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domingo, 3 de enero de 2016

No se apuren, todavía algo más cretino que una feminista: un feministo, un varón que ha asumido al ideología de género


2015, el año del virus feminista, conocido como ideología de género

Fuente: Confidencial, Ultima hora


  • Que la mujer es santa y el hombre demonio no es nuevo en el lenguaje femenino: pero antes no se lo creían.
  • El imperio de la perspectiva de género ha producido una mujer amargada, por amargada, confundida; por confundida, desgraciada.
  • Todavía hay algo más tonto que una feminista: un feministo. Y están surgiendo como hongos.
  • La ideología de género se ha convertido en la venenosa atmósfera en la que nos movemos, con media humanidad enfrentada a la otra media.
  • Y el feminismo arremete contra la Iglesia, emparedada entre la ideología de género y el ISIS.
  • Al fondo, el mayor genocidio de la historia, llamado aborto.

Escribe a Hispanidad una vieja lectora. No la conozco pero, por sus escritos, me consta que es una mujer santa y sabia. Es decir, una cristiana bien formada, de lo que hoy llamaríamos intelectual.

Y ahí viene mi pasmo. Es una carta sobre San José y la Sagrada Familia. Les resumo el contenido: ¿saben cuál fue la mayor virtud del esposo de María? Pues el no haber abandonado a su esposa, como hacen tantos hombres hoy, y no haber provocado en ella, con su fuga, soledad, desamparo, ansiedad, depresión… como hacen tantos hombres de ahora mismo.

Resumiendo, el varón es verdugo y la mujer víctima, el varón es pecador y la mujer santa, el varón es un sinvergüenza frente a la mujer, prudente y responsable… ‘quod erat demonstrandum’.

Ahora bien, el juicio no es nuevo. Todas las mujeres han dicho eso desde que el mundo es mundo. Y suelen añadir que es el hombre el que malpiensa de la mujer, frente al inmaculado juicio femenino. Sí, lo han repetido… ¡pero no se lo creían, caramba! El común de las mujeres no son tan idiotas como para atender a una generalización tan mentirosa y tan estúpida. Especialmente hoy, cuando la mujer ha igualado al hombre en deslealtad y le ha superado en su infidelidad al compromiso procreador.

Ahora sí, la ideología de género ha impuesto el tópico falso como dogma cierto. y eso es lo que me preocupa. Hasta las mejores parecen inoculadas del virus feminista, hoy disfrazado como ideología de género, y que se ha convertido, no ya en el peor desafío para la conciencia católica sino también para el sentido común.

La virtud de San José no se redujo a no abandonar a María justo antes de que se le exigiera emigrar a Egipto -algo singularmente molesto- sino en amar a Nuestra Señora y a su Hijo hasta el heroísmo, en entregar su vida al servicio de ambos y en respetarla –por eso se le venera como el hombre más viril) hasta más allá del deber… tal y como se lo había pedido Dios.

Y por las mismas, la virtud de Santa María no consistía en ser mujer, sino en ser santa y perfecta, es decir, en amar como ninguna creatura, hombre o mujer, ha amado, ni amará, jamás, con la única excepción de su Hijo, Dios encarnado.

Pero la ideología de genero se empeña en una generalización interesada. Hasta ahora, el feminismo ha logrado una mujer desamorada, por desamorada, degenerada, por degenerada, desquiciada.

Pero hasta ahí nos movíamos en el terreno del alma y del corazón. Así, otra victoria de la perspectiva de género, tan amada por todo el cuerpo parlamentario, desde el PP hasta Podemos, ha consistido en inculcar el virus también en la cabeza y entonces nos encontramos con una mujer amargada, por amargada, confundida; por confundida, desgraciada.

Pero no se apuren, señoras, todavía algo más cretino que una feminista: un feministo, un varón que ha asumido al ideología de género. No, ya no es el varón que veía en la llamada emancipación femenina la posibilidad de ligar más. No, ahora hablamos del varón que se traga los planteamientos feministas de la eterna marginación y, además, los abandera. O sea, tonto de baba. Y tengan en cuenta que los feministos cada día abundan más.

Durante 2015, el virus se ha hecho ‘viral’, como su mismo nombre indica. Ha ido el año en que la ideología de género se ha convertido en políticamente correcta y en lo único ambientalmente aceptable. Se ha convertido en la venenosa atmósfera en la que nos movemos, con media humanidad enfrentada a la otra media y, al fondo, el mayor genocidio de la historia, llamado aborto.

Y es, también, el mayor reto al que se enfrenta el cristianismo hoy. Porque la ideología de género, el último invento del Nuevo Orden Mundial (NOM) -por cierto, siempre machista- es, ante todo, cristófobo. Sonroja ver a feministas y feministos arremeter contra la Iglesia y compadrear con el Islam, una doctrina verdaderamente sexista y opresora de la mujer. Con razón afirmaba esa esperanza de la Iglesia que es el cardenal negro. Robert Sarah (en la imagen), que “nos encontramos entre la ideología de género y el ISIS”, dos formas de cristofobia. Pero que las feministas aplaudan al islam y apostrofen del cristianismo ya es de cretinas.

En resumen, durante 2015, la ideología de género ha pasado de ser un radicalismo del viejo feminismo a algo políticamente correcto, a pesar de su carácter homicida (aborto y odio a la maternidad), violento (media humanidad contra la otra media) e idiota. Pero el virus de las amazonas siempre ha existido: lo que me preocupa es que se ha colado hasta en el templo de Dios. La prueba es que todos los curas progres han adoptado la ideología de género en mayor o menor medida. Y ya conocen la gradación de la estupidez: obrero de derechas, varón feminista y cura progre, medallas de bronce, plata y oro de la memez, respectivamente.

Con todo, lo que me preocupa del estallido y asentamiento global de la perspectiva de género durante 2015 es que hasta mujeres cristianas, santas y sabias, hayan resultado inoculadas por un virus tan letal. Empiezan por cuestiones menores como las bondades de San José y, cuando se quieren dar cuenta, están cuestionando al mismísimo Dios por encarnarse en forma de varón. O pasan de adorar a Cristo a adorar a la Pachamama, la madre tierra, diosa de una fertilidad a la que aborrecen. De hecho, el feminismo acompaña esa tendencia atávica de la humanidad a convertir a los dioses en ídolos y a los ídolos en esclavos… de los propios caprichos.

¿Lo más significativo –y lo peor- del año 2015 que hoy termina? Sin duda, la entronización de la ideología de género. ¡Anda, que como llegue el islam!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com


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