CULTURE AND THE DEATH OF GOD
KIRKUS REVIEW
"Atheism is by no means as easy as it looks," insists prolific author Eagleton (Literature/Univ. of Lancaster; Across the Pond: An Englishman's View of America, 2013, etc.).
Since the Enlightenment, philosophers have attempted to displace the perceived superstitions of religion as a basis for Western civilization and to replace them with secular reason, with limited success. In this rich, complex work, the author traces the course of this intellectual quest from 18th-century Germany through the Romantics and the writings of Matthew Arnold and Friedrich Nietzsche, who famously proclaimed the death of God, into a postmodern era of extreme relativism. One recurring problem has been the difficulty of translating academic theory into a viable popular culture, or as Eagleton puts it, "[n]o symbolic form in history has matched religion's ability to link the most exalted of truths to the daily existence of countless men and women." Consequently, "[r]eason must stoop to myth and image if it is to address the masses, but how is this not to be the ruin of it?" Another problem is the tendency of attempted surrogates for religion, such as nationalism, to take on mystical attributes, rites, saints and martyrs, indistinguishable from the characteristics of religion itself—the Almighty manages to return by the back door. Eagleton deftly explores the shifting relationships among reason, religion, culture, myth, art, tragedy and the modern sensibility of the absurd, all expressed with a dry wit and provocative epigrams. The book, however, is neither intended nor recommended for general readers. This wealth of content can only be contained in a slender volume by assuming that readers are already familiar with philosophers from Kant to Kierkegaard; without this background, it will prove slow going, though still rewarding.
Now that the West is colliding with a resurgent Islam for which God is very much alive, Eagleton’s insights are particularly timely.
Source: www.kirkusreviews.com
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UNA CRÍTICA AL LAICISMO
DESDE LA IZQUIERDA
por JOSEMARÍA CARABANTE
Terry Eagleton, catedrático de Teoría Cultural de la Universidad de Manchester, es conocido por su ideología marxista, pero ha sido también uno de los pensadores que con mayor lucidez ha destapado los prejuicios y errores del “nuevo ateísmo”.
Además se ha opuesto a la frivolización de lo religioso que supone la propuesta de religión laica del filósofo francés Alain de Botton.
Si para la polémica de los Ditchkins (como denominó a la pareja más famosa del ateísmo beligerante, Christopher Hitchens y Richard Dawkins), escribió Razón, fe y revolución (2012), en su nuevo libro, Culture and the Death of God (Yale University Press), expone el fracaso de las ideologías que buscaban desterrar lo religioso.
“Ninguna forma simbólica en la historia ha igualado la aptitud de la religión por relacionar las verdades más elevadas con la existencia cotidiana de incontables hombres y mujeres”
Un error de la izquierda
Como ocurre en su último libro publicado en castellano, Dulce violencia, puede sorprender que un pensador tan comprometido con la ideología marxista realce la importancia del cristianismo y lamente que la izquierda haya ridiculizado lo religioso. Sin embargo, el interés de Eagleton por lo religioso nació antes que sus convicciones políticas y que su vocación como teórico de la literatura.
Eagleton fue educado en el catolicismo y ya durante los años sesenta colaboró con Slant, una revista católica pero relacionada con el activismo de izquierdas, hoy desaparecida. Desde entonces, su trayectoria intelectual ha estado marcada por una peculiar visión teológica y política: su primera obra, por ejemplo, publicada en 1970, se titula Towards a New Left Theology. Con independencia de ello, Eagleton ha sido importante en el seno de la teoría literaria, pues ha criticado con dureza los postulados relativistas del posmodernismo.
Dios no tiene sustituto
En su último libro, Eagleton sostiene que tanto las invectivas de los ilustrados contra lo religioso, como los violentos agravios de Nietzsche o la atención a las funciones sociales de la religión, propia de las últimas décadas, se inscriben en una narrativa filosófica que no ha logrado encontrar alternativas mundanas ni a Dios ni al cristianismo, ni desterrar por completo el anhelo humano de lo sagrado. La razón a su juicio es sencilla: el Dios de los cristianos es insustituible.
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