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lunes, 26 de mayo de 2014

Si una parte creciente de la ciudadanía europea cree que las instituciones de la UE no les representan, habrá que preguntarse qué hay de cierto en esa impresión


POPULISMO: 
EL HARTAZGO DE LAS MASAS


El auge en las encuestas de los partidos antieuropeos ha reavivado el interés por el populismo, una etiqueta que también se aplica a movimientos sociales tan distintos como el Tea Party, el 15M, el Movimiento 5 Estrellas o a dirigentes de América Latina. Pero más allá del fervor popular que despiertan en las calles no es fácil saber qué define hoy al populismo.

Cuando se habla de populismo se tiende a asociarlo a un popurrí de ideas con connotaciones variadas: liderazgo carismático, demagogia, cercanía con la gente, simplismo, protesta contra las élites, antieuropeísmo, petición de democracia real, asistencialismo, rechazo de los grandes partidos, xenofobia…

Al presidente húngaro Viktor Orbán, por ejemplo, se le considera populista por motivos distintos: porque es un líder con gancho (va por su tercer mandato); porque defiende una Hungría con una identidad fuerte dentro de la UE; porque la nueva Constitución protege la vida y la familia; porque ha impulsado descuentos en las facturas energéticas de las familias…

No todos los populismos tienen la misma legitimidad democrática, por mucho que el gobernante se mantenga en el poder gracias a su popularidad

A veces, ni siquiera nos ponemos de acuerdo en si lo que designa la etiqueta “populista” es un elogio o un insulto: lo que para algunos es gobierno por el pueblo y para el pueblo para otros es oportunismo electoral; donde unos ven más participación democrática, otros acusan falta de respeto a la ley y a las instituciones…

Hay quienes creen que la relación directa del gobernante con las masas alimenta el intercambio de favores. Otros, en cambio, defienden que la identificación con el líder es precisamente lo que favorece la incorporación de las masas al proceso democrático. “Sin esa forma de identificación con el líder, las masas no estarían participando dentro del sistema político y el sistema político estaría en manos de élites que reemplazarían la voluntad popular”, sostiene Ernesto Laclau, uno de los principales teóricos del populismo.

Pero ¿en qué medida el gobierno de los expertos es menos democrático que el de un líder que toma todas las decisiones por el pueblo? Con esta perspectiva se entiende que no todos los populismos tienen la misma legitimidad democrática, por mucho que un gobernante se mantenga en el poder gracias a su popularidad.

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