Entre Harvard y La Matanza
por James Neilson
por James Neilson
Maestra Cristina. Su paso por Harvard desnudó el terror que le tiene a las preguntas.
Si bien la doctora Cristina Fernández de Kirchner debería de sentirse a sus anchas en un lugar tan lleno de profesores universitarios progres como Harvard, su poder depende en buena medida de su capacidad para conservar el apoyo de los habitantes de La Matanza y otros distritos de cultura política parecida. Por lo tanto, tiene que procurar conciliar los dos mundos así supuestos. Hacerlo no le está resultando del todo fácil. Como ella misma se ha encargado de recordarnos, Cambridge, Massachussets, no es La Matanza, Provincia de Buenos Aires.
Tal vez cree que, si lo fuera, los estudiantes reunidos para escucharla en el aula de la Escuela Kennedy hubieran festejado sus ocurrencias con el entusiasmo automático que suelen manifestar los gremialistas, empleados públicos y beneficiarios de planes trabajar que suelen movilizar los operadores kirchneristas para aportar un poco de calor humano a los actos políticos protagonizado por Cristina en que inaugura, o reinaugura, alguno que otro emprendimiento económico, pero, huelga decirlo, nunca hubo la menor posibilidad de que lo hicieran.
Por el contrario, para indignación de la Presidenta y de los asesores que habían confiado en su capacidad para brillar en cualquier ámbito, los estudiantes que asistían a las charlas magistrales que dio en Georgetown y Harvard no manifestaron demasiado interés en sus ideas acerca de la fase actual de la crónica crisis planetaria. Prefirieron tratarla como si fuera una política común, malentendido que, desde luego, enojó sobremanera a la señora ya que se había propuesto desempeñar por un rato el papel de una lumbrera intelectual del mismo nivel académico que ciertos ex mandatarios de países vecinos, como el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el uruguayo Julio María Sanguinetti.
Tal vez cree que, si lo fuera, los estudiantes reunidos para escucharla en el aula de la Escuela Kennedy hubieran festejado sus ocurrencias con el entusiasmo automático que suelen manifestar los gremialistas, empleados públicos y beneficiarios de planes trabajar que suelen movilizar los operadores kirchneristas para aportar un poco de calor humano a los actos políticos protagonizado por Cristina en que inaugura, o reinaugura, alguno que otro emprendimiento económico, pero, huelga decirlo, nunca hubo la menor posibilidad de que lo hicieran.
Por el contrario, para indignación de la Presidenta y de los asesores que habían confiado en su capacidad para brillar en cualquier ámbito, los estudiantes que asistían a las charlas magistrales que dio en Georgetown y Harvard no manifestaron demasiado interés en sus ideas acerca de la fase actual de la crónica crisis planetaria. Prefirieron tratarla como si fuera una política común, malentendido que, desde luego, enojó sobremanera a la señora ya que se había propuesto desempeñar por un rato el papel de una lumbrera intelectual del mismo nivel académico que ciertos ex mandatarios de países vecinos, como el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el uruguayo Julio María Sanguinetti.
................
Leer aquí: noticias.perfil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario