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sábado, 6 de junio de 2015

Siendo director de psiquiatría del John Hopkins Hospital, el doctor Paul McHugh hizo investigar la ciencia real tras los cambios de sexo: hemos malgastado recursos científico y técnicos y dañado nuestra credibilidad profesional colaborando con la locura


«Por qué dejamos de hacer operaciones de cambio de sexo»: ciencia real contra ideología de género



por Paul R. McHugh

Catedrático de Servicios Distinguidos en Psiquiatría en la Universidad Johns Hopkins. Escribe sobre el cambio de sexo en FirstThings.com .

Cuando la práctica de cambio de sexo mediante cirugía surgió por primera vez, a principios de los años 70, solía recordarles a menudo a los psiquiatras que defendían este tipo de operación que con otros pacientes, especialmente con los alcohólicos, ellos solían citar la Oración por la Serenidad: "Dios, concédeme la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia".

¿De dónde sacaron la idea de que nuestra identidad sexual ("género" es el término que ellos prefieren) como hombres o mujeres estaba en la categoría de cosas que se pueden cambiar?

Su respuesta habitual era mostrarme a sus pacientes. Los hombres (y hasta poco antes eran todos hombres) con los que hablaba antes de ser operados me decían que sus cuerpos e identidad sexual estaban en desacuerdo; con los que hablaba después de la operación me decían que la cirugía y los tratamientos de hormonas que les habían convertidos en "mujeres" les habían proporcionado felicidad y satisfacción.

Sin embargo, ninguno de estos encuentros era convincente.

Los sujetos post-quirúrgicos me parecían caricaturas de mujeres. Llevaban zapatos de tacón alto, mucho maquillaje y vestidos llamativos; me explicaban cómo se sentían al poder dar rienda suelta a sus inclinaciones naturales por la paz, la domesticidad y la dulzura.

Pero sus grandes manos, sus prominentes nueces de Adán y sus evidentes rasgos faciales eran incongruentes y lo serían cada vez más a medida que envejecieran.

Las psiquiatras a las que los enviaba para que hablaran con ellos conseguían ver intuitivamente a través del disfraz y la exageración en los gestos. "Las chicas conocen a las chicas", me dijo una de ellas, "y eso es un chico".

Tres rasgos de estas "nuevas mujeres"
Los sujetos antes de la cirugía me llamaban la atención aún más cuando veía que intentaban convencer a cualquiera que quisiera influirles sobre su operación.

Primero, dedicaban una increíble cantidad de tiempo a pensar y hablar sobre sexo y sus experiencias sexuales; su hambre sexual y sus aventuras parecían preocuparles.

Segundo, hablar de bebés y niños no les interesaba demasiado; incluso parecían indiferentes a los niños.

Y tercero y más importante, muchos de estos hombres-que-declaraban-ser-mujeresdecían que encontraban a las mujeres sexualmente atractivas y que se veían como "lesbianas".

Cuando les decía a sus defensores que sus inclinaciones psicológicas se parecían más a las de los hombres que a las de las mujeres, recibía varias respuestas, pero la mayoría me decía que haciendo esta clase de juicios estaba recurriendo a estereotipos sexuales.

Hasta 1975, cuando me convertí en jefe de psiquiatría del John Hopkins Hospital,no solía compartir mis sugerencias sobre estas cuestiones. Pero cuando se me dio autoridad sobre todos los casos en el Departamento de Psiquiatría me di cuenta de que si era pasivo estaría eligiendo tácitamente impulsar la cirugía de cambio de sexo en el departamento que la había propuesto en origen, y que seguía defendiéndola.

Decidí desafiar lo que yo consideraba ser una mala dirección de la psiquiatría y exigir más información, tanto antes como después de las operaciones.

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Leer más aquí: www.religionenlibertad.com

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

Artículo publicado originalmente en First Things.

Lea sobre esto el caso emblemático de Bruce y Brenda/Brian: Así destruye a la gente la ideología de género: la realidad estremecedora de su inventor, John Money


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