El otro Francisco: el que predica la castidad antes del matrimonio
También la encíclica "Laudato si'" ha sido leída en forma selectiva, ignorando los pasajes incómodos sobre la "salud reproductiva" y las diferencias sexuales. Anáisis de un oscurecimiento que falsifica la imagen de este pontificado
La encíclica "Laudato si'" ha tenido una resonancia enorme a escala planetaria, pero esa resonancia ha sido también muy selectiva.
La propuesta general de la encíclica es la de una ecología "integral". En efecto, en sus casi doscientas páginas hay de todo, desde los más altos destinos del universo hasta las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
Pero precisamente esta exhuberancia enciclopédica, omnicomprensiva más que unitaria, ha inducido a muchos a extraer del texto sólo lo que es más próximo a sus propias expectativas.
Una interesante revelación sobre la génesis de la encíclica ha sido hecha por el obispo que trabajó más que nadie en su elaboración: Mario Toso, hoy en la conducción de la diócesis de Faenza, pero hasta el pasado mes de enero secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
Ha dicho en una entrevista llevada a cabo por el vaticanista suizo Giuseppe Rusconi:
"Así como se nos presenta hoy, la encíclica muestra un rostro diferente respecto al del primer borrador, que preveía una larga introducción de carácter teológico, litúrgico y sacramental, espiritual. Si hubiese permanecido la impostación inicial, la encíclia se habría dirigido más inmediatamente al mundo católico. Pero el papa Francisco ha preferido cambiar esa impostación, trasladando al centro y al final la parte teológica, y la relativa a la espiritualidad y a la educación. De este modo, ha restructurado el material puesto a su disposición, disponiéndolo según un método de análisis y de discernimiento, lo que implica la consideración de la situación, su valoración y la prefiguración de indicaciones prácticas para comenzar a solucionar los problemas. Ha deseado entonces abarcar el mayor número de lectores, también los no creyentes, en un razonamiento en gran parte compartible por todos".
Otra observación interesante provino de un economista que contribuyó a la redacción no de esta encíclica sino de la "Caritas in veritate", de Benedicto XVI. Se trata del ex presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi.
En una entrevista publicada en "la Repubblica" y en un comentario efectuado en "Il Foglio", ha dicho que el sentido profundo de la encíclica sólo se lo capta cuando en "Laudato si'" se agrega "mi Señor", porque la causa última del comportamiento que lleva al deterioro amiental "es el pecado, la pérdida de Dios", mientras que la causa próxima "es el consumismo exagerado inducido para compensar el derrumbe de los nacimientos en los países occidentales". De esta causa próxima – agrego – "no he encontrado en la encíclica explicaciones satisfactorias, probablemente porque la he leído de prisa".
De hecho, al leer con paciencia la "Laudato si'" hay un pasaje que coincide con las tesis de Gotti Tedeschi, en el parágrafo 50:
"En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad. No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de 'salud reproductiva'… Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas".
Pero este pasaje ha sido ignorado por casi todos los medios de comunicación del mundo.
Y la misma negligencia ha afectado a otros pasajes de la encíclica en la que el papa Francisco condena el aborto en el parágrafo 120, las experimentaciones con embriones en el parágrafo 136 y la anulación de las diferencias sexuales en el parágrafo 155.
Pero se dice que el casi universal oscurecimiento de estos pasajes no puede ser imputado a su poca evidencia en el conjunto sobreabundante de la "Laudato si'", porque el mismo silencio ha castigado hasta ahora también a todas las otras posturas del papa Francisco sobre estos argumentos.
Lo que pone en evidencia esta situación es que la única gran polémica de dimensión mundial recientemente surgida sobre los temas de género ha tenido por objeto una afirmación no del Papa, sino de su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
Ha sido la polémica suscitada por su lapidario juicio sobre la victoria del "sí" en el referendum irlandés sobre el matrimonio homosexual: "Una derrota de la humanidad".
Fue el martes 26 de mayo, en momentos que el cardenal Parolin había estado en audiencia con el Papa la tarde anterior, cuando el resultado del referendum estuvo liderando todos los noticieros. Que el juicio de Parolin fuera el mismo que el del Papa estuvo más allá de toda duda. "Palabra por palabra", ha confirmado el padre Federico Lombardi.
Pero en la narración del papa Francisco que sigue dominando en los medios de comunicación juicios de este tenor no deben tener lugar. Son tabú. La marca indeleble del pontificado debe seguir siendo: "¿Quién soy yo para juzgar?".
Y esto acontece a pesar del ininterrumpido fluir de severos juicios papales sobre el aborto, el divorcio, la homosexualidad y la anticoncepción, todos en perfecta continuidad con el magisterio precedente de la Iglesia.
Quizás lo que facilita el oscurecimiento mediático de estos juicios del Papa es también el cuidado con el que él evita hacer coincidir temporalmente sus posturas con apariciones de fuerte impacto político, como lo son un referendum o el voto de una ley, o bien una gran movilización social, como en Francia una procesión de la “Manif pour tous” o en Roma la imponente “Family Day” del 20 de junio.
En sus apariciones en general Francisco calla del todo o casi todo. Para decir en voz alto lo que él tiene en su corazón elige otros momentos, más distanciados de la presión de los hechos.
Y de hecho en el referendum en Irlanda, como se ha visto, quien habló no fue él sino su secretario de Estado, contra el cual – y no contra el Papa – se concentraron después las críticas.
Este sitio web ya ha publicado dos colecciones de todas las intervenciones del papa Francisco sobre el aborto, el divorcio, la anticoncepción y la homosexualidad, desde fines de octubre del 2014 – es decir, desde fines de la primera sesión del sínodo sobre la familia – al 11 de mayo de este año. Fueron en total 39 intervenciones:
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