CFK, sin autocritica
No lo interpretó
por Nelson Castro
La Presidenta habló durante dos horas y media. A medida que su perorata avanzaba, los empresarios que asistieron al encuentro organizado en Río Gallegos terminaron de convencerse de que lo mejor era callar. Por eso, a la hora de hablar hubo austeridad en las palabras. Dijeron poco y fue de tan escasa trascendencia que fue como si no hubieran dicho nada. Era eso lo que buscaban. “Lo mejor es callar porque si uno expresa lo que siente lo castigan al toque. Miren, si no, lo que le pasó a Héctor Méndez”, señalaba uno de los asistentes a la reunión en alusión a la reprimenda que recibió de parte de la jefa de Estado el titular de la Unión Industrial Argentina por haber señalado que muchos no se atreven a criticar al Gobierno.
Lo cierto es que, al margen de reconocer que la inflación es superior a la que marca el Indek y que el mínimo no imponible castiga a los asalariados, Cristina Fernández de Kirchner mostró, una vez más, su nula predisposición a realizar un análisis crítico de las políticas gubernamentales que están en el origen de los problemas que la economía exhibe y que padece la sociedad.
“Moreno es un guarango y un maleducado, pero nunca les ha pedido un peso”, esgrimió la Presidenta a modo de defensa de la gestión del secretario de Comercio Interior, mentor de la mayoría de las fallidas medidas económicas que se han tomado, especialmente desde el comienzo del segundo mandato de Fernández de Kirchner. A partir de esas expresiones, los empresarios quedaron convencidos de que las versiones que circularon con creciente insistencia sobre la renuncia de Moreno eran una cortina de humo. “Lo de las comisiones para estudiar cómo compensar los fondos que el Estado necesitará para equilibrar los efectos fiscales del eventual aumento del mínimo no imponible no va a funcionar”, dijo otro de los asistentes a la reunión de Río Gallegos.
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