El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y ex presidente de la conferencia episcopal estadounidense, tiene fama de buen comunicador, y de utilizar su propensión a la jovialidad y la chanza para ganarse a los medios y a los fieles. Pero no por ello diciendo sólo lo que unos y otros quieran o les convenga oír.
Así, en un reciente artículo publicado en la página web de su diócesis, no le duelen prendas a la hora de rebatir con energía a quienes alegan el "aburrimiento" de la misa como excusa para no asistir a ella ni siquiera cuando es obligatorio (los domingos y fiestas de guardar).
Por su interés y universalidad, y por la contundencia del cardenal Dolan en la argumentación y los ejemplos, lo reproducimos en su integridad.
¿La misa es aburrida?
“¡La misa es tan aburrida!”
¿Cuántas veces vosotros, padres, habéis oído a vuestros hijos decir estas palabras el domingo por la mañana? ¿Cuántas vosotros, profesores y catequistas, cuando los preparáis para la misa? Y, admitámoslo, ¿cuántas veces nos lo hemos dicho a nosotros mismos?
¿Qué decimos ante una afirmación tan desafortunada y casi sacrílega?
Bien, para empezar, simplemente respondemos: ¡No, no lo es! Tal vez encuentres que la misa sea aburrida, pero es más tu problema que un defecto de la misa.
Hay muchas actividades importantes de la vida que podemos considerar "aburridas": las visitas al dentista; los pacientes con insuficiencia renal me dicen que ir a diálisis tres veces a la semana no es nada emocionante; votar no es nada divertido. Pero las tres son importantes para nuestro bienestar y su valor no depende de nuestra euforia cuando las hacemos. La misa es, sin duda, más importante para la salud de nuestra alma que estos ejemplos.
Nuestro problema es el aburrimiento, y los comentaristas sociales dicen que hoy somos muy susceptibles al mismo, visto lo acostumbrados que estamos a titulares que duran treinta segundos o a cambiar de canal cuando el programa que estamos viendo nos hace bostezar.
Gracias a Dios, el valor de una persona o de un acontecimiento no depende de su tendencia a "aburrirnos" de vez en cuando. ¡La gente y los acontecimientos significativos no existen para entusiasmarnos, a no ser que seamos unos mocosos narcisistas y mimados!
Esto es especialmente verdad del Santo Sacrificio de la Misa. Creemos que cada Misa es la renovación del acontecimiento más importante, más crítico que ha ocurrido nunca: el sacrificio eterno, infinito de alabanza de Dios Hijo a Dios Padre, en una cruz en el Calvario, un Viernes llamado "Santo".
Si lo pensamos bien, los soldados romanos también estaban "aburridos" mientras se burlaban de Jesús y echaban los dados para ver cuál de ellos se quedaba con su túnica, la única propiedad que Él tenía.
Dos: no solemos ir a Misa para divertirnos, sino para rezar. Si las flores en el altar son bonitas; si la música es buena; si funciona el aire acondicionado; si la homilía es corta y llena de significado; si los participantes son amistosos… todo, seguramente, ayuda.
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