ¿Cómo es que Occidente ha caído de su marcha triunfal hasta
su debilidad presente? ¿Acaso han existido desvíos fatales y pérdidas de
orientación en su desarrollo? No parece ser así. Occidente se mantuvo avanzando
en forma constante de acuerdo a sus proclamadas intenciones sociales, a la par
de su asombroso progreso tecnológico. Y súbitamente se ha encontrado en su
posición actual de debilidad.”
Raíz
histórica de la debilidad
Solzhenitsyn señala las razones por las que
nuestro tiempo se encuentra en estado de debilidad: “Esto significa que el
error debe estar en la raíz, en la misma base del pensamiento humano de los
últimos siglos”. “Hace doscientos y hasta hace cincuenta años atrás, hubiera
sido casi inimaginable en los Estados Unidos que se le concediese la libertad
ilimitada a un individuo simplemente para la satisfacción de sus caprichos
personales. Después, sin embargo, todas estas limitaciones resultaron
erosionadas en la totalidad de Occidente. Se produjo una emancipación absoluta
de la herencia moral de los siglos cristianos con sus grandes reservas de misericordia
y sacrificio. Los sistemas estatales se volvieron aun más materialistas.
Finalmente, Occidente conquistó los derechos humanos, incluso en exceso, pero
el sentido de responsabilidad del ser humano ante Dios y ante la sociedad se ha
vuelto cada vez más débil. Durante las últimas décadas, el egoísmo legalista de
la cosmovisión occidental ha llegado a su apogeo y el mundo se encuentra en una
aguda crisis espiritual y en una transición política. Todos los celebrados
logros tecnológicos del progreso, incluyendo la conquista del espacio exterior,
no alcanzan para redimir la pobreza moral del Siglo XX, una pobreza que nadie
hubiera imaginado incluso todavía hacia fines del Siglo XIX. En la medida en
que el humanismo en su desarrollo se fue volviendo más y más materialista,
progresivamente permitió conceptos que resultaron utilizados por el socialismo
primero y por el comunismo después. De este modo, Carlos Marx pudo decir, en
1844, que el “comunismo es humanismo naturalizado”. Esta afirmación no es
enteramente irracional.”
El
materialismo (dialéctico o consumista) es un problema en el Este y el Oeste
“En cualquier tipo de socialismo uno puede
detectar las mismas piedras fundamentales de un humanismo erosionado: el
materialismo ilimitado la liberación de la religión y de la responsabilidad
religiosa (algo que en los regímenes comunistas llega al estadio de la
dictadura antirreligiosa); y la concentración de las estructuras sociales bajo
un criterio supuestamente científico. (Esto último es típico tanto de la Ilustración
como del marxismo). No es ninguna casualidad que las grandes promesas retóricas
del comunismo giren alrededor del Hombre (con “H” mayúscula) y su felicidad
terrenal. A primera vista parece un feo paralelismo: ¿Tendencias comunes en el
pensamiento y en el estilo de vida del Occidente y del Este actuales? Pero ésa
es la lógica del desarrollo materialista. Más aún, la interrelación es tal que
la corriente materialista que está más hacia la izquierda, siendo que de este
modo es la más consistente, siempre demuestra ser la más fuerte, la más
atractiva y victoriosa. El humanismo ha perdido su herencia cristiana y no
puede prevalecer en esta competencia. De esta forma, durante los siglos
pasados, y especialmente durante las décadas recientes, a medida en que el
proceso se fue volviendo más agudo, el alineamiento de las fuerzas fue como
sigue: el liberalismo resultó inevitablemente desplazado por el extremismo; el
extremismo tuvo que rendirse ante el socialismo y el socialismo no pudo
resistirse al comunismo.”
Progreso
y miseria moral
Y “el Progreso tan celebrado no ha tenido
éxito en superar la miseria moral en que cayó en el siglo XX, lo que nadie
habría podido sospechar en el siglo XIX”, cuando era un lugar común que “todos
los derechos individuales del hombre reposaban en la creencia que el hombre es
una criatura de Dios” y que “la libertad le fue acordada de modo condicional,
sometida constantemente a su responsabilidad religiosa””
Humanismo
racionalista, antropocentrismo “irreligioso”
Para el escritor, el socialismo y el
comunismo también tienen su origen en el mismo “humanismo” que está en las
raíces del materialismo hoy preponderante. En efecto, “… la visión occidental
que prevalece en el mundo de hoy, nace del Renacimiento y encuentra su
expresión política a partir de la Ilustración. Esta visión se convirtió en la
base de todas las doctrinas políticas o sociales y podríamos llamarla humanismo
racionalista o autarquía humanística. Es la autoproclamada y practicada
autonomía del ser humano de cualquier fuerza superior. También podría ser
llamado antropocentrismo, con el ser humano visto como ocupando el centro de
todo lo que existe.”
El
verdadero desastre para Solzhenitsyn es el de “una conciencia humanista
perfectamente autónoma e irreligiosa, que ha hecho del hombre la medida de
todas las cosas que existen sobre la tierra; un hombre imperfecto que nunca
está libre de orgullo, egoísmo, envidia, vanidad y tantos otros defectos.
El
pasado y el futuro
“Estamos ahora pagando por los errores que no
fueron apropiadamente evaluados al inicio del viaje. Por el camino del
Renacimiento hasta nuestros días hemos enriquecido nuestra experiencia, pero
hemos perdido el concepto de una entidad suprema que antes limitaba nuestras
pasiones y nuestra irresponsabilidad. Hemos puesto demasiadas esperanzas en las
reformas político-sociales, sólo para terminar descubriendo que se nos despoja
de nuestra posesión más preciada: nuestra vida interior, pisoteada por la
jauría partidaria en el Este y por la jauría comercial en Occidente: y lo que
es aterrador no es tanto que el mundo esté dividido, sino que sus miembros
están afectados por la misma enfermedad.
Si, como declara el humanismo, el ser humano
naciese solamente para ser feliz, no lo haría para morir. Pero su cuerpo está
condenado a muerte, y su misión sobre la tierra evidentemente debe ser más
espiritual. No sólo para disfrutar de la vida diaria; no para buscar las
mejores formas de obtener bienes materiales para su despreocupado consumo, sino
para el cumplimiento de un duro y permanente deber, de tal modo que todo
nuestro camino por la vida se convierta en la experiencia de una elevación
antes que nada espiritual: y dejar la vida como creaturas más elevadas que como
entramos en ella.”
Políticamente,
no se puede combatir el mal con otros males… o asociados con los malos
El triunfo sobre el comunismo por Occidente
solo puede conseguirse con “criterios morales”, porque “las consideraciones
prácticas u ocasionales de cualquier clase serán barridas inevitablemente por
la estrategia comunista”. Si “no podemos aplicar criterios morales a la
política, mezclamos el bien y el mal, lo derecho y lo torcido y damos
oportunidad para el triunfo absoluto del Mal en el mundo.”
En la Segunda Guerra Mundial, la alianza con
la Unión Soviética sembró las semillas de un enfrentamiento mayor que “contra
Hitler, y en vez de ganar esa guerra con sus propias fuerzas, que habrían sido
ciertamente suficientes, la democracia occidental cultivó a otro enemigo con
más poder todavía”.
Hoy –transcurría 1978- en la lucha contra la
Unión Soviética, una alianza con China sería un error equivalente: “otra vez
una alianza con el Mal; que además, concedería a Estados Unidos un plazo, pero
cuando a última hora China con sus mil millones personas se volteara armada con
las armas americanas, América misma caería presa de un genocidio similar al que
se está perpetrado en Camboya en nuestros días.”
La
orientación de la libertad
Al haberle “concedido un espacio ilimitado a
la libertad destructiva e irresponsable”, la sociedad ha erosionado sus
propias “defensas contra el abismo de la
decadencia humana” creyendo además ello
“es considerado como parte integrante de la libertad”, y “de este modo, la vida
organizada en forma legalista demuestra su incapacidad para defenderse de la
corrosión de lo perverso.”
Hay
un único camino para todos, y es en subida…
Así, la única solución para el mundo moderno
sería ascender nuevamente a una etapa antropológica que lo eleve por encima de
“la corriente materialista” que lo aprisiona. La conclusión entonces, para todo
el mundo y no solo para Occidente sería que “si el mundo no se termina, sí ha
llegado a una etapa decisiva de la historia, similar en su importancia al giro
histórico que condujo de la Edad Media al Renacimiento”, lo que va a requerir
nuestra re espiritualización.
Deberíamos izarnos hacia una visión más
elevada, a una nueva concepción de la vida, en la que nuestra naturaleza física
no sea maldecida, como pudo haberlo sido en la Edad Media, pero en la que
nuestro espíritu tampoco sea pisoteado como lo fue en la edad moderna.
Finalmente, Solzhenitsyn termina su discurso
ratificando la necesidad de una visión no solo más elevada, sino siempre
“ascendente”, como fue la suya: “Nuestro ascenso nos lleva a una nueva etapa
antropológica. No tenemos otra elección que subir, siempre más alto”.
Reflexión necesaria: el problema de la rusofobia o de la rusofilia
Ratificando la grandeza de miras de los
planteos de Solzhenitsyn, su diversidad y la vigencia de su pensamiento,
parecen necesarios el estudio y la reflexión adicionales, especialmente sobre
algunos aspectos. Es difícil tratar el problema planteado de la diferencia de
trato a la nación rusa y al gobierno soviético, por separado. El problema, como
bien sabía Solzhenitsyn, es que en las relaciones internacionales la misma
realidad está compuesta por distintos planos como el ideológico, el político,
el humano, el normativo, el jurídico y el estratégico, entre otros.
A los ochenta y siete años, opinará luego el
escritor en una entrevista[9]
que “la dictadura comunista llama una lucha absoluta contra ella. Sin embargo,
pedí en repetidas ocasiones a las potencias occidentales que no identificaran
al comunismo soviético con Rusia y con la historia rusa. ¡Por desgracia! Muchas
potencias occidentales no marcaron esta diferencia, y la política de los
dirigentes occidentales, hasta después de la caída de la dictadura soviética,
no se mostró menos dura con respecto a Rusia. Lo que es una inmensa
decepción.”
¿Qué opinaría Solzhenitsyn en nuestros días sobre
el trato a dar a una tiranía absoluta no comunista pero equivalente en su
absolutismo y brutalidad por parte de Occidente, si se diera el caso?
Joseph Pearce escribía hace poco de los
peligros de caer en la ruso fobia y destacaba actitudes y acciones de Putin,
que hubiera sido imposible ver en cualquier gobernante soviético[10]:
“En diciembre pasado, en el centenario del nacimiento de Solzhenitsyn, el
presidente Putin descubrió una enorme estatua de Solzhenitsyn en Moscú. En su
discurso en la presentación, Putin condenó el "sistema totalitario que
trajo sufrimientos y severas pruebas a millones de personas", y elogió a
Solzhenitsyn por su valentía en criticar el sistema soviético y por su llamado
a un retorno a la moral tradicional. El centenario del nacimiento de
Solzhenitsyn fue "para nosotros", dijo el Sr. Putin, "no solo un
día de conmemoración y respeto, sino sobre todo una ocasión para revisar su
herencia literaria, social y filosófica, que está entretejida en el tejido mismo
del siglo XX y sigue vigente para nosotros, para Rusia y para el mundo. Vamos a
dejar que el resto del discurso del Sr. Putin hable por sí mismo: “El corazón y
el alma de Solzhenitsyn, sus pensamientos se llenaban en igual medida del dolor
por la Patria y su amor ilimitado por ella. Estos sentimientos alimentaron todo
su trabajo. Él delineó claramente la verdadera y genuina Rusia popular y lo que
fue el sistema totalitario, que trajo sufrimientos y severas pruebas a millones
de personas. Pero incluso estando en el exilio, Solzhenitsyn no toleraría a
ninguno hablar mal o con desprecio de su tierra natal, y se oponía a cualquier
manifestación de ruso fobia.”
Sin estar en todo de acuerdo con Pearce, es
obvio que estamos mejor que en el período soviético, y que la “ruso fobia” no
es la solución. Pero será difícil que -una vez caído el comunismo en los países
del Este- el mundo se acerque a una
situación acorde con los planteos del escritor ruso, si la fuerza y la astucia
se constituyen en las principales fuentes e instrumentos del poder y poco
importan a los gobiernos el respeto por la moral, el sano orden jurídico y
normativo y la opinión pública real.
Probablemente las propuestas del discurso de
Harvard habrían generado mayor adhesión “occidental” si el acento hubiera estado
basado en fundamentar las relaciones entre los países con una óptica más
aristotélica, con alianzas entre países en los que las instituciones como la
familia, la propiedad privada, las asociaciones, la libertad las diversas
clases se desarrollaran libremente, sin trabas de los propios o de ajenos
gobiernos y fuerzas políticas, dado que en el fondo, lo que estaba –y está hoy
también- en juego es un orden social nacional e internacional con una base
normativa sustentada en la antropología natural.
La
esencia del mensaje mantiene vigencia para nuestro mundo actual
Hoy el tiempo transcurrido permite analizar
el contenido sin el espíritu polémico que reinaba en la época de la guerra
fría. Al hacerlo, constatamos que tanto los temas tratados como la esencia del
mensaje mantiene vigencia para nuestro mundo occidental, dado que las
inquietudes planteadas forman parte de nuestra realidad cotidiana, con o sin
Solzhenitsyn. Ensayemos una síntesis:
·
Un
problema humano: La falta de coraje cívico para encarar los
problemas de fondo
·
Un
objetivo de grandes masas de población: el hedonismo y la
búsqueda de placer
·
Las
normas de la gobernabilidad: La concepción “legalista” vigente de un
“contrato social” sujeto a la manipulación de políticos y dirigentes en la base
de lo que se llamaría “estado de derecho”
·
Fuentes
del derecho: en evolución constante, basadas en una expansiva y costosa concepción de los
derechos y los deberes de los “pueblos”
·
Dificultad
en llevar a cabo procesos constructivos virtuosos:
sigue siendo mucho muy elevado el costo de los procesos creativos en todos los
ámbitos y –aparentemente- muy barato el
costo de la destrucción (no creativa)
·
Focalización
en los procesos y no en la persona: aunque es un tema sujeto a debate, tiene
preeminencia la idea por la que la resolución de los problemas sociales radica
más en procesos de ingeniería social que en el hombre.
·
La
opinión pública como herramienta: se sigue manipulando la llamada opinión
pública, y utilizándose políticamente cada vez más la fuerza de esa “opinión construida” como si
fuera libre y autónoma
·
Liderazgos
personales: sigue clamando al cielo la falta de líderes
con una envergadura a la altura de los problemas que hay que enfrentar, cada
vez más complejos.
·
Civilización
occidental: su fragilidad y debilidad sigue siendo un
hecho, pese a los avances tecnológicos
·
Materialismo:
sigue predominando el materialismo dialéctico o consumista, en el Este y el
Oeste
·
Relación
entre progreso material y moral: sigue vigente el humanismo racionalista y el
antropocentrismo “irreligioso”.
·
Respecto
de su destino y función en el mundo, Occidente carece de claridad y
“focalización”: y le resulta así difícil establecer y mantener una sólida
posición estratégica, política, militar y económica y una política
estabilizadora de alianzas
·
El
sentido de la libertad: el Oeste parece no tener clara cuál debe ser
el fn de la propia libertad, ni la necesidad que tendrá de recorrer su camino
-en subida- para pasar a una etapa superior.
- Artículos en Foreign Affairs y en Time[11]
- Febrero y Abril de 1980
Unos dos años luego del discurso de Harvard
del 8 de junio de 1978, Solzhenitsyn sigue profundizando sus ideas en dos artículos
publicados en Foreign Affairs de abril de 1980 (“El peligro que hace correr a
Occidente su ignorancia de Rusia”) y en
la revista Time de febrero de 1980, señalando lo que denomina “El error de
Occidente”, que consiste en no distinguir entre el comunismo en el poder y “la
verdadera nación sometida”.
Para Solzhenitsyn el mundo occidental cometió
errores de apreciación al interpretar a Rusia. Ya pasaron seis años de su destierro y Solzhenitsyn se lamenta
(artículo para la revista Time) que para Occidente el comunismo sea solo la
forma contemporánea de un espíritu totalitario, dictatorial y expansionista,
atribuible a la esencia del propio pueblo ruso. Piensa que si Occidente se
asoció con Stalin para derrocar a Hitler, fue más por interés en defender la
propia libertad, que “la libertad” como principio no negociable y para todos.
Esto habría quedado demostrado por la entrega de prisioneros rusos para
satisfacer los deseos de venganza del dictador ruso, la capitulación de Yalta y
el abandono “al comunismo de una veintena de países” luego de la segunda guerra
mundial.
Para Solzhenitsyn, se debía distinguir en Rusia “el
comunismo a cargo del poder” de “la verdadera nación sometida”, como si esta
pudiera ser una entidad separable o independiente del poder comunista. “La
conciencia nacional rusa” y “el alma del pueble ruso, no pueden estar más
alejadas del nacionalismo militante, y les repugna “el imperio”. Frente a un
comunismo “que no cambiará de naturaleza y que nunca dejará de confrontar a la
humanidad a una amenaza mortal”, la distensión que acepta Occidente equivale a
una abdicación. Afirma que el comunismo solo será detenido cuando choque contra
un muro, “aunque este fuese solamente el de una voluntad inquebrantable” y en
ese contexto Occidente debería ´pensar en una alianza “con el pueblo ruso, con
todos los pueblos de la URSS, con el pueblo chino y el pueblo de Cuba”.
En el número de abril de 1980 de Foreign Affairs,
Solzhenitsyn se manifiesta preocupado.
Entiende que Occidente está en peligro mortal por
su “rechazo obstinado en considerar la verdadera naturaleza del comunismo
durante sesenta años”, siendo este irreductible por su propia naturaleza.
Resalta tres errores:
1)
Occidente desconoce que el comunismo es hostil a
todo lo humano, que es incurable, que no hay versiones mejoradas y que solo
puede subsistir por el terror, por lo que no se puede convivir con él, sino
solo luchar para extirparlo.
2)
Occidente confunde al comunismo con Rusia y
convierte a esta nación en su enemigo, en lugar de serlo solo del comunismo. El
escritor reclama la utilización de la palabra “Rusia” solo para designar el
pueblo dominado, con su cultura, su religión y su conciencia nacional
reprimidas, o para el país futuro, “el día en que sea liberado del comunismo”.
3)
Occidente confunde a la Unión Soviética con Moscú,
cuando “la verdadera vida común a toda la Unión Soviética se encuentra en la
provincia, en el campo, o en el ejército” y no en su ciudad capital.
El escritor atribuye la posición estadounidense a
la influencia de los informadores, y a las versiones imperfectas o sesgadas de
los sovietólogos especializados y cree que los especialistas occidentales en
Rusia no comprenden el país profundo y desconocen la historia de una nación
milenaria, que yace bajo las botas del comunismo. Ven a su país como a la
continuidad del régimen zarista, semisalvaje, sin esperanzas y solo gobernable por
la fuerza bruta por personajes como Iván el Terrible o Pedro el Grande.
Según su opinión, la imagen transmitida a la
dirigencia occidental por los especialistas, minimiza la importancia del
comunismo de Lenin, Trotsky, Dzerjinski, y de Stalin. Así, al no distinguir
entre el comunismo en el poder y “la verdadera nación sometida”, Occidente
concentró su mirada en Hitler y tomó por aliado al comunismo, cediéndole Europa
del Este, entregándole los fugitivos,
los desertores, y a los rusos que prefirieron luchar como parte del ejército
alemán antes que en el ruso, convencidos que la victoria sobre Rusia hubiera
significado allí el final del comunismo.
Para Solzhenitsyn el error de Occidente fue enorme.
En 1980, afirma que “treinta y cinco años después…, los países occidentales
solo se mantienen gracias al enfrentamiento entre Rusia y China”. Predice que
sería fatal hoy (1980) “para el mundo entero, que América creyera ver en los
dirigentes chinos sus aliados, y un enemigo en el pueblo ruso, confundido con
el comunismo”.
Ambos países ven en los Estados Unidos “la amenaza
americana”. Rusia considera además que el desmantelamiento de las posiciones
que se mantenían cuando existía el Pacto de Varsovia ha puesto a su país en una situación de
debilidad frente a una OTAN que considera una amenaza… Los puntos de potencial
conflicto son varios. Como un periodista chino señalaba como ejemplo: “… si
Estados Unidos entrara en conflicto con China en el Mar de China Meridional,
¿qué acción podría esperarse de Putin en los Bálticos?” En Occidente, Zbigniew
Brzezinski advertió la posibilidad de "una gran coalición entre China y
Rusia... unidas no ya por la ideología sino por los reclamos
complementarios" de ambos países. Y en esa coalición, "China
probablemente sería el líder y Rusia el seguidor”. Putin, por su parte, afirmó
que "la lucha principal, que ahora
está en marcha, es la del liderazgo mundial y no vamos a enfrentar a China en
esto".
El problema del
equilibrio mundial del poder
En el fondo, lo que está en juego es el equilibrio
del poder mundial y este abarca múltiples terrenos: político, militar,
económico, de inteligencia y diplomático. En ese contexto, hay múltiples
maneras de abordar los conflictos, que en cada área pueden oscilar desde una
situación de paz y colaboración, hasta una de enfrentamiento. Y los
enfrentamientos, a su vez, pueden adaptar múltiples formas, unas más abiertas o
disimuladas, directas o a través de terceros, haciendo borrosos los límites,
las definiciones, las posiciones, y el mismo conocimiento de la realidad. Todo
esto hace a la situación más compleja y delicada. Como dice Graham Allison[12] , hay que considerar “… lo que realmente
sucedió en las relaciones chino-rusas a lo largo de siete dimensiones:
percepciones de amenaza, relación entre los líderes, designación oficial del
“otro”, cooperación militar y de inteligencia, estrangulamiento económico,
coordinación diplomática y orientación de las elites.
Vista con la mejor voluntad la posición de
Solzhenitsyn en este amplio y complejo marco de referencia, que ya tiene su
historia, parece difícil haber podido seguir sus consejos al pie de la letra.
Aunque fuera solo por los usos y costumbres de las relaciones
internacionales, la identidad de los
países no cambia según pasen estos de la democracia al totalitarismo o
inversamente. La Alemania de Hitler no dejó de ser Alemania. Hay que tener en
cuenta que cuando el escritor ruso expresó estos conceptos, todavía faltaban
diez años para que cayera el comunismo en Rusia, y catorce para su regreso definitivo
de los Estados Unidos. Al volver a su patria, pondrá a prueba sus ideas sobre
la “reserva moral del pueblo ruso”, y volverá a hablar sobre el particular.
De todas formas, no es fácil de ver como se podría
haber producido una alianza “con el pueblo ruso, con todos los pueblos de la
URSS, con el pueblo chino y el pueblo de Cuba”, y tampoco se lo podemos
preguntar ya al escritor.
Hoy -2019- han pasado casi cuatro décadas de estas
manifestaciones, y nos encontramos -sin ser Rusia un país comunista- con un
pacto ruso-chino. El escritor había considerado esta posibilidad preguntándose
premonitoriamente: “¿Y si súbitamente los dos comunismos se reconcilian y se
ponen los dos en contra de Occidente?”
Quizás un problema para entender a Solzhenitsyn
radica en que su pensamiento se dirige tanto a Occidente como a Rusia, y tiene
que ver con la “correa de transmisión” entre las personas y la sociedad: “yo no veo
por mi parte ninguna salvación para la humanidad fuera de la auto restricción
de cada individuo y de cada pueblo”. Esta idea está desarrollada en su escrito
sobre “El arrepentimiento y la moderación como categorías de la vida de las
naciones”[13],
donde afirma que “no se puede construir una buena sociedad sobre malas
relaciones entre la gente; no se puede construir una buena humanidad sobre las
malas relaciones, sobre relaciones malhumoradas entre las naciones. … Se trata
de introducir en las relaciones entre los estados, las reglas de la moral
individual: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Estas
apreciaciones, se entienden solamente en el marco de una transformación de la
sociedad entera, necesariamente solo posible en el largo plazo.
Mientras tanto, su obra está ahí, esperando
nuevos lectores comprometidos y valientes…
- International
Academy of Philosophy – Liechtenstein - 14 septiembre 1993
Pocos meses antes de volver a Rusia y luego de
veinte años en el extranjero, Solzhenitsyn pronuncia un discurso en la Academia
Internacional de Filosofía, de Liechtenstein, con motivo de la recepción de un
doctorado “honoris causa”.
Incluye nuevos matices a los conceptos expresados
en Harvard en 1978. Pone de relieve la importancia del problema de la muerte,
del destino del hombre y de los valores morales, terminada por el momento la
amenaza comunista de un enfrentamiento armado.
Daniel Mahoney -en “Terminar con la ideología”,
Fayard 2008- dedica unas veinticinco páginas a un análisis profundo y “técnico”
del mensaje, y nos proporciona una completa guía para su análisis,
particularmente en lo que se refiere a la relación con el discurso de Harvard.
Al constatar Solzhenitsyn “la corrupción
generalizada y la debilidad moral de la sociedad civil en los países post
comunistas” revaloriza los logros del mundo occidental, al que se le
plantea “un acto de equilibrio
complejo”: “mantener el pleno respeto por todo el precioso pluralismo de las
culturas del mundo y por su búsqueda de diferentes soluciones sociales, y al
mismo tiempo no perder de vista sus propios valores, ni la estabilidad
-históricamente única- de haber logrado una vida cívica bajo el imperio del
estado de derecho: una estabilidad ganada con un gran esfuerzo que garantiza
independencia y espacio a todos los ciudadanos particulares"
Reconoce el escritor que en las sociedades post
comunistas, el fortalecimiento del carácter que evocaba en el discurso social
era cierto, pero se aplicaba a las minorías. Como afirma Mahoney, para
Solzhenitsyn, en 1993, “las bases morales de las sociedades occidentales son
quizás más robustas de lo que el mismo había admitido”. Un ejemplo lo
constituye el comportamiento del propio Liechtenstein al recibir a los rusos
que no querían volver a su país luego de la guerra, lo lleva a destacar la
necesidad que la moral “anime” al coraje físico, resaltando así el rol esencial
que la moral tiene en la acción política.
Resalta Mahoney que para Solzhenitsyn, “la
Ilustración representada por John Locke separó peligrosamente las
preocupaciones morales y las ideas políticas”. La propuesta del escritor se
aproxima a la de Erasmo, que pensaba que “una política moderada y modesta debe
siempre manifestar “aspiraciones éticas”. Los hombres políticos deben estar
guiados por una clara comprensión de “la diferencia entre la honestidad, la
bajeza y el fraude; entre la generosidad, la bondad, la avaricia y el mal”. Y a
esto “hay que exigirlo en una gran medida a los países, los gobiernos, los
parlamentos y los partidos”: El arte de gobernar exige una “brújula ética”, lo
que constituye además una garantía en el largo plazo.
También plantea Solzhenitsyn que una noción moderna
de “progreso” es algo más que material; es “la suma de los progresos
individuales logrados por los individuos, el grado de perfeccionamiento moral
alcanzado a lo largo de toda la vida”
Para Mahoney, “el verdadero enemigo de Solzhenitsyn
es el progresismo, que cree que el desarrollo técnico y comercial implica
necesariamente un progreso moral, e incluso político”. Solzhenitsyn propone a
“los hombres modernos que eviten convertirse en juguetes del progreso, buscando
los medios para dirigir esta a “la realización del bien”. Y el instrumento que
permite esta realización es la “llave de oro” de la auto restricción o de la
auto limitación voluntaria.
El error inicial de la modernidad fue creer que el
desarrollo económico, la eficacia técnica y los efectos “suavizantes” del
comercio permitirían a los seres humanos hacer frente a su destino espiritual
directa, franca y humildemente. Afirma Solzhenitsyn que "todas las esperanzas no pueden
depositarse en la ciencia, la tecnología o el crecimiento económico. La
victoria de la civilización tecnológica nos ha inculcado también una
inseguridad espiritual. Nos enriquecen sus dones, pero también nos esclavizan.
Todo tiene relación con los intereses, no debemos descuidar nuestros intereses,
todo es una lucha por las cosas materiales. Pero una voz interior nos dice que
hemos perdido algo puro, elevado y frágil. Hemos dejado de ver el
objetivo".
Y este obscurecimiento o este olvido producido en
el hombrte,, dislocó la armonía natural entre su naturaleza espiritual y la
física, además de contribuir a “…un relativismo moral debilitante que
obscureció la distinción primordial entre el Bien y el Mal. Los hombres que se
distinguen en la era moderna, experimentan el placer perverso de ridiculizar la
constitución moral de los seres humanos”
En Liechtenstein, Solzhenitsyn reivindica como
único progreso “ a la suma de los progresos espirituales por los individuos: el
grado de perfeccionamiento moral logrado a lo largo de la vida”, dado que “la
acumulación continua de bienes no puede satisfacer el alma humana”. Afirma que
"…depende de nosotros dejar de ver al Progreso (que no puede ser detenido
por nadie ni por nada) como un flujo de bendiciones sin límites, y considerarlo
más bien como un regalo de lo alto, enviado como una prueba, extremadamente
compleja, para nuestro libre albedrío "
El problema del alma es más profundo que el
problema político, institucional o ideológico, por lo que el escritor insiste
en la educación voluntaria de uno mismo y en la necesidad de desarrollar un
“capital moral”, tanto en las sociedades post comunistas como en las
occidentales, aunque estos temas no sea los predilectos para los pensadores y
políticos de le época.
Como señala Mahoney, “la hostilidad hacia
Solzhenitsyn encuentra precisamente su origen en una reacción visceral contra
su cuestionamiento de nuestra fe en el progreso”, habiéndose convertido el
escritor en “ese invitado indeseable a un coctel en el que todos se empecinan
en no hablar de temas que se alejen de lo frívolo”
- Conmemoración de la resistencia de la Vendée[14]
- 25 de septiembre de 1993
“Estimado Señor Presidente del Consejo
General de laVendée
Hacen ya dos tercios de un siglo, el
niño que yo era ya había leído con admiración en los libros las historias
referentes al levantamiento de la Vendée, tan valiente, tan desesperado. Pero
nunca podría haber imaginado, incluso en sueños, que, en mi vejez, tendría el
honor de inaugurar el monumento en honor a los héroes de las víctimas de ese
levantamiento.
Veinte decenios han pasado desde entonces,
decenios que fueron distintos según los diferentes países. Y no solo en
Francia, sino también en otros lugares, el levantamiento de Vendée y su
represión sangrienta recibieron profundizaciones constantemente renovadas.
Porque los eventos históricos no se entienden completamente en la
incandescencia de las pasiones que los acompañan, sino a la distancia, una vez
enfriados por el paso del tiempo.
Durante largo tiempo, se ha negado escuchar y
aceptar lo que habían gritado la bocas de aquellos campesinos para quienes
parecía haber sido hecha la Revolución, que murieron, que fueron quemados
vivos, y a los que esa misma revolución oprimió y humilló hasta el último
extremo.
Pues sí, los campesinos se rebelaron
contra la Revolución. Es que cualquier revolución desata en los
hombres, los instintos de la barbarie más elemental, las fuerzas opacas de la
envidia, la codicia y el odio. Y a esto, sus contemporáneos lo vieron bien. Y
pagaron un tributo pesado a la psicosis general, en tiempos en los que solo por
el hecho de comportarse de un modo políticamente moderado -o incluso solamente
parecerlo- se tomaba como un crimen.
Es el siglo XX el que ha empañado
considerablemente a los ojos de la humanidad el aura romántica que rodeaba a la
revolución en el siglo XVIII. De medio-siglo en siglo, los hombres
llegaron a convencerse, a partir de su propia infelicidad, que las revoluciones
destruyen el carácter orgánico de la sociedad, arruinan el curso natural de la
vida, aniquilan los mejores elementos de la población, y dejan el campo libre a
los peores. Ninguna revolución puede enriquecer un país, y lo que sucede apenas
es que algunos estafadores sin escrúpulos se constituyen en la causa de muertes
innumerables, de pobreza generalizada y, en los casos más graves, de la
degradación durable de la población.
La misma palabra revolución, del latín revolvere significa retroceder,
retornar, volver a intentarlo de nuevo, recomenzar. En el mejor de los
casos, poner las cosas al revés. En resumen, una serie de significados
poco envidiables. En nuestros días, si se le agrega el epíteto
"grande" a la palabra “revolución”, se lo hace con precaución y, muy
a menudo, con gran amargura.
De ahora en adelante, entendemos cada vez más
que el efecto social que deseamos tan ardientemente puede ser obtenido a través
del desarrollo evolutivo normal, con muchas menos pérdidas y sin un salvajismo
generalizado. Hay que saber mejorar con paciencia lo que cada día nos
ofrece. Sería vano esperar que la revolución pueda regenerar a la
naturaleza humana. Y esto es lo que vuestra revolución, y particularmente
la nuestra, la revolución rusa, habían esperado tanto.
La Revolución Francesa se llevó a cabo en
nombre de un lema intrínsecamente contradictorio e irrealizable: libertad,
igualdad, fraternidad. Pero en la vida social, sucede que la libertad y la
igualdad tienden a ser mutuamente excluyentes. ¡Son antagónicas entre
sí! La libertad destruye a la igualdad social -es incluso una de sus
funciones- y la igualdad restringe la libertad, porque si no fuera
así, no podríamos alcanzarla. En cuanto a la fraternidad, no es de la misma
familia. Es solo un agregado aventurado a un eslogan y no es por
disposiciones sociales que se puede construir la verdadera fraternidad, que es
de orden espiritual.
Además, se añadía "o la muerte" a
esta consigna ternaria, en tono de amenaza, lo que destruía todo su
significado. Nunca, a ningún país, le
podría desear una gran revolución. Si la revolución del siglo XVIII no
causó la ruina de Francia, esto sólo ocurrió porque sucedió Termidor[15].
La revolución rusa no experimentó un Termidor que haya sido capaz de
detenerla. Ella llevó a nuestro pueblo hasta el final, hasta el abismo,
hasta el abismo de la perdición. Lamento que no haya aquí portavoces que provengan
de lo profundo de China, de Camboya, de Vietnam: Ellos podrían añadir aquí
lo que la experiencia les ha enseñado y contarnos el precio que ellos pagaron
por la revolución. La experiencia de la Revolución Francesa debería
haber sido suficiente para que nuestros organizadores racionalistas de la
felicidad del pueblo hubieran sacado sus conclusiones. ¡Pero no! En
Rusia, todo pasó de la peor manera y a una escala incomparable.
Muchos métodos crueles de la
Revolución Francesa fueron dócilmente aplicados sobre el cuerpo
de Rusia por los comunistas leninistas y
por los socialistas internacionalistas. Sólo que su grado de
organización y su carácter sistemático superó con creces el de los
jacobinos. No tuvimos Termidor, pero tuvimos nuestra Vendée, y podemos
estar orgullosos en conciencia. Incluso más de una vez. Fueron los grandes
levantamientos campesinos de 1920¬21. Voy a mencionar sólo un conocido
episodio: el de esa multitud de campesinos que caminaron sobre Tanbow al son de las campanas de las iglesias
cercanas armados con palos y horquillas, para ser segados por las
ametralladoras. El levantamiento de Tanbow duró once meses, aunque los
comunistas, para reprimirlo hayan tenido que utilizar tanques, trenes
blindados, aviones; hayan tomado como rehenes a las familias de los rebeldes; y
hayan estado a punto de usar gas tóxico. También hemos experimentado una
fuerte resistencia al bolchevismo con los cosacos de Ural, del Don, sofocados
en torrentes de sangre. Un verdadero genocidio.
Al inaugurar hoy el monumento de su heroica
Vendée, mi punto de vista se desdobla. Y pienso que veo los monumentos que se
erigirán un día en Rusia, como testigos de nuestra resistencia rusa a las
oleadas de la horda comunista. Hemos cruzado con ustedes el siglo
XX. Por los cuatro costados fue un siglo de terror, la terrible
culminación de ese progreso que se había soñado en el siglo XVIII. Hoy
pienso que los franceses serán cada día más numerosos para comprender mejor, y
para guardar con orgullo en su memoria, la resistencia y el sacrificio de
la Vendée.
[3] Liudmila
Saraskina, Alexandre
Soljénitsyne, 2010, Fayard - Además del vínculo sentimental, ella veía que justo en el momento en que
al escritor le “llegaba” el momento de gloria, sus ambiciones con el escritor
pasarían a las sombras. Lo cierto es que la nueva unión ya era un hecho en la
vida de Solzhenitsyn. De hecho, mientras su mujer intentaba el suicidio, Natalia
Svetlova ya estaba en su séptimo mes de embarazo, en espera de Iermolaï, que
vería la luz el 30 de Diciembre
[4] Seguro que el escritor tenía en
cuenta, además, lo que Alguien había afirmado hace algunos años: “Si os
mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres” Juan 8:31-38
[5] Aunque
fue publicado antes en Rusia su publicación en Occidente en The Washington Post
constituye un mensaje
[6] Words of Warning to the Western World
[7] –y
no lo hemos hecho-
[8] La relación del mundo occidental con Rusia y los países comunistas - https://www.ersilias.com/discurso-de-alexander-solzhenitsyn-en-harvard/
[9]
''La futura democracia rusa no debe ser un calco de
Occidente'' por Daniel Kehlmann - Le Figaro, 1 de diciembre de 2006
[10] Los peligros de la rusofobia por Joseph
Pearce
https://theimaginativeconservative.org/2019/02/dangers-russophobia-joseph-pearce.html
[11] “El peligro que
hace correr a Occidente su ignorancia de Rusia” y “El error de Occidente”
[12] China and Russia: A Strategic Alliance in the
Making by Graham
Allison https://nationalinterest.org/feature/china-and-russia-strategic-alliance-making-38727
[14] Discurso en la
inauguración de un monumento (texto)
[15] El 9 de termidor del
año II (27 de julio de 1794) cae Robespierre y la República Francesa pasa del dominio de los jacobinos, al de
los republicanos conservadores, a quienes se
llamará “termidorianos” (N de T).
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