El problema del cristinismo es que convierte una ventaja circunstancial en una ventaja definitiva

Teocracia

Por Marcelo Gioffre

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Tanto el antecedente de la elección indefinida en Santa Cruz como los reiterados intentos de entronizarse a nivel nacional no son sino epifenómenos de una concepción mística del poder: Cristina está investida no por una voluntad popular lábil y voluble, mutante y dinámica, tal como exige la democracia, sino por algo mucho menos terrestre: una designación divina. 

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Empezamos por la ausencia de reuniones de gabinete, y ya nos vamos acercando a la Fiesta del Chivo. ¿Tan bajo está cayendo este país que supo tener una revista cultural como Sur, que era esperada con ansiedad en toda América latina?

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El problema del cristinismo es que convierte una ventaja circunstancial en una ventaja definitiva. La pregunta que cabe formularnos, entonces, no es si este ensueño dogmático en el que han caído los argentinos es un estilo de democracia, sino más crudamente si aún estamos a tiempo de revertir su vertiginosa pérdida.

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