A la presidenta se le complicaron las finanzas y la re-reelección
por Sergio Crivelli
La desconfianza de los mercados obligó al gobierno a ratificar el pago de la deuda. Pero la incógnita principal sobre el futuro no es económica, sino política: ¿cuánto durará el kirchnerismo?
Después de un breve descanso por problemas de salud la presidenta utilizó su ritual aparición por TV para ratificar que la Argentina no entrará en un nuevo "default". Se vio obligada a hacerlo porque los bonos se habían desplomado después de conocerse fallos judiciales norteamericanos favorables a los denominados "fondos buitre".
Lo sucedido presenta varias paradojas. La más obvia es que el gobierno prioriza el pago de la deuda hasta el punto de entregar sus escasos dólares a los acreedores, mientras se los niega a los ciudadanos de a pie con un cepo que aún no se sabe cuántos votos le costará.
Otra paradoja es que la economía enfrenta problemas -inflación, déficit fiscal, emisión exagerada- pero ninguno capaz de ponerla en riesgo de cesación de pagos o que justifique una calificación tan desatrosa como la de Grecia. Se espera que las divisas provistas por el campo permitan recomponer el stock del Banco Central el año próximo y que la reactivación brasileña tenga una repercusión local favorable. La situación global, de acuerdo con economistas "K" y no "K" es también de moderado optimismo.
¿Por qué, entonces, la incertidumbre y el pésimo clima financiero y de inversión? Por dos causas que están vinculadas: la mala praxis política y las dudas de que por el actual camino empedrado de errores la presidenta consiga la reelección indefinida.
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