Los obispos Barrio y Saiz Meneses:
«Hay que ir contra corriente»
y eso «requiere heroísmo»
por Jordi Picazo
Durante las pasadas III Jornades Transmet!, celebradas por la diócesis de Tarrasa bajo el lemaTransmisión de la Fe para la Nueva Evangelización, tuvimos ocasión de conversar en Sant Cugat del Vallés con el arzobispo de Santiago de Compostela,Julián Barrio Barrio, y con el prelado anfitrión,Josep Àngel Saiz Meneses, sobre los temas abordados por el reciente sínodo, y en particular sobre el papel evangelizador de la familia.
-Decía Winston Churchill que “cuanto más de cerca seguimos el Sermón de la Montaña, más posibilidades de éxito tenemos en cualquier empresa que llevemos a cabo”. Y que “es en la familia donde las principales virtudes nacen, crecen, se refuerzan y se transmiten”.
-Monseñor Barrio: Efectivamente, y yo suelo decir que a la familia nunca le agradeceremos suficientemente lo que hace y lo que seguirá haciendo por cada uno de nosotros y nunca debemos dejar de acompañar a las familias en la medida en que podamos. Yo creo que no debemos descuidar el sentir la necesidad que tenemos de estar junto a ellas. La familia hoy, en las diversas circunstancias de la vida, tiene en nuestra sociedad muchas connotaciones diferentes. Las familias están trabajando, yo suelo decir, del amanecer hasta el atardecer, sacando adelante a los hijos, y hay que agradecerles esa dedicación. Pero ahí también tiene que hacerse presente la Administración con esa ayuda que debe de prestar a las familias. Porque lo que sí es cierto es que no solo de pan vive el hombre. Muchas familias han llegado a este deterioro que tenemos que lamentar porque quizás se han visto presionadas por una situación social que no las ha reconocido tal como debieran haberlo hecho.
En primer lugar, pastoralmente lo que nos toca a nosotros es estar muy cerca de ellas, acompañarlas con ese acompañamiento preocupado: y ello para evitarles en aquello que podamos el sufrimiento inútil; porque si realmente perdemos la referencia familiar podemos decir que estamos perdiendo una de las bases fundamentales en la nueva evangelización.
¿Que podemos hacer más? Yo creo que siempre se puede hacer más. Y volviendo al capítulo de las ayudas quiero hacer una llamada a nuestras Administraciones políticas a que efectivamente comparezcan, acompañen y ayuden a las familias en un ámbito distinto al que en la Iglesia tenemos que hacer; pero hay un aspecto que es el económico, que son las ayudas, con las cuales hoy la familia se siente muy desprotegida.
¿Que hay conexión entre el deterioro de la familia y esa carencia de ayudas? Yo creo que en buena parte sí. Y por eso desde la Iglesia, desde nuestra actividad pastoral, tendremos también que estar siempre muy cerca, salir al encuentro de ellas, de sus necesidades reales, de las situaciones concretas, para que desde la comprensión nosotros podamos también llegar a ayudarles a lograr su propio cometido.
-A mi modo de ver quedó patente en el sínodo extraordinario sobre la familia una división en el seno de la Iglesia. ¿Cómo podemos digerir esta división, que hace sufrir mucho a los católicos?
-Monseñor Barrio: Pienso que habría que recordar aquello de San Agustín: In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas, es decir, en lo necesario unidad, en lo opinable libertad, y en todo caridad. Tengo la impresión de que el Papa Francisco un poco quiere interpretar la realidad concreta que nosotros estamos viviendo. Yo suelo decir “que nadie se quede sin preguntar”, sin hacer la pregunta que realmente entienda que debe hacer. Después la respuesta, a lo peor, no es aquella que uno esperaba; pero en todo caso siempre tenemos que actuar y afrontar la realidad concreta que hoy estamos viviendo con unidad eclesial: lo tenemos que hacer con una gran esperanza, con una gran confianza en el Señor y sabiendo que la referencia que nosotros hemos de tener es esta esperanza y es esta confianza; son estas virtudes la clave con la que tenemos que interpretar la sinfonía de la realidad concreta que nos toca vivir.
-Monseñor Saiz Meneses: A mí, hay un frase del evangelio que siempre me ha calado muy hondo, en el discurso de despedida de Jesús: “Padre, que todos sean uno como Tú y Yo somos uno, y el mundo crea”. En esa expresión Jesús pone la unidad como condición para ser creíbles. Muy serio y muy profundo. Es condición sine qua non para el trabajo pastoral en nuestra labor evangelizadora, y por lo tanto un elemento esencial en nuestra comunión eclesial.
Ahora bien, unidad no significa uniformidad. Puede haber una diversidad complementaria y una unidad llena de diversidad de carismas, como los dones del Espíritu Santo: enriquecimiento y complementariedad. En la Iglesia hay dos principios que son fundamentales a lo largo de la historia. Uno es el principio de la fidelidad al Evangelio; y también es natural que los obispos se reúnan y dialoguen en el sínodo y se expresen libremente y resuelvan las diferencias como hacían los apóstoles en la primera comunidad cristiana, con diálogo y con oración, invocando al Espíritu Santo para que les dé luz y les muestre el camino y luego la decisión para seguir adelante. Aunque no se pueden cambiar las cosas que son fundamentales en nuestra fe.
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