Tras el cacerolazo, el discurso K niega
y se interna en la lucha de clases
por Hugo E. Grimaldi
por Hugo E. Grimaldi
El cristinismo puro y duro acaba de mostrar otra controvertida faceta que hace a su enorme pasión por controlar el discurso, que va más allá de su conocido afán de echarles la culpa a los demás.
El “no soy yo, sos vos”, que hoy está a la orden del día para decir que tal cosa no es así y para culpar gravemente a los otros de lo mismo de lo que no se quiere hacer cargo públicamente, es una versión corregida y aumentada de aquel tic. Es un modo de anticiparse a cualquier jugada del razonamiento para tratar de meterle en la cabeza a la opinión pública que no es verdugo, sino víctima.
Para los militantes, el uso a la inversa de la frase clásica en las rupturas amorosas no es nada más ni nada menos que una picardía que hace a la estrategia del ir “por todo”. Para los que se encuentran irremediablemente de la vereda opuesta se trata de una actitud al menos cínica.
El “no soy yo, sos vos”, que hoy está a la orden del día para decir que tal cosa no es así y para culpar gravemente a los otros de lo mismo de lo que no se quiere hacer cargo públicamente, es una versión corregida y aumentada de aquel tic. Es un modo de anticiparse a cualquier jugada del razonamiento para tratar de meterle en la cabeza a la opinión pública que no es verdugo, sino víctima.
Para los militantes, el uso a la inversa de la frase clásica en las rupturas amorosas no es nada más ni nada menos que una picardía que hace a la estrategia del ir “por todo”. Para los que se encuentran irremediablemente de la vereda opuesta se trata de una actitud al menos cínica.
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