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lunes, 9 de diciembre de 2019

Las diez claves para entender a Solzhenitsyn


2.3. Diez claves para entender a Solzhenitsyn

A medida que se avanza en el conocimiento de Solzhenitsyn, nos encontramos con un personaje único que se destacó en alto grado de excelencia en muchas de las actividades que emprendió. A lo largo de su vida, Solzhenitsyn fue desarrollando una visión del mundo, y fue tomando posición frente a los hechos de la historia.

Además de un gran escritor, fue un gran  pensador, militar, político, y un cristiano comprometido a partir de su conversión. Los juicios sobre su persona, en múltiples ocasiones no tienen en cuenta el carácter polifacético de su personalidad.
Intentaremos, en diez “pinceladas”, contribuir a una visión de conjunto de la imagen del escritor[1].  

1.  Vocación de escritor

Su relevancia como escritor equivale la de los grandes clásicos de todos los tiempos, y su alcance supera en mucho a las tradicionales descripciones de la vida en los campos de concentración Solzhenitsyn contempla al hombre contemporáneo en su integridad, y a la “telaraña” totalitaria que lo oprime, con mayor alcance que del cerco de alambres de púa o los barrotes de hierro de una cárcel.
Su múltiple vocación de escritor e historiador y la envergadura de su pensamiento, se pueden apreciar en el discurso del premio Nobel de 1970[2], donde se refiere al fin de la literatura, que permite transmitir las verdades en un marco “extra político”, pero que al mismo tiempo sirve a la política al permitir extrapolar experiencias útiles correspondientes a países y generaciones de otros lugares y épocas. A partir de su experiencia en el Gulag, al que liga a su destino, asume como propia la obligación de escribir asumiendo esa vocación y poniendo la carga sobre sus propios hombros, citando las palabras de Vladimir Soloviev: “Incluso encadenados, nosotros mismos debemos completar ese círculo que los dioses han trazado para nosotros”[3]

En ese discurso se anticipa al de Harvard de 1978 y muestra en él una visión globalizadora del mundo en la que sugiere la utilización de la literatura como un arte al servicio de una vocación de servicio “universal”: “Tanto los países como los continentes enteros repiten los errores de los demás con lapsos de tiempo que pueden llegar a ser de siglos. Entonces, se podría pensar, ¡todo sería tan obvio! Pero no; Lo que algunas naciones ya han experimentado, considerado y rechazado, es repentinamente descubierto por otros como la última palabra. Y aquí de nuevo, el único sustituto de una experiencia que nosotros mismos nunca hemos vivido es el arte, la literatura. Esta posee una maravillosa habilidad: más allá de las distinciones de lenguaje, costumbre, estructura social, puede transmitir la experiencia de vida de una nación entera a otra. A una nación inexperta puede transmitir un durísimo juicio nacional que durará muchas décadas, en el mejor de los casos, salvar a una nación entera de un camino superfluo, equivocado o incluso desastroso, reduciendo así los meandros de la historia humana. Es esta la gran y noble propiedad del arte que os recuerdo con urgencia hoy desde el estrado del Nobel.” 

Quizás podría resumirse en una sola pregunta el gran interrogante que nos lega su literatura que actúa al mismo tiempo como un aguijón y que nos transmite toda su obra: “¿qué debemos hacer en el mundo en que nos toca vivir con la libertad que tenemos en toda circunstancia?”. Para Aleksandr Solzhenitsyn cada persona debe hacer su aporte, porque “la línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre las clases, ni entre los partidos políticos sino que atraviesa cada corazón humano”. Allí está el problema, y allí parece residir la solución.

Si damos crédito a quienes lo han calificado como digno sucesor de Dostoievski y Tolstoi, y nos adentramos en su vida y obra, nos encontraremos con una colosal serie de líneas de pensamiento  que nos ayudarán y nos inspirarán para transitar con mayor seguridad nuestro ya ajetreado siglo XXI. Quienes hemos comenzado a penetrar el mundo del autor ruso, hemos ido encontrando un universo bastante completo en el que vamos sintiendo como propios los lugares, los temas y los hechos, de los que el mundo entero sigue siendo y será protagonista.

2.  Carácter “ruso”

El escritor siempre se manifestó orgulloso de su identidad rusa. Pero… ¿Hay un modo de ser ruso?  Andrei Siniavski[4], en su libro “La civilización soviética”[5] hace una descripción de los que considera atributos distintivos de la identidad  y del carácter del pueblo ruso que sirven para entender a los rusos y ¿porque no? también a nuestro personaje.  ¿Cuáles son para Siniavski los cuatro aspectos que les serían propios a los rusos en general, como pueblo; las características principales de su psicología? [6]
1.      Un espíritu patriótico acendrado que adquiere la fuerza de un sentimiento religioso. “La patria es a veces para los rusos un principio supra individual y supra nacional que se convierte en algo como un sentimiento religioso”. Esto será aprovechado por sucesivos gobiernos y regímenes.
2.      Un pensamiento con límites y contornos imprecisos: el “carácter nacional ruso me parece un poco “amorfo”, inacabado en su forma”, quizás debido a la cantidad de influencia de extranjeros varegues, griegos, tártaros, polacos, alemanes”
3.      Un espíritu de conmiseración por el resto del mundo, animado por una especie de “compasión universal”, y que se caracteriza por “una aspiración a la universalidad, a la integralidad”: es un espíritu de compasión universal, es decir, de percibir y  compenetrarse los  sufrimientos de la humanidad, y “el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa[7]. Debemos tener en cuenta que “animado” es algo dotado de alma y de movimiento, de energía.
4.      La elevada autoestima es un condimento que difícilmente falte.  La elevada autosatisfacción por el mero hecho de “ser ruso” lo puede transformar a este en bueno, le genera cierta desconfianza respecto de otros pueblos, y puede llevarlo de la xenofobia al confinamiento. ¿Para qué deberían los rusos aprender otras lenguas? ¿Qué nos pueden aportar que no tengamos?
También a ellos les cuesta aceptar las críticas de los extranjeros a su nación.
 En las biografías escritas por quienes lo frecuentaron se transluce una personalidad de algún modo inasible. Su elevada autoestima es evidente y en su visión del mundo incorpora a todo el universo, expresándose con un espíritu profético.
Resulta evidente a través de sus obras que Alexander Solzhenitsyn respondía con bastante precisión a las características del carácter ruso descripto por Andrei Siniavski para quien “la consciencia nacional rusa oscila entre la aceptación de todas las naciones, o casi todas (internacionalismo, universalismo) y el rechazo de cualquiera que no sea ruso (xenofobia)  

3.  Una visión del mundo y una “Llama al viento”…
En este ensayo, no se realizará el análisis de sus obras. Pero como un ejemplo del mundo que encierran se puede tomar simplemente una pieza de teatro “Llama al viento – la luz que hay en ti”[8]  , compuesta en 1960 con un elocuente subtítulo inspirado en San Lucas (  “¡Cuídate, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad! ") , en la que los protagonistas, además de tratar la cuestión fundamental de la utilización de la ciencia, se hacen una serie de profundos planteos , que buscan  respuestas a los problemas más importantes de la vida individual y social contemporánea.
El argumento, en este caso, trata del uso de la cibernética[9] por el protagonista (¡Alec!) para poder archivar en un sistema la experiencia de los resultados de las decisiones tomadas históricamente y utilizar los datos para resolver problemas concretos de gobierno evitando los errores cometidos en el pasado. Su amigo ingeniero y compañero de prisión… lo invita a participar en el desarrollo de un sistema para lograr quitar las emociones negativas en los militares y lograr que luchen “automáticamente” y sin emociones que les quiten “eficiencia operativa”. El punto es que el primer sistema carecía de interesados mientras el segundo le proporcionaría fama y dinero.  

El momento final, culminante, es un breve cuadro en el que yace en su propia capilla ardiente un director de orquesta que ha logrado la fama y el dinero. Una anciana, pariente lejana que prácticamente no había aparecido en toda la obra, simplemente lee: “Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor. La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo, también tu cuerpo está a oscuras. Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.”  Con estas palabras, cae el telón.
Es posible entender la esencia del universo mental del autor ruso, en esta pieza y en este final, así como su realismo histórico y existencial, que funciona como un mecanismo de alguien que transita por la vida consciente de pertenecer a un mundo multidimensional, y que juega  partidas simultáneas de ajedrez en cuatro tableros.
Así, nuestro escritor, en su visión del mundo:
1) se asume como protagonista de la historia, de la que se nutre,
2) se inserta en el mundo natural, social; del conocimiento, la ciencia y la ética racional,
3) el mundo de la estética le permite acceder a la armonía del mundo y al universo de la creación, a través del arte; y
4) el mundo sobrenatural lo hace acceder a las verdades de la fe y a un sistema ético con fundamento religioso.
Alexander Solzhenitsyn declaró sobre esta obra en marzo de 1967: "Traté de escribir una pieza alejada de la política, ubicándola fuera de un  contexto nacional. La acción tiene lugar en un país desconocido, en una época que no se especifica, y los protagonistas tienen nombres cosmopolitas. No lo hice para ocultar mi pensamiento. Quise tratar los problemas morales de la sociedad en los países desarrollados, independientemente de que fueran capitalistas o socialistas”.

4.  La vida tiene un origen y un sentido
Solzhenitsyn contemplaba al hombre contemporáneo en su integridad, y veía a la “telaraña” totalitaria como algo más profundo que un mero cerco cerrado con alambres de púa o con barrotes. En una conferencia en la universidad de Sarátov, le preguntaron a Solzhenitsyn, ya anciano, acerca de las fuerzas vitales y la fe que lo habían impulsado en su existencia. En su respuesta se refirió a tres constantes visibles en su vida y sus obras: el servicio a la patria, el amor por la literatura y una elevadísima contracción al trabajo: “Tuve siempre la fe que estaba sirviendo a Rusia, y que lo que hacía sería provechoso para la historia rusa. Eso me recargó continuamente con renovadas fuerzas. También el amor a la literatura. Y a todo ello, he sumado el trabajo…”… Mi fuerza está en el trabajo: “nunca tuve necesidad de esforzarme para trabajar. No tengo necesidad de forzarme; nunca tengo necesidad de descansar. Es simple, trabajo todo el tiempo, sin parar. Pienso que ahí está la fuerza”.
Orientado a la acción desde muy joven, se forma para una brillante carrera intelectual. Orgulloso de su fuerza, de su capacidad y de los logros que va alcanzando, crece al mismo tiempo en la pobreza material y sometido a privaciones económicas, absolutamente concentrado en sus objetivos, capaz de abarcar desde lo pequeño hasta lo universal, seguro de las certezas que va adquiriendo y al mismo tiempo abierto a incorporar otras nuevas en la medida que lo convenzan. Educado en el amor por su patria, la convulsionada época que le toca vivir y los acontecimientos por los que tiene que atravesar a pesar suyo, lo precipitan a un lugar protagónico en la  historia en el que va forjando su vocación de pensador, de escritor y de intelectual-político; un verdadero “think tank” ambulante…
Cuenta Lioudmila Saraskina que -estando por terminar la segunda guerra mundial, casado y con 26 años- consideraba Solzhenitsyn el modo de encarar el futuro y proyectar la vida con su mujer. Pero sus profundas reflexiones y la experiencia de vida le han hecho tomar consciencia de “su misión en esta tierra”. Debe tomar una decisión sobre lo que hará durante el resto de su existencia. Y a esta altura del partido tiene claro que la vida que se extiende adelante estará vinculada al futuro de su país. Solzhenitsyn “sentía que sus planes lo orientaban cada vez más a la lucha; que vivía cada vez menos para si mismo y que sus objetivos no lo dejaban entrever en adelante ninguna prosperidad, ningún éxito personal”. Su mujer le preguntaba -con tacto- acerca de “donde y como vivirían después de la victoria”. Y él le describía sus inclinaciones profundas…  “mi temperamento activo no me permite considerar con calma y pasividad los desórdenes, la injusticia social, la mala organización de la economía, la circulación de opiniones descaradas que nadie refuta, los puntos de vista incorrectos sobre la historia contemporánea… Todo eso me empuja con una fuerza irreprimible a inmiscuirme sin freno en la vida política”
Su incomodidad surgía porque veía que no compartía con su mujer los mismos propósitos en la vida, y en particular los que tenían que ver con un “cursus honorem” alejado de los objetivos materiales, que no son los que tiene pensados para sí mismo. 
Su camino, tendría que ver con la profundidad de los dramas de su patria, la revolución, la guerra, la pérdida de la libertad, la convivencia forzosa con lo mejor y lo peor del ser humano, su pesimismo realista respecto del hombre del siglo XX y finalmente el cáncer.
Todo ello le irá demostrando la imposibilidad de encontrar soluciones de fondo alejadas de la trascendencia de la persona, de la conciencia respecto de la providencia de Dios respecto de cada ser creado, y la convicción del “acompañamiento” personal del Creador a cada hombre durante toda su vida.
Este camino recorrido se resume en las estrofas de una poesía escrita en ocasión de su conversión:

¿Cuándo esparcí la buena simiente al viento
como si fuera paja
y rechacé aquellos templos
en que fui acunado por Tus jubilosos himnos?

Mi deslumbrante sabiduría cosechada en los libros
resultó más de lo que este arrogante cerebro podía soportar.

El mundo se extendía ante mí con sus secretos
y el destino era simple cera en mis manos.

Cada nueva oleada de sangre batiendo en mi interior
me tentaba con su deslumbrante clamor
mientras la fe de mi corazón se derrumbaba en silencio
como un edificio abandonado, destinado a la ruina.

Pero eligiendo mi camino entre la vida y la extinción
ahora cayendo, ahora levantándome,
contemplo con nuevos ojos la vida que una vez seguí
y contemplándola, me estremezco de agradecimiento.

No fue mi intelecto, ni mi deseo,
lo que determinó cada vuelta del camino
Sino la firme y constante luz de un designio Superior
que solo con el tiempo pude captar.

Y ahora, mientras bebo con nueva moderación
de las vivificadoras aguas, veo
que mi fe ha sido restaurada, ¡Oh Señor de la Creación!

Renuncié a ti, pero tú permaneciste a mi lado.
La fe que lo sostuvo en su larga lucha es clara. En algún momento escribe: “Me hace más feliz y me siento más seguro al pensar que no tengo que planear y gestionar todo por mí mismo, que solo soy una espada afilada para herir las fuerzas impuras, una espada encantada destinada a partirlas y dispersarlas. ¡Concédeme, oh Señor, que no me quiebre al golpear! ¡No me dejes caer de tu mano!”.
Si podría caber alguna duda de la espiritualidad de Solzhenitsyn como participación en algo más grande, quizás baste con leer la Carta a los Hebreos (4,12-16)  - “Hermanos: La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas. Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.”
No sabemos cuán presente tendría estas palabras nuestro autor cuando se veía a si mismo como una “espada afilada”, pero se podría suponer donde encuentra la fuente de su “mirada” sobre la realidad, y el espíritu que animó su lucha.

5.  Un camino de purificación y de autolimitación
Para Solzhenitsyn la senda de la perfección –personal y social- comprende, incluye y requiere vivencias que implican carencias, pérdidas y dolor. El verdadero crecimiento del hombre no es gratuito. Las experiencias que no nos agradan, que no deseamos ni buscamos, son necesarias, y además nos ayudan a adquirir la humildad necesaria para el camino de crecimiento interior. Al mostrarnos los límites de nuestras posibilidades, nos enseñan que la moderación y la autolimitación son requisitos esenciales, necesarios para  la resolución de los problemas de la persona y del mundo. El cumplimiento de las metas individuales y sociales, incluye un camino de purificación interior que permita marchar hacia el futuro sin pesos ni cargas paralizantes. Este camino, requiere el arrepentimiento de las faltas, que limpia de defectos y excesos en las conductas. Para ello todo hombre debe darse cuenta de que no todo lo que desea es bueno y necesario. Y que se requiere también en la búsqueda de una sociedad también más elevada, que las partes limiten sus ambiciones y así hacer posible conseguir los logros colectivos justos y necesarios. Si todos queremos todo, no es posible lograrlo.


6.  Un sentido profundo y trascendente
A lo largo de la vida  nuestro escritor va recorriendo un camino de “reflexión ascendente”, que arranca en las realidades del mundo y de la historia, y llega a su culminación cuando encuentra el sentido más profundo de la existencia. Solzhenitsyn cree que para interpretar el presente y el futuro, hay que conocer los hechos y tomar consciencia de los mismos “en el contexto de un proceso histórico completo”.
Todos los seres humanos estamos inmersos en tres mundos: conjuntos de circunstancias superpuestas:
1.      el mundo de la naturaleza, donde transcurre nuestra vida personal con todos los avatares de la época y lugares en que nos toca vivir,
2.      el mundo del pensamiento,  y
3.      el mundo sobrenatural del que solo es consciente quien tenga fe.
A lo largo de la vida vemos como Alexander Solzhenitsyn se mueve en estas tres dimensiones y las incorpora en sus propias obras. Como protagonista destacado de los principales acontecimientos de su tiempo, conoce y comprende la revolución universal del siglo XX y percibe –a través de su propia experiencia- la inserción de la vida y de la época en una dimensión sobrenatural. Elabora y pule ese conocimiento a lo largo de su vida, y lo va volcando en sus libros, que tienen una triple característica: son autobiográficos, abarcan la historia del siglo y poseen un enfoque espiritual; y así, sin abandonar nunca el realismo, su obra ocupa los tres círculos concéntricos en un movimiento ascendente continuo.

7.  Un modo realista de acceder al conocimiento
Georges Nivat[10] destaca como una de las características del “fenómeno Solzhenitsyn”, su realismo como modo de acceso al conocimiento. El escritor, que fue también científico, se mueve durante toda su vida intentando acercarse todo lo posible a la realidad, que cumple la triple función de ser su principal fuente, "interlocutor" y "referente".
Su modo de analizar la realidad y su tratamiento de los temas parecería incluir una metodología con elementos “aristotélicos y medioevales”. Utiliza una secuencia que podría corresponder perfectamente a la lectio (información), la quaestio (el cuestionamiento, la lógica de los razonamientos y argumentos) y la disputatio (discusión). Lo haya hecho consciente o inconscientemente, en cierto modo su método nos recuerda la teoría del conocimiento aristotélica, en particular a la percepción de la realidad a través de los sentidos, y más concretamente de la vista.
Se podría decir también que la principal "fuente" de su obra es toda la "realidad". En efecto, si la realidad es "irrebatible" y "la única verdad es la realidad", el mejor método para acercarse a la "verdad" es hacerlo a la “realidad” para conocerla en todos sus aspectos. Se siente cómodo y seguro con las "verdades permanentes", dado que las variables constitutivas de la realidad del "ser", del "hacer", del "conocer" o del "creer" no cambian, y su vigencia -esto es, la vigencia de la verdad- es permanente. De ahí la seguridad con la que realiza sus afirmaciones, que muchas veces nos aparecen algo categóricas.
Su realismo lo lleva a la utilización del -el relato filmográfico- como un recurso retórico. En muchos de sus escritos importantes transluce su figura como si fuera la de un autor, director y protagonista de “películas” en las que el mismo se pasea virtualmente con su "cámara literaria" en escenarios elegidos, como lo hiciera en el cine real Alexander Sokurov al recorrer el Hermitage de San Petersburgo en una sola toma en "Russian Ark[11]" (2002) O al modo de Sergei Bondarchuk, que parece "pasear" como un testigo presencial por la historia narrada por Leon Tolstoi en 1869, penetrando con realismo los hechos, las personas, los sentimientos y la historia en "War and Peace[12]"  (1966)
¿De qué modo se acerca Solzhenitsyn a la realidad? Georges Nivat destaca la existencia de una "mirada" que observa todo lo que sucede, todas las personas relevantes que intervienen en las historias, todas las formas de pensar y de actuar frente a los mismos hechos. Su mirada física, intelectual y sobrenatural de la existencia se va conformando a partir de la acumulación de mapas, planos, fotos, testimonios, viajes, reuniones, diálogos y animados debates, y de visitas exhaustivas a los lugares en los que transcurrieron los acontecimientos históricos relevantes. Para acercarse al universo del mundo real, dedica ingentes esfuerzos en registrar en notas y fichas todo aquello que le parece importante para sus elucubraciones: los hechos, los lugares, las personas, los acontecimientos de su propia vida y de la de sus próximos. Y cuando le es imposible escribir por la fuerza de las circunstancias, archiva los datos en su prodigiosa memoria. Y luego los ordena, analiza e interpreta en el marco de una visión del mundo en constante movimiento y evolución,  que avanza a lo largo de su vida por ese camino ascendente que le permite ganar altura para ir adquiriendo una perspectiva cada vez más amplia y universal. Finalmente presenta sus conferencias, y publica sus declaraciones y sus libros. Lo hace con el cálculo y la precisión del buen artillero que seguro habrá sido, apuntando sus cañones al corazón de las ideologías y de la utopía revolucionaria, o contra la mentira y su utilización política.
Pero tiene además conciencia de que quienes se ponen en contacto con el mundo de la realidad son personas distintas entre sí, que cada una participa de ella en circunstancias que le son propias, con diferentes creencias, y que todos somos protagonistas tanto voluntarios como involuntarios de lo existente. La realidad, incluye muchas veces experiencias humanas que se realizan en el marco de factores coercitivos externos incontrolables y ajenos a la propia voluntad. En consecuencia, debe analizar los diferentes enfoques y vivencias para no convertirse en una especie de "oráculo" monocorde y autista, con los oídos cerrados a otras convicciones y razonamientos. Un ejemplo concreto de esta manera de acercarse a la realidad lo constituye “Lenin en Zurich”.

8.  Las pruebas personales son necesarias 

« ¿Podéis beber el cáliz...? El Señor sabía que podrían imitar su pasión, y sin embargo les pregunta, para que todos oigamos que nadie puede reinar con Cristo si no ha imitado antes su pasión; porque las cosas de mucho valor no se consiguen más que a un precio muy alto»
San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 35.
Las pruebas que todo hombre está llamado a superar en su vida, son acontecimientos necesarios para el acceso al conocimiento, a la verdadera libertad y al progreso moral. Sin renegar del conocimiento de la verdad a través del razonamiento. Solzhenitsyn le da un lugar de privilegio a lo que considera una evidencia, a saber, que la verdad surge a partir de las pruebas a las que somos sometidos todos los hombres y todas las naciones de la historia: cada hombre es probado y tiene que definirse a menudo con elecciones que lo "obligan" a optar, y a ponerse del lado de la verdad y de la justicia, o el de la mentira y la arbitrariedad.
Una religiosa preparada para el martirio en la revolución francesa, escribía sobre el precio de la felicidad, relacionándolo con un instrumento del cual uno pensaría no puede sacarse nada bueno. Y sin embargo[13]
"¿Quién te teme, oh guillotina,
En mi opinión, por error;
Si nos haces ver todo negro
Nos guías a salvo.
Si nos pareces cruel
Es para nuestra verdadera felicidad:
Una corona eterna
Es el precio de tu rigor”.


Las pruebas a las que son sometidos hombres y naciones les proporcionan la oportunidad de optar entre la aceptación o el rechazo de discursos y relatos que se interponen entre ellos y la realidad, con el riesgo de quedar presos de las ideologías, o ser verdaderamente libres. Cada pueblo, cada nación, pasa así por pruebas que ponen en juego su capacidad de supervivencia y superación. Y con la superación de las pruebas se limpia el camino -de un modo semejante a la preparación del suelo para el cultivo- para llegar al conocimiento de lo verdadero y lo justo.
En el mismo orden de ideas, muchos siglos antes, Esquilo también señalaba en el Agamenón que a través del “sufrimiento viene la comprensión”[14]:
“Zeus, quien quiera que sea, si por este nombre le agrada ser
invocado…
Ha abierto el camino de la sabiduría a los mortales, proclamando
como ley soberana:
Por el sufrimiento viene la comprensión,
Así se acumula en el corazón, gota a gota, durante el sueño.
La paga de la memoria dolorosa:
E incluso sin querer, viene la sabiduría,
De los dioses que se sientan al timón celestial,
La gracia viene violentamente.”

El Quijote  enseñaba a Sancho que “la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”
Lejos de lamentarse por su suerte, Solzhenitsyn llega a bendecir la prisión donde fue internado, porque lo ayudó a acercarse con dolor a la realidad, y a liberarse de toda ideología y de “relatos” utilizados como filtros deformantes del verdadero conocimiento. Todo ello no implica que pensara en la prisión y la esclavitud como bienes en si mismas, sino como lugares donde se encontraban los verdaderos fundamentos de la libertad. Para entender el misterio de la vida, es necesario entender y aceptar la cruz. Y “la cruz está siempre plantada en el riesgo y en el sufrimiento, y regada con lágrimas y sangre.”[15] Solzhenitsyn lo sabía, y sabía que ser libre trasciende a las circunstancias externas y aceptar las cruces que plantea la existencia.

9.  Los problemas y las soluciones del mundo residen en el interior de cada persona
Solzhenitsyn cree que si la división pasa por el corazón de cada hombre, la solución de los problemas de la sociedad también. En la visión del mundo que fue elaborando a lo largo de su vida, este razonamiento ocupó un lugar central. Así, afirmaba en su discurso de Templeton que “frente a las grandes cumbres de los acontecimientos mundiales, puede parecer inadecuado y absurdo recordar que la llave fundamental de nuestra existencia y de nuestro aniquilamiento se encuentra en el corazón de cada uno de nosotros, en la preferencia que le otorguemos al bien o al mal en concreto. Sin embargo, hoy como ayer, esta clave sigue siendo la más segura. Las prometedoras teorías sociales están en bancarrota, y nos han traído a un callejón sin salida. Los hombres libres de Occidente deberían comprender que alrededor de ellos se han acumulados demasiados engaños libremente consentidos, y deberían negarse a seguir aceptándolos pasivamente. Es inútil intentar buscar una salida a la situación del mundo sin volver nuestra conciencia arrepentida hacia el creador de todas las cosas. Ninguna puerta se abrirá para nosotros. No la encontraremos. Los medios de que disponemos son demasiado miserables. Hay que ver primero el mal terrible –no el que podrían hacernos desde afuera los enemigos de nuestro país o de nuestra clase- sino el que está dentro de cada uno de nosotros; en el seno de cada sociedad, incluso y principalmente en las sociedades más libres y más desarrolladas, porque es ahí donde lo hemos cometido con pleno consentimiento. Si el nudo corredizo que nos asfixia se cierra cada día más, es por culpa de nuestra incuria y nuestro egoísmo.”
El filósofo norteamericano –neo aristotélico y especialista en Santo Tomás- Henry Babcock Veatch[16], afirma -en la misma línea- que “a los ojos de Aristóteles, la ética no comienza con pensar sobre los demás. Empieza con uno mismo. Y la razón es que cada ser humano se enfrenta a la tarea de aprender a vivir, a ser un ser humano, así como a aprender a caminar o a hablar. Nadie puede ser verdaderamente humano, ni puede vivir y actuar como un hombre racional, sin pasar primero por el difícil y frecuentemente doloroso negocio de adquirir las virtudes intelectuales y morales, y luego, habiéndolas adquirido, ejercitarlas realmente en el concreto, pero complicado asunto de vivir”
El escritor ruso no limita este razonamiento a la vida de cada hombre, sino también a la vida de la sociedad.
Recientemente afirmaba Richard Lim[17], que esto ya había sido advertido nada menos que por Washington, cuando afirmaba que “creía firmemente en la depravación de la humanidad por el "amor al poder... que predomina en el corazón humano".  A sus ojos, el hombre podría ser no solo "ambicioso y sin principios", sino además ser "intrigante", falso y conspirador, escondiendo su depravación bajo la apariencia de la virtud y el amor al país. Washington describía a los hombres como "astutos" y llamaba al pueblo estadounidense a "protegerse contra las imposturas del patriotismo fingido".  Y si el hombre es corrupto, se deduce que también lo son las naciones. Washington creía que las naciones no solo buscan sus propios intereses, sino que a menudo pisotean los derechos de otras naciones. Esta es la razón por la que nos advirtió sobre "las insidiosas burlas de la influencia extranjera" y aconsejó que "no puede haber un error mayor que esperar o calcular los verdaderos favores de una nación a otra".

10.  La revolución en el centro de la escena
Desde joven tuvo Solzhenitsyn la intención de escribir una gran obra sobre la revolución. Por la temprana edad en que se planteó el proyecto, seguramente tenía la certeza del peso de los acontecimientos que se sucedían a su alrededor, sobre los que trabajó durante cincuenta y cuatro años[18]. La “revolución rusa” ocupa un lugar central de su gran obra literaria. Tenía la referencia de la revolución francesa, pero la velocidad de la rusa lo sorprendió: “La monarquía francesa resistió tres años, y nosotros, tres días.” Pero su preocupación se extendió más allá de las fronteras de su país. En marzo de 1983 afirmaba en Londres que: “Occidente todavía tiene que esperar una revolución comunista”. En ese momento, para Solzhenitsyn, el proceso revolucionario es mundial, y las mismas razones deberían ser causa de un sistema político semejante en el Este y el Oeste. Al pronunciar estas palabras, Solzhenitsyn llevaba unos nueve años viviendo en Occidente, y faltaban otros nueve años para que regresara a Rusia.
Para Solzhenitsyn la revolución rusa es la continuidad de la revolución francesa, jalón esencial de una cadena histórica La Rusia tradicional con todos sus logros es literalmente arrasada por el comunismo y se aumenta “operativamente” el alcance geográfico de la revolución, que pasa de europea a mundial. El 25 de septiembre de 1993, en unas palabras pronunciadas en ocasión de la inauguración de un monumento construido en conmemoración a los héroes de la resistencia de la Vendée, víctimas del levantamiento, Alexandre Solzhenitsyn relacionaba a la revolución de 1917 con la de 1789. Dijo en esa oportunidad que “la Revolución Francesa se llevó a cabo en nombre de un lema intrínsecamente contradictorio e irrealizable: libertad, igualdad, fraternidad. Pero en la vida social, sucede que la libertad y la igualdad tienden a ser mutuamente excluyentes. ¡Son antagónicas entre sí! La libertad destruye a la igualdad social -es incluso una de sus funciones- y la igualdad restringe la libertad, porque si no fuera así, no podríamos alcanzarla. En cuanto a la fraternidad, no es de la misma familia. Es solo un agregado aventurado a un eslogan y no es por disposiciones sociales que se puede construir la verdadera fraternidad, que es de orden espiritual. …. Si la revolución del siglo XVIII no causó la ruina de Francia, esto sólo ocurrió porque sucedió Termidor[19]. La revolución rusa no experimentó un Termidor que haya sido capaz de detenerla. Ella llevó a nuestro pueblo hasta el final, hasta el abismo, hasta el abismo de la perdición.” Conmemoración a los héroes de la Vendée el  25 de septiembre de 1993 
En el mismo discurso también se refiere a la experiencia de la revolución en Asia, lamentando que no hubiera presentes en el acto de inauguración  “… portavoces provenientes de lo profundo de China, de Camboya, de Vietnam: ellos podrían añadir aquí lo que la experiencia les ha enseñado y contarnos el precio que pagaron por la revolución. La experiencia de la Revolución Francesa debería haber sido suficiente para que nuestros organizadores racionalistas de la felicidad del pueblo hubieran sacado sus conclusiones. ¡Pero no! En Rusia, todo pasó de la peor manera y a una escala incomparable. Muchos métodos crueles de  la Revolución Francesa fueron dócilmente aplicados sobre el cuerpo de Rusia por los comunistas leninistas y  por los socialistas internacionalistas. Sólo que su grado de organización y su carácter sistemático superó en Rusia con creces el de los jacobinos. No tuvimos Termidor, pero tuvimos nuestra Vendée, y podemos estar orgullosos en conciencia.”
En 1917, el alcance y la envergadura de la revolución rusa se podían ver claramente en toda su potencialidad destructiva desde la misma Rusia y desde Europa Occidental, particularmente desde Francia. En 1925 la revolución es ya un proyecto de alcance geográfico mundial en ejecución, en el cual ocupa un lugar no menor el campo cultural y de costumbres. Y así, paulatinamente, la revolución mundial va ocupando todo el siglo XX, el siglo de Solzhenitsyn. Si se analiza la evolución del  pensamiento de Solzhenitsyn, la ampliación paulatina del marco de referencia de su universo, las condiciones que lo impulsaron a seguir el rumbo que tomó su vida, y en particular las pruebas y sufrimientos que experimentó, y que fue considerando como condiciones ineludibles para acceder a la verdadera sabiduría y libertad, se encontrarán las razones por las que desde temprano “la revolución” va ocupando un lugar cada vez mayor en sus reflexiones,. Entender la revolución en su sentido más amplio, es un trabajo necesario para disponer del marco de referencia en el cual es necesario inscribir el análisis de la vida, la obra y el pensamiento del escritor. En el marco histórico del sigo, Solzhenitsyn nos deja también sus célebres llamadas de atención al mundo occidental en famosos mensajes que despertaron polémicas que no solo no han terminado, sino que en muchos casos aún no han comenzado.
Georges Nivat trata de encontrar una tesis central en la Rueda Roja, la gran obra de Solzhenitsyn sobre la revolución rusa, y llega a preguntarse en si efectivamente hay una tesis en el libro. Sin duda alguna, el principal tema que atraviesa prácticamente todas las obras de Solzhenitsyn es la revolución, y es al que dedica su más voluminosa obra. El punto de partida es la revolución rusa en la que nació, se educó, y donde vivió sus primeros  años y su patria, Rusia, ocupó además un lugar central como eje de sus pensamientos, sus preocupaciones y sus actividades.
Quizás la dificultad en encontrarla radique en la forma de escribir del autor, que describe los acontecimientos enfrentando las distintas visiones de los múltiples protagonistas de la historia, siendo el escritor generalmente uno de ellos. Quizás el propio escritor no haya querido exponer una conclusión única reconocible como propia, y sea entendible que la gran obra de Solzhenitsyn que proyectara cuando adolescente y en la que trabajara durante muchos años de su vida, casi veinte prácticamente sin interrupciones en Cavendish, llegue a ser un libro de algún modo “inconcluso” o abierto.
Si uno pudiera imaginar un gran “diálogo” que refleje la gran realidad histórica de la revolución, vista desde múltiples posiciones, actitudes y lugares según la ubicación física o mental de cada uno, quizás se acercaría a esa tesis central, si la hubiera. En efecto, Solzhenitsyn escribe como historiador, novelista, poeta, juez, cronista, documentalista, retratista, pensador, creyente, militar, civil. Y hay que recordar que se trata de un tiempo y un país que tardó cientos de años en formar una identidad nacional propia, y que con la revolución se derrumbó de golpe y se entregó a manos del reino del mal y la mentira: “la monarquía francesa resistió tres años, y nosotros, tres días”… La misma revolución es un tema inconmensurable, por lo que para entender el universo mental de Solzhenitsyn es necesario ampliar el contexto, evitar los juicios acelerados -muchas veces inducidos por sus reproches a Occidente que nos duelen- y volver a releer una y otra vez los textos del autor intentando recorrer el mismo camino ascendente, para volver a encontrarnos nosotros mismos en un valle cada vez  más elevado.  
Solzhenitsyn dedicó su existencia y su trabajo, al sistema que hizo posible el mayor desatino en la historia.  Su análisis sobre “la” revolución en el mundo” es el tema que sobrevuela su obra y su existencia.
Por eso, su visión del mundo, el testimonio de su vida y la vehemencia para difundir sus obras, se entienden mejor en el contexto de un análisis -aun somero- del proceso revolucionario. Se constatará entonces que Solzhenitsyn no fue un “anticomunista primario” y si un pensador de fuste de alcance universal.
Cuando Solzhenitsyn pronuncia su discurso de Templeton, en 1983, ya sexagenario, está en el apogeo de su vida, con diez años transcurridos en su retiro de Occidente, y ha llegado a su culminación su obra literaria sobre la revolución ampliando cada vez más el alcance de su trabajo intelectual, con la óptica de un patriota ruso.
Pero la revolución es un proceso con “vida propia”. A Solzhenitsyn se le exige frecuentemente, sin razón para ello, la solución de todas las incógnitas. Probablemente, y pese a la envergadura de su emprendimiento, no haya sido su intención agotar los temas de los que se ocupó. Su vida fue tan rica y llena de matices, y su trayecto ha sido tan diferente al de cualquier otro escritor, que no creemos que haya que reprocharle “lagunas” en sus obras, sino más bien buscar la ampliación de las reflexiones planteadas en sus escritos, discursos, testimonios personales y entrevistas, sin olvidar que durante los primeros setenta y cinco años de su vida vivió amenazado por un enemigo real y mortal. 
Por eso es que se dedica un capítulo del presente ensayo al mismo fenómeno de la revolución, más allá del propio Solzhenitsyn, intentando presentar un marco de comprensión de la mayor amplitud posible y agregando otros planos que pasen por el mismo punto, con el propósito de contribuir a profundizar aún más en el gran proceso –aún no terminado- contra el que nuestro escritor se constituyó como una de las primeras espadas del siglo XX.




[1] Quien escribe estas líneas no es el único que piensa que sean necesarias algunas claves para ir al fondo del pensamiento del autor. Priscille de Lassus escribíó hace poco “siete claves para leer a Solzhenitsyn”:
1 Fue educado como “homo sovieticus”
2 Su experiencia en los campos de concentración lo ayudó a romper con el comunismo, y a forjar al hombre, al escritor y al luchador
3 El éxito de su libro “Ivan Denisovitch”, redactado en 1959, “libera la palabra” en Rusia, en el marco de las luchas internas del partido
4 Participa de la pulseada que se produce detrás de la cortina de hierro entre 1964, con la caída de Kruschev y 1974, año en que se le quita la ciudadanía soviética y se lo expulsa de Rusia
5 Es de un genio literario comparable a los grandes escritores, y realiza una “alianza entre el arte y la realidad”, entre “belleza y fealdad”, “ironía y admiración”, “energía y emoción”, “epopeya e introspección”… elevando las almas a una “experiencia espiritual”
6 Su gran amor a Rusia, está animado por un espíritu provinciano “que prefiere los bosques y la comunidad de los pueblos a los encantos demasiado occidentales de San Petersburgo”
7 Conserva su independencia respecto del mundo occidental, advirtiendo “… a los grandes Estados occidentales que piensan en imponer su modelo a todo el mundo que se arriesgan a engendrar violenta oposición si no respetan la autonomía a otras culturas” por lo que “se lo trató de nacionalista, de viejo eslavófilo, moralizador, reaccionario, contrarrevolucionario, arrogante y despótico” Pero el “continúa imperturbablemente, trazando su camino”
[2] https://www.nobelprize.org/prizes/literature/1970/solzhenitsyn/lecture/ 
[3] “Even in chains we ourselves must complete / That circle which the gods have mapped out for us” .
[4] Que entiendo no era amigo de Solzhenitsyn,
[5] La Civilisation Soviétique André Siniavski (Auteur) Albin Michel
[6] Definitivamente la descripción de Siniavski ayuda a entender estos aspectos de la personalidad de Solzhenitsyn, que se asemeja más a la imagen de un patriota que de un “nacionalista”.
[7] Pensar en esto al leer el discurso de Harvard, o para entender el porqué de la vocación universal del comunismo ruso
[8] (http://www.chire.fr/A-107385-flamme-au-vent-la-lumiere-qui-est-en-toi.aspx ) 
[9]  (  “En los tiempos rudos de Homero la palabra griega para designar al timonel era kybernetes, que Wiener tradujo al Inglés como cybernetics, en español cibernética." En una reflexión muy poética dada por Gordon Pask la cibernética es “la ciencia de las metáforas a ser defendidas.” Mucha gente asocia la cibernética con la robótica, los robots y el concepto de cyborg debido al uso que se le ha dado en algunas obras de ciencia ficción, pero desde un punto de vista estrictamente científico, la cibernética trata acerca de sistemas de control basados en la retroalimentación.” (editor) (1998) Evolutionary Computation: The Fossil Record, IEEE Press, New York. Forsyth, Richard (1981), Kybernetes, Vol. 10, pp. http://es.thefreedictionary.com/kybernetes )

[10] "Le Phénomène Soljénitsyne" de Georges Nivat Fayard 2009

[11] https://youtu.be/jQ_xH7rWiq0
[12] https://www.youtube.com/playlist?list=PLeC2WeKvjXcUfUxH3LCRw-akK_FEuo9QB  
[13] “Qui te craint, ô guillotine, À mon avis, à grand tort; Si tu nous fais grise mine Tu nous conduis à bon port. Si tu nous parais cruelle
C’est pour notre vrai bonheur: Une couronne éternelle Est le prix de ta rigueur.”
[14] Transcripto por Anthony O´Hear en After Progress, encontrando el viejo camino para seguir adelante: “Aeschylus - Zeus, whoever he may be, if by this name it pleases him to be invoked. By this name I call him. Nothing is left that I can compare him with, having weighed all things. Except Zeus.If I am to cast this vain burden of anxiety from me.....He has opened the way of wisdom to mortals, proclaiming as sovereign law:By suffering comes understanding,So accrues to the heart, drop by drop, during sleep.The wages of dolorous memory:And even without willing it, wisdom comes,From the gods who sit at celestial helm,Grace comes violently. Anthony O´Hear, After Progress, finding the old way forward
[15] San John Henry Newman (1801-1890) - teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra - PPS, vol 6, n° 19
[16] Henry B. Veatch, "El hombre racional"   
[17] How George Washington Warned Us About Tribalism and Disunity by Richard Lim – septiembre de 2018 -The Daily Signal 

[18] Cuando comenzó la tarea, su visión del mundo obedecía a un punto de vista comunista ortodoxo, y cuando terminó la obra su pensamiento estaba en las antípodas.
[19] El 9 de termidor del año II (27 de julio de 1794) cae Robespierre y la República Francesa pasa  del dominio de los jacobinos, al de los republicanos conservadores, a quienes se  llamará “termidorianos” (N de T).

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