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miércoles, 7 de enero de 2015

La iglesia belga y holandesa, muy «progre», en decadencia. Amberes: 1 millón de habitantes, 4 seminaristas...



El obispo de Amberes quiere cambiar la doctrina sobre sexo y matrimonio: el contexto en Bélgica




El sábado 27 de diciembre el obispo católico de Amberes, Johan Bonny, se declaró partidario de que las relaciones de "parejas homosexuales y bisexuales" tengan un reconocimiento canónico o litúrgico en la Iglesia, según explicó en el diario flamenco ´De Morgen´. A continuación, traducimos del italiano el análisis de Lorenzo Bertocchi, de La Nuova Bussola Quotidiana, titulado "Bélgica, el drama de una Iglesia que persigue al mundo", que expone los antecendes y el contexto de la Iglesia en Bélgica para que un obispo pueda hacer propuestas tan ajenas a la enseñanza bíblica y católica. N. de ReL

"Bélgica, el drama de una Iglesia que persigue al mundo"


La posición extremista expresada por el obispo de Amberes, monseñor Johan Bonny, sobre las uniones homosexuales y, de manera más general, sobre moral sexual, no es ciertamente un episodio aislado.

Es más bien fruto de un ya largo compromiso personal en materia, pero también la punta de iceberg en la crisis del catolicismo belga, y no solo.

Bonny, ex colaborador del cardenal Walter Kasper en el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, había articulado su pensamiento también en septiembre, en un largo texto que hizo llegar al Vaticano.

En esa carta abierta el obispo belga hacía notar algunas cosas: 

-la traición cometida a la colegialidad por parte de Pablo VI con la encíclica Humanae Vitae;
-el elogio por el comportamiento de los obispos belgas que emitieron un comunicado que negaba la doctrina papal sobre la contracepción;
-la crítica a la Familiaris Consortio de San Juan Pablo II por haber reiterado la enseñanza sobre la intrínseca inmoralidad de la contracepción.

Por todo esto, y no solo por ello, pedía al Sínodo invertir la enseñanza de estas dos encíclicas papales.

Es innegable que monseñor Bonny lleva hasta el fondo sus argumentos y, en un cierto sentido, está de acuerdo con el cardenal Muller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Efectivamente, en la carta de septiembre advertía de que no se puede modificar la pastoral sin influir en la doctrina. Lástima que desde su punto de vista, muy distinto del de Muller, hay que proceder a un cambio de doctrina porque «la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia debe encontrarse en una larga tradición que ha asumido nuevas formas y contenidos en el curso de los siglos».

Este cambio, en su opinión, estaría justificado por la «complejidad del contexto en evolución en el que las relaciones, el matrimonio y la familia se desarrollan actualmente».

Fiel a la línea, el obispo Bonny defiende a Fuchs, Häring y Janssens, los tres profesores de teología moral contrarios a la doctrina de la Humanae Vitae y que pueden ser asociados a la corriente del “proporcionalismo”, condenada por la encíclicaVeritatis Splendor de Juan Pablo II.


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