LA SOBREVIVIENTE RUANDESA
QUE LLEGA A CHILE
Escribe Lillian Calm: “Hoy Immaculée Ilibagiza vive en Long Island. Se casó con estadounidense, tiene dos hijos y ha trabajado en Naciones Unidas. Pero no ha podido dejar completamente atrás ese drama que la marcó para siempre…”
Supe que Immaculée vendrá a Chile, me parece que muy luego, a fines de este mes. Es por eso que me apresuré a abrir su libro, que, hasta ahora, permanecía intocado. Voy a ser veraz: como literatura no es lo que me esperaba; como testimonio es mucho más de lo que me esperaba.
El título lo dice todo: “Sobrevivir para contarlo”, porque ella fue la única de su familia, tutsi y católica, que sobrevivió el holocausto que cobró la vida de un millón de ruandeses. Immaculée Ilibagiza cuando niña ni siquiera sabía si era hutus o tutsi. El de las tribus no era tema en su casa, pero llegó a la escuela y el profesor hizo ponerse de pie, por turno, a todos los tutsis y a todos los hutus y a todos…
Es ahí, en ese momento de su vida, al menos a mi entender, cuando comienza a vislumbrar que su existencia no iba a ser lo feliz que ella la había imaginado.
No voy a relatar su historia porque ya el título encierra algo de final. O todo el final de esta única sobreviviente. Pero quiero, sí, revivir algunos párrafos y aludir a algunos galardones. El libro, escrito junto al periodista Steve Erwin, llegó a ser catalogado como de “mayor venta” por el “New York Times” y, además, ha sido merecedor de críticas que deben destacarse.
Por ejemplo, una de ellas, es la de “Publishers Weekly”: “Este recuento estremecedor relatado directamente de la experiencia de Ilibagiza contiene dos aspectos: su descripción de la maldad que estaba siendo perpetuada, incluyendo los asesinatos brutales de los miembros de su familia, es devastadora y paraliza el alma; sin embargo la historia de su fe inquebrantable y de su conexión con Dios a través de su dura experiencia, nos eleva e inspira. Este libro es una pieza preciosa…”.
Sí. Ella no pierde la fe. Es más bien la fe la que la sostiene; su presencia de Dios.
Hoy Immaculée Ilibagiza vive en Long Island. Se casó con estadounidense, tiene dos hijos y ha trabajado en Naciones Unidas. Pero no ha podido dejar completamente atrás ese drama que la marcó para siempre… aunque ahora quizás ha logrado acallarlo, en parte, al volcarlo en estas páginas. Por lo menos ella ha podido perdonar.
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