por Bruno Moreno Ramos
Ayer, hablando del nombramiento del nuevo Papa, se planteó un tema en los comentarios que me pareció especialmente interesante: si es posible o no predecir cómo será un Papa a partir de su actuación anterior. En este caso y a diferencia de Benedicto XVI, al tratarse de un Papa venido de uno de los “extremos” del mundo, resulta en gran medida desconocido para casi todos, excepto para los de su propio país, que pueden pensar que ya saben todo lo que hay que saber sobre él.
A este respecto, un comentarista, Luis, decía: “Como la muerte, el papado no hace mejores ni peores a las personas, que dependen de la gracia santificante para ello". Aunque hay parte de verdad en esta afirmación, yo creo que deberíamos matizarla mucho. A grandes rasgos, se me ocurren siete grandes cambios que se producen en general cuando un cardenal es elegido Papa y que pueden suponer una amplia brecha entre ambos (brecha que será mayor o menor según las personas, claro). Algunos son sobrenaturales, pero otros son meramente humanos:
- La gracia de estado. ....
- Las gracias gratis datae garantizadas por Dios. ....
- Las oraciones de toda la Iglesia. ...
- La “gracia” natural de un nuevo comienzo. ...
- La conciencia evidente de las graves consecuencias que tienen los propios actos. ...
- La oportunidad de contar con los mejores consejeros de la Tierra.....
- El escrutinio de toda la Iglesia y del mundo entero. ....
Todos estos factores, y otros que podrían añadirse, hacen que piense que es bastante arriesgado prejuzgar a un Papa por su historia anterior. Yo personalmente no me atrevería a hacerlo. Sin duda, habrá muchos puntos de continuidad, pero las diferencias pueden también ser muy grandes.
En este sentido, me permito aconsejar a los lectores que consigan y lean la obra de teatroBecket o el Honor de Dios, del gran dramaturgo francés Jean Anouilh. Es una obra magistral, tanto desde el punto de vista literario como desde el punto de vista de la fe.
Se centra, precisamente, en el gran cambio que se produce en Tomás Becket. Siendo un amigo fiel del rey, que le apoya en todo, Becket es nombrado Arzobispo de Canterbury por decisión del propio rey… y ya nada es igual. El celo por el Honor de Dios transforma a Becket y le lleva a enfrentarse al rey hasta la muerte, literalmente. Si no han leído esta obra, háganlo, ya sea en español o, preferiblemente, en francés.
Y, en cualquier caso, recemos todos por nuestro Papa Francisco, caballero del Honor de Dios.
Leer aquí: infocatolica.com/
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